Disco: «Happiness in magazines» de Graham Coxon.

Graham Coxon era el guitarrista de Blur diría friamente una biografia de Wikipedia. Pero el bueno de Graham es mucho más que eso. Pintor, además, de músico, ilustró «13» el anteúltimo álbum de la banda de Damon Albarn. Por otra parte, era el compañero exacto para que las melodías del rubio cantante lleguen a buen puerto. Con la disolución de la banda y Albarn haciendo de las suyas con Gorillaz, muchos se preguntaron sobre el futuro de Coxon. Bueno, este hincha del Derby County sacó varios discos hasta la fecha. Si bien Coxon fue el más prolífico del cuarteto, también fue el menos aventurero, en comparación a lo que hizo Albarn con los mencionados “Gorillaz” y “The good, the bad and the queen”, que lo analizaremos en próximas ediciones. Coxon se centra en letras cortas basadas en situaciones puntuales, a las que se le agrega una melodía.

A continuación, veremos lo que fue, para muchos, el mejor álbum de Coxon como solista. Es del 2004 y se llama «Happiness in magazines». La impronta de Blur se podrá ver de principio a fin del álbum pero ojo, a no confundirse, no es un disco de Blur sin Albarn. Desde el momento en que se escucha el primer tema, el muy buen «Spectacular», uno piensa si no es el hermano rockero de “Coffee and TV” de Blur, pero con una fuerte impronta de los Kinks y por ende, mucha potencia. 



«No good time” es un muy buen tema, siempre con la guitarra por delante, que relata el hecho de tener que ir a una fiesta y no estar bien predispuesto al respecto. “Girl done gone” es simpática, con esos riffs de guitarra que también, parecen salidos del cuasi blues de “Tender” aunque con un mayor desarrollo musical. Es complementaria a “Ball and biscuits” de los White Stripes para establecer una analogía. Recordemos que el productor del disco es Stephen Street, ex Smiths y Blur, que pulió algunas imperfecciones de otros discos de Coxon pero siempre manteniendo el sonido de garaje rock.
Con “Bittersweet bundle of misery” vuelve a la tónica de «Coffee and TV» con un tema amigable que logra la sonrisa inmediata del oyente. Podrá sonarle conocida la guitarra acústica  en relación directa con “Street fighting man” de los Rolling Stones. 

El disco mantiene la tradición británica de la canción pero más rockera y con una fuerte presencia de la guitarra. Con “All over me”, Coxon se pone más introspectivo, con una canción que contiene arreglos de cuerdas al principio para decantar en una balada triste, de esas que se cantan a uno mismo en momentos de melancolía y un buen vaso de whisky, como mínimo. Con “Freakin out” vuelve al rock cuasi punk tradicional, en el cual se lo nota muy cómodo a Coxon y una letra bien de ahora, con la alienación y las puertas abiertas pero sin ganas de hacer nada. 
 

 

En “People of earth”, Coxon retoma su forma de cantar característica con modificaciones en su voz frente a una instrumentación minimalista y visceral, con una crítica a la gente y a sus modos de vida como “van a la escuela y comen hamburguesas” y alusiones a los medios como el Sun y el Daily Mail, al tiempo que dice que “no hay nada para ver en la tele y la radio es una mierda”. “Hopeless friend” es otro hermano menor pero ahora de “A quick one”, un tema de los Who, del año 1965.
Es apreciable como la voz de Coxon fue ganando en confianza y esto se ve en este disco más allá de no ser de las mejores pero cuadra perfectamente con lo que desea mostrar. Con “Are you ready”, la canción británica por excelencia vuelve a decir presente con una base sólida y una pared de sonido que le brinda a la canción un manto épico y solemne sin que caiga en la seriedad extrema. “Button bunk” es agradable, que podría ser un poco de relleno pero que encaja perfectamente con el álbum basado en el rock-pop con toques bluseros y una guitarra estridente y de buen gusto. No obstante, tiene un melodía ganchera, que te atrapa para cabecear, siguiendo el ritmo de la canción.
El álbum termina con “Ribbons and Leaves”, un tema muy tranquilo y bien ejecutado en el que Coxon exige que se le otorguen las credenciales que le corresponden por ser uno de los guitarristas más interesantes de su generación. El mismísimo Noel Gallagher dijo, directamente, que era el mejor guitarrista de sus pares.
Siempre se lo tomó a Graham Coxon como una persona introvertida en su relación con el mundo más no por su música. Su impronta en Blur es fundamental y aquí, puede ser que suene a miembro-de-banda-devenido-lider. No obstante, el esfuerzo realizado tiene su recompensa en un disco por demás disfrutable de principio a fín. Por eso, no sería raro que, después de un rato, entren ganas de volver a escucharlo.  

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