En 1983, el retorno de la democracia trae nuevos aires al rock que, justamente, marcó una división importante. Estaban los que decían que los nuevos grupos eran “frívolos” y quienes acusaban a los que venían de los 70, de ser “poco originales” y “seguir con lo mismo” ya sea a nivel musical como a letras. Igualmente, salen discos y bandas inolvidables que dejan su sello entre 1983 y 1984, en la denominada “primavera alfonsinista” que se extendió hasta 1985.
Así las cosas, en 1984, hace 40 años, salía el disco de un trío que iba a dar que hablar. Era el 27 de agosto y salía “Soda Stereo”, álbum debut de la banda homónima. Ya se habían presentado en el Stud Free Pub, el Zero bar y el Café Einstein. De a poco, se iban posicionando en la efervescente escena under del rock porteño. Michel Peyronel, baterista de Riff y productor de Virus recuerda que “estaba por irme a España, tras haber terminado la producción de ‘Agujero interior’ de Virus cuando el productor Carlos Rodriguez Ares me pide que lo acompañe a ver a un grupo al que tenía ganas de fichar para su agencia. Me dijo ‘tocan en un barcito de Palermo y parece que está bueno’. Cuando llegamos, los chicos de la banda habían colgado un par de sifones al lado del escenario. El sonido era ‘moderno’, muy en la onda The Police. Eran facheros y llevaban adelante una propuesta interesante con buenos temas. Inmediatamente, le aconsejé que trabajara con ellos. Ya estando en España, me ‘bombardeaba’ desde acá, con todas las notas de prensa que hablaban del éxito que tenía Soda. ‘Viste lo que hiciste?’ me escribía….”. (1)
La banda estaba conformada por Gustavo Cerati en voz, coros y guitarra eléctrica; Zeta Bosio en bajo y coros y Charly Alberti en batería. La producción artística del disco corrió por cuenta de Federico Moura. Como músicos invitados figuraban Daniel Melero y el propio Moura en sintetizadores y el Gonzo Palacios en saxo.
El trío contaba con influencias más que palpables de The Police y la new wave que venía de Inglaterra. Música para bailar al ritmo de un ska rápido y de ritmo alegre, para saltar y pasarla bien. Las letras tenían mucho para destacar y analizar pero con un estilo diferente. La ironía y el sarcasmo no se posan sobre lo ocurrido en la dictadura sino que hay una visión sobre nuevas problemáticas sociales relacionadas con los medios de comunicación y los capitales simbólicos de una sociedad capitalista y consumista. Publicado el 27 de agosto de 1984, tenía el siguiente orden de temas.
Lado A
- ¿Por qué no puedo ser del jet-set? (Cerati-Alberti). 2.20
- Sobredosis de TV (Cerati). 4.10
- Te hacen falta vitaminas. (Cerati-Bosio). 2.38
- Tratame suavemente (Daniel Melero). 3.24
- Dietético (Cerati) 3.46
Lado B
- Tele-ka (Cerati). 2.26
- Ni un segundo (Cerati-Bosio). 3.25
- Un misil en mi placard (Cerati). 3.04
- El tiempo es dinero (Cerati). 2.54
- Afrodisíacos (Cerati-Bosio). 4.20
- Mi novia tiene bíceps. (Cerati-Bosio-Alberti). 2.23
El disco abre con todo, con “Por qué no puedo ser del jet set”, que ya empieza a dar cuenta por donde pondría la lupa Gustavo Adrián. Aquí, hay una descripción absolutamente irónica de un carácter aspiracional absolutamente frívolo. El “jet set” que marcaba quien “estaba en la pomada” con dinero para gastar y derrochar asi como la obtención de capitales simbólicos varios (¡Uy!, ¡qué teórico que me puse!). Las imágenes de “la mujer en la colina”, “el Rolex”, “el convertible colorado” dan cuenta de un deseo que se contrapone con “el bolsillo agujereado” que lo vuelve a la realidad. Por ahí se cuela otra de las obsesiones de Cerati en esa época que eran los medios de comunicación, cuando dice “Nene por favor, cambiá de canal”. La televisión como centro de la mesa familiar argentina. Para el final, una frase que debería entrar en los anales de verdades: “Lo que para arriba es excéntrico, para abajo es ridiculez”.
Carlos Rodriguez Ares, manager de la banda en esos primeros tiempos. “Al principio, enviaba a los medios casetes con entrevistas a Federico Moura en el lado A y Gustavo Cerati en el B. Los dos hablaban de la necesidad de bailar que generaba el rock. Así, no solo se me fueron abriendo puertas en las radios sino que, además, en las discotecas del interior que necesitaban números artísticos que incentivaran el consumo de bebidas. Asistí a una actuación de Soda Stereo en un boliche muy lindo que era el Zero Bar, en la calle República de la India. En aquella época, todavía sonaban muy punk. Como a Virus y los Twist, a Soda Stereo tampoco los quería nadie. Eran sapos de otro pozo. La CBS los tenía en el freezer y pude sacarlos de allí gracias a la tarea que realizamos con Virus. Los aceptaron y los contraté. De hecho, el primer disco, producido por el propio Federico Moura, es equilibrado e inteligente”. (1)
Con “Sobredosis de TV” vuelve la televisión al centro de la escena. El ojo en ese aparato que será en el encargado de regir el pulso de la sociedad en los próximos veinte años. Siempre en la difusión de (dis) valores que merecen una reflexión y muy seria crítica.
El cuidado del cuerpo en pos de la mirada externa y el sacrificio por caer “bien” y ser “aceptado/a” giran en varias letras. Una de ellas es “Te hacen falta vitaminas” pero ojo, aquí la lupa se ubica en la depresión y el vacío del cual se puede salir “rápidamente”, con una pastilla, tal como las que ofrece la televisión (¡y seguimos hablando de lo mismo!). Se sabe que hay “Algo anda mal, mal, mal, algo falla” con la persona “dando vueltas por tu cuarto, sin sentido/Esperando algún milagro y no pasa nada”. Por ende, surge la pregunta (para salir de esta situación) de “¿Oye, te hacen falta vitaminas? ¿Oye, te hacen falta vitaminas?”. El diagnóstico es obvio (“Depresiones, obsesiones ¿Hasta cuándo seguirán esas canciones?”) y la salida, quizás, también (“¿Y qué esperás para soltarte? ¿Para animarte?/¿O supones que alguien viene a despertarte?”). Ah! El recurso de jugar con la composición de la última palabra y su separación «vita-minas», tiene su propia creación de sentido.
Con “Tratame suavemente”, único tema no compuesto por miembros del trío, se logra algo que no termina de sorprender. Mucha gente cree que es de Soda Stereo aunque, en realidad, es de Daniel Melero, que lo grabó junto con su banda, Los Encargados. Soda hace un cover que, a la larga, terminará siendo parte, no solo de su repertorio sino también de sus clásicos.
El lado A termina con “Dietético”, puro ska new wave que incluye video. La letra es más que obvia e irónica respecto al cuidado del cuerpo como a la forma en que se lo veía al grupo, críticas incluídas referidas a una frivolidad que encarnarían. “Somos un conjunto dietético/Giramos una onda dietética/Canciones de amor con sacarina/Con menos de una caloría”. La descripción del contexto es clara (“Buscando el paraíso estético/Nuevas mentes descremadas/Siluetas de gimnasia”) e incluye una crítica a la sociedad (“Viviendo una nada dietética/Soñando con una cama sintética”). El machismo de la época -¿y de ahora?- también se hace presente. “Te quiero pero estás tan gorda/Presiento que no sos moderna (moderna)”. La cereza del postre es el grito que termina con fade de “El régimen se acabó….se acabóoooo!”. El interrogante es obvio. ¿Cuál es el régimen que se acabó, el de la dieta alimenticia o el del año anterior, que había dejado 30 mil desaparecidos?
Hasta aquí, con los primeros cinco temas de su primer disco, ya tenías –a futuro- cuatro clásicos de la banda. Al respecto, Rodriguez Ares sostiene que el disco “reúne tanto temas para “las minitas que quieren franelear” como para aquellos que querían “letras interesantes”. Si uno busca llegar al gran publico tiene que abarcar ambas cosas. Esas canciones me volaron la cabeza”. (1)
El lado B comienza con “Tele-ka”, una invitación a bailar, a pasarla bien, siendo absolutamente conscientes de esto, pero sin dejar de lado lo que pasó antes. Con “Ni un segundo”, se aprecia la velocidad de los tiempos “modernos” en que todo hay que hacerlo rápido. ¿Por qué? ¿Para qué? No se sabe pero hay que hacerlo. “Rápido/Que no nos ven/Rápido/No te quedés/Rápido/Hay que bailar/Rápido/Cada vez más rápido” Pero también hay un ambiente oscuro y ominoso (“No sé, señor/No tengo idea dónde están mis documentos/Para leer”), en que abre alguna pregunta sobre la democracia recién instalada en tanto sus resultados económicos (“Rápido/Que pierdo el tren/Rápido/Que ya aumentó”)
La propuesta humorística y bailable, era la punta de lanza de una idea por demás cimentada en la idea del grupo. Sobre el éxito de la banda, Rodriguez Ares recuerda que “hubo que trabajarlo entre todos. La cuestión de la imagen era fundamental: no podían subir al escenario en zapatillas, mal afeitados o con la melena colgando. Alfredo Lois se encargaba de la parte estética”. (1)
En la parte media del lado B, brilla “Un misil en mi placard” tema que, si bien mantiene la tónica rítmica del disco, cambia a nivel letrístico ya que no hay tanto humor sino que es más descriptiva de una situación de infidelidad. Si bien fue versionado en “Confort y música para volar” dándole una nueva vida, mucho más refinada, no formó parte del repertorio con el que el trío se despidió definitivamente de los escenarios en 2007, documentado en la gira “Me verás volver”. La última vez que tocaron el tema había sido el 30 de noviembre de 1996, en el Palacio de los Deportes de Bogotá, Colombia pero era la versión “unplugged”.
La ironía y el humor vuelven con “El tiempo es dinero”, también conocida como “Dorian Grey”. La música al palo con grito de por medio para abrir un tema que vuelve a girar sobre la banalidad de la juventud eterna (“Cuidado con Dorian Gray y su espejo retrovisor/Su espíritu de kermesse”) y su relación con el dinero y la aceptación social no exenta de algún vicio (“El tiempo es dinero/Mantiene su juventud usando polietileno/Comprado en algún porno shop”).
En la misma línea va “Afrodisíacos” que es la descripción de lo que pasó después de una noche en una discoteca con final felíz en tanto volver a casa acompañado. Hay un buen trabajo de Zeta en el bajo que banca toda la canción para que la mano derecha de Cerati lleve la rítmica de la canción. Estas observaciones nos brindan la posibilidad de destacar algunas cuestiones tal como el nivel musical de la banda. Si bien era bastante reconocible su «condición de producción», la forma en que se lleva a cabo la interpretación, denotaba creatividad y curiosidad. La forma de tocar la guitarra de Cerati era fresca con melodías disfrutables y atrapantes mientras que el bajo de Zeta era sólido, con momentos en que tomaba el centro de la escena con alguna línea absolutamente personal. Todo, sostenido por la versátil batería de Charly Alberti.
El Zorrito Fabián Quintiero recuerda sus primeras impresiones de Soda, antes de ingresar a la banda. “Había entrado en Sueter para hacer un reemplazo hasta que un día conozco a Zeta y Charly en la Esquina del Sol. Todos los músicos íbamos ahí pero ellos llegaron con un look ridículo que era de bombachas de campo Pampero, camisa abotonada hasta el cuello, alpargatas y peinados bien batidos y muy altos. Eran verdaderos ‘bichos raros’ para alguien que usaba el pelo largo como yo”. (1)
El entonces «Encargado» y futuro «Cadillac», Mario Siperman cuenta una anécdota que pinta de cuerpo entero el deseo y la convicción de Soda a caballo de talento y trabajo. “En 1984, Soda Stereo preparaba en el requerido estudio Del Abasto el que sería su primer larga duración. Por entonces, el lugar estaba manejado como si fuera una “verdulería”, con turnos rotativos y técnicos de guardapolvo. Cerati venía a Moebio, el sótano donde estábamos registrando el disco de Los Encargados y nos decía “Ustedes están haciendo las cosas bien, grabando en un estudio bueno; nosotros estamos con ‘fierros viejos’…Sin embargo, el álbum debut de Soda fue un éxito y ese material de Los Encargados nunca vio la luz porque nadie quiso pagar el tremendo costo que había demandado hacer el master”. (1)
El disco termina con “Mi novia tiene bíceps” que refleja con picardía la presencia de una mujer que cuida su cuerpo pero desde otro lugar (“Gimnasia por la tarde/Sesiones de karate”). El vínculo, desde el aspecto físico, no es el mismo (“no puedo discutir con ella/Lo intento y me atropella”) al tiempo que da cuenta del estado del galán en cuestión (“Bailando apretados/Me siento asfixiado/Este ritmo insoportable/Y mi estado lamentable”). Se aprecia la mirada desconfiada del hombre en cuestión (“seguro que se cree Superniña”), preso de sus prejuicios respecto del futuro de la chica en cuestión. La chica cambió, tal como querían pero hay algo que no cierra (“Extraño su belleza/Yo soy un complemento de sus pesas”) aunque “sigue igual de caprichosa/pero ahora es musculosa”. La mirada actual preguntaría por qué no cambia el hombre si cambió la mujer, en vez de atrasar años reproduciendo costumbres arcaicas. Hoy por hoy, con Iman Khelif de por medio, se visibilizan por enésima vez la discriminación y el bullying contra las mujeres.
Rodriguez Ares, sobre el debut de Soda, juega una carta fuerte. “Del álbum debut quedó afuera ‘Detectives’ que fue reemplazada por ‘Sobredosis de TV’, un hit. Ese álbum contiene al menos seis grandes éxitos, situación que Soda no repetiría aunque haya vendido millones de discos. Esto fue porque el trío se fue volcando hacia una música más ‘refinada’. El primer disco es el más hitero de toda su carrera”. Razón no le falta aunque Cerati, con el paso del tiempo, miraba este álbum con algo de desconfianza en su realización. (1)
A 40 años del primer sifonazo en formato de disco, Soda Stereo sigue siendo una referencia ineludible del rock latinoamericano, que reflejaba sus propias problemáticas y búsquedas estilísticas. Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti iniciaban un camino artístico que, al día de hoy, continúa vigente con un legado que seguirá a través de los tiempos.
Aqui, el disco completo. ¡Ideal para ponerlo a todo volumen!
(1) Testimonio perteneciente al libro «50 Años Rock -Lado B-» de Dente-Gaguine-Recis