«Primicia» de Fernando Samalea (Música)

Hablar de Fernando Samalea es mencionar a uno de los músicos más personales y polifacéticos de la escena nacional. Más aún, cuando saca una gema en forma de CD llamada “Primicia”. El CD cuenta con el arte de tapa de Renata Schussheim. Ergo, hay que tomarse el trabajo de buscarlo, encontrarlo y comprarlo porque es una delicia. El disco cuenta con una atmósfera cosmopolita y de alegría en sus sonidos, manteniendo al bandoneón en lo que sería la “voz solista” pero dejemos que el propio Fernando cuente como fue la grabación del disco y sus impresiones sobre la música en general.

– ¿Cómo fue el proceso de grabación de “Primicia”?
– El proceso de grabación de un nuevo disco siempre me entusiasma. A “Primicia” le dediqué muchísimo tiempo para hacerlo verdaderamente bien y sea un paso para adelante. Es un disco colorido y mitológico. Hay muchos intercambios musicales y el bandoneón siempre como protagonista. El verdadero aliado en su concepción ha sido Matías Mango, que es el tecladista que toca conmigo en vivo. Buscamos reflotar sonidos, que para mi son de la niñez, como el mellotrón, ensambles de cuerdas, piano Rhodes o acústico. El disco no tiene ninguna programación ni nada trucado. Es un disco natural. Tiene la participación de Alejandro Terán en violas y clarinete. También Miguel Ángel Talarita, en trompetas, Fernando Kabusacki y Gustavo Cerati en guitarras y me dí el gusto de contar con Tony Levin otra vez, el bajista de King Crimson, que vuelve a tocar conmigo.

– ¿Tocó stick o bajo?
– Grabó un par de bajos y contrabajos. Está constantemente ocupado.

– Dijiste que era un disco “natural”…
– Si. El disco tiene sus características…Cuidé mucho con el sonido. Con Daniel Ovié, el ingeniero de sonido nos encargamos de todos los detalles. Fui a grabar un órgano de iglesia real, que fue una experiencia espectacular ya que me prestaron el órgano de la iglesia de Santa Cruz y grabé los timbales y campanas tubulares en un conservatorio. No quiero utilizar samplers. Es todo muy artesanal y muy cuidado, para que nada quede a medio camino.

-¿Cómo surge tu relación con la batería?
– Supongo que tiene que ver con las fantasías de la niñez. Los circos, los lavarropas… todo lo que sea la percusión de las cosas. En mi familia no había antecedentes de músicos. Tuve la suerte de tener padres muy estimuladores, que me llevaron de muy chiquito a ver mucho cine, teatro. Me hicieron escuchar mucha música. Si bien ellos no eran artistas sabían apreciar muy bien de que se trataba todo eso. Les debo a ellos la posibilidad de haberme acercado a todo ese mundo. Simplemente quería tocar. Sobre todo en esa época que no es tan común como ahora. El ver instrumentos y el rock era mucho más, en algún sentido, marginal y under. Incluso era mal visto por la sociedad.

– ¿Cómo definís tu estilo como baterista?
– No se…En un punto, me gusta ser baterista de canciones. Trabajé con compositores de canciones que admiro mucho. Me gusta esa cosa de acompañamiento y que lógicamente requiere precisión y de un montón de cosas que ya sabemos. Me gusta estar esa cosa de “estar al servicio…”. Nunca fui de hacer solos de batería o pensar mucho en el instrumento sino en la música por tocar. De hecho siempre me gustaron mucho los instrumentos raros. Me gustan los bateristas virtuosos y los grupos “raros” o catalogados como raros como King Crimson, Yes o Zappa. Siempre escuché ese tipo de música. Pero en el fondo me considero un baterista de canciones.

– Estarías más cerca de Ringo Starr que de Ginger Baker…
– Si, puede ser, aunque Ginger Baker también es un baterista de rock. Quizás alguien más antagónico es David Weckl. Bill Bruford es otro baterista de rock que siempre me gustó muchisimo. Hace un tiempo compré un vibráfono que es nuevo camino a explorar. Me encanta lo que sean campanas tubulares, percusiones islámicas y africanas, balafón. Estoy por conseguir un sandouri, que es un instrumento griego que me gusto muchisimo que se toca con dos palos o dos cuerdas, percutiendo y haciendo melodías y acordes.

– Te acomodás mucho con la gente con la que tocás, ya sea Sabina, los Kuryaki, Charly o Cerati últimamente….
– Si, es una manera linda de vivir una vida tipo zapping pero más enriquecedora que si estuviese en un solo lugar. Tuve la suerte de tocar con artistas muy respetados y por una cuestión lógica, uno se pone “al servicio de” una causa musical en cada momento. Además cada nuevo artista te enseña un montón de cosas. Todo en un punto es siempre bienvenido, ya sea de los más experimentados o los más nuevos. Me gusta mucho tocar en plan más under o las nuevas movidas como No lo Soporto o la Flowers Orchestra, que es un grupo de Rosario con los que suelo tocar como invitado. Me gusta estar al tanto de lo que sean las nuevas movidas, ya sea cine, teatro o música de afuera, de acá o de allá. Si hay que encontrarle un sentido de vivir el mundo de la música, es estar muy atento y no poder repetirte, abriéndote a nuevas etapas que abran nuevos sonidos, nuevos instrumentos, nuevos amigos. En ese sentido es maravilloso.

– ¿Como recordás, hoy, lo que fue en su momento, “Parte de la Religión”, con Charly García? Lo hicieron casi ustedes dos solos…
– Si…pero yo solamente toqué la batería. A Charly le gusta mucho hacer cosas en dúo y él particularmente no toca la batería (aunque muy bien los otros instrumentos). De hecho hizo “Yendo de la Cama al Living” con Willy Iturri. Tuve la suerte de trabajar con él más en dúo aunque también venían invitados. Empezamos con unos demos aca en Buenos Aires. Charly tuvo la enorme gentileza de llevarme a grabar a Nueva York por primera vez. En un punto, hay una verdadera escuela de rock para mi. A él siempre le gusto esto de tocar teclados y de tener un baterista ahí haciendo ritmos y sugiriendo otras direcciones. Además de ser una persona a la que le debo un montón de cosas y me siento super honrado de haber vivido todo eso con él, siempre hubo una situación humana muy buena.

– Sacaste discos cuento,¿ como surgió esa posibilidad?
– Tenía algunos relatos escritos de la adolescencia y cosas nuevas que fueron surgiendo misteriosamente, asi como músicas instrumentales en plan “cine imaginario” si se quiere. Pensé la dificultad de editar en los dos ámbitos, el discográfico y el literario y que podría ser buena idea incluir el mismo libro dentro del pack. Así fue, casualmente, como ocurre todo. No es que me propuse inventar un nuevo formato de disco-libro sino que simplemente, tenía las dos cosas y pensé que era la forma más conveniente de realizarlo. Saqué, en total, con los dos discos en vivo y todo, nueve pero reales, reales son cinco discos libro.

– Uno los escucha y dice “esto es cine”.
– Tiene en un punto, esa intención. Hacer como una banda sonora imaginaria de una idea. En ese caso está acompañada por un cuento en el cual, dentro de mi cabeza, tiene una lógica. No pretendo que quien quiera escucharlo tenga que entender todo ni mucho menos. Ni que lo lea mientras escucha la música. Es un terreno de libertad. Puede leer el cuento por separado. Lo que se le ocurra. En mi tiene una lógica. Lo que sea sonido, imágenes, historia y todo eso.

– ¿Y el bandoneón?
– Había leído muchas historias sobre la Buenos Aires antigua, especialmente sobre la Historia del Tango de Horacio Ferrer. Había redescubierto la ciudad en que vivo. A la hora de realizar los discos libro, me di cuenta que tenía que tener una connotación sonora acorde a lo que considero esencial en mi persona. Por ejemplo, esta calle Corrientes con las seis cuadras que las separa del Obelisco de Callao siempre estuvieron presente en mi vida. Desde la niñez con mis padres hasta hoy. Siento que aca está en cierto sentido, mi propio lugar en el mundo. El bandoneón, gracias a la influencia literaria de Ferrer y a todos esos jóvenes veinteañeros que hicieron ese movimiento del tango, sobre todo los del 20 y 30 como Pedro Maffia, Pedro Laurenz o Julio de Caro. Y así fue. Dije que hago una proyección aporteñada de lo que pueda surgirme como melodías. Dentro de mis propias limitaciones vas forjando un estilo. En poco tiempo, encontré un lenguaje de lo que tenía para decir, que puede ser cuestionable o no ya que implica mezclas de mundos. El mundo del rock, de la música árabe con la llamada música de Buenos Aires. Armé como una especie de idea general de lo que yo consideraba que era las músicas que había escuchado a lo largo de mi vida y que me conmueven y me gustan.

– Un diario de viaje ...
– Puede ser…Estuve viviendo en España, en Francia, un breve período en Italia, unas cuantas incursiones a Marruecos. Muchas cosas que van dando señales adentro de lo que sale inconscientemente. Supongo que todo lo que uno graba y no sabe de dónde salió es el reflejo de toda la información que uno ha recibido a lo largo de la vida por la cantidad de viajes. En mi caso, mi vida tiene el estigma del viaje. Lo tomo como natural como que no tenga una música predeterminada en un estilo sino en muchos. También tomo muy conscientemente el dejar al bandoneón como elemento protagónico. Como si imaginariamente esa cajita de magia de Buenos Aires viajase a lo largo de un montón de otras culturas y cobrase distintas vestimentas pero en el fondo mantenga su esencia central en el bandoneón. En mi caso, no levanto las banderas de la lógica ni mucho menos. Lo que grabo -porque cada uno hace lo que puede y lo que quiere-, tiene elementos que a algún purista le puede parecer horrible ese tipo de mezclas o un híbrido. Pero es lo que me sale naturalmente y no puedo ir en contra de eso. También soy consciente que muchas de las cosas que grabo pueden sonarle verdaderamente irritante a muchos puristas de estilos.

– Lo bueno es que llega a muchos públicos…
– Si, aunque está dentro de una franja indefinible al no tener un contexto estilístico claro. No es un proyecto masivo ni mucho menos. Me gusta en un punto mantener un estado de no preocupación ante la difusión o no del material que hago. Lo que me interesa es hacer mejores discos y dar un pasito adelante en cada una de las etapas que encaro.

– Antes surgieron los “modernos” como Soda, Clap, Virus, Fricción…pero ahora no surgen más…
– Evidentemente deben surgir aunque cambiaron los códigos y está todo más mediatizado. Hay lindas y nuevas expresiones musicales. Me gusta lo de Rosal, No lo Soporto, Lucas Martí. Surgieron nuevas personas que traen nuevas propuestas. Lo más lindo es cuando los tiempos traen una renovación. Nada me pondría más feliz que ver grupos nuevos renovando un montón de cosas. En el fondo, el tiempo ha pasado y uno va encontrando un montón de nuevos cauces y es importante que los chicos tomen esos lugares ahora. Es muy lindo que eso ocurra. Quizás la renovación tarda un poco más. A veces la humanidad es demasiado exigente en las “revoluciones” y a veces tarda más tiempo. Es indudable que con el reciclaje que hay, en algún momento va a explotar algo distinto. Es verdad es que estamos en un camino similar de hace bastante tiempo. Pero esto no quita que no sucedan cosas nuevas o que en el fondo esté la esperanza que vengan nuevos artistas.

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