Leí con sumo interés la columna que escribió Marcos Aguinis en el diario La Nación, el pasado martes 21 de agosto, titulada “El veneno de la época kirchnerista”.
No voy a empezar a enumerar las diferencias que pueda tener con Aguinis con su pensamiento pero si me llamó la atención el párrafo siguiente: “Las fuerzas (¿paramilitares?) de Milagro Sala provocaron analogías con las Juventudes Hitlerianas. Estas últimas, sin embargo, por asesinas y despreciables que hayan sido, luchaban por un idealabsurdo pero ideal al fin, como la raza superior y otras locuras”. No conforme con esta idiotez, agrega: “Los actuales paramilitares kirchneristas, y La Cámpora, y El Evita, y Tupac Amaru, y otras fórmulas igualmente confusas, en cambio, han estructurado una corporación que milita para ganar un sueldo o sentirse poderosos o meter la mano en los bienes de la nación”.
No acepto bajo ninguna circunstancia que un recalcitrante Marcos Aguinis compare a la Cámpora con las Juventudes Hitlerianas. Y no lo digo porque me guste la Cámpora en particular –me gustan todas las agrupaciones políticas, que salen a militar, desde La Juan Domingo hasta la Juventud del PRO, pasando por los del PO o del FAP- sino porque es una comparación llena de odio de aquél que no entiende y se ubica en el pedestal de quien tiene “el” conocimiento y los demás, “ovejas que siguen al rebaño”.
Sería interesante que, cuando no gana las elecciones un partido o una ideología afín a la propia (y perdón por el uso de la palabra “ideología”), se tenga la dignidad de meter “violin en bolsa” y armar una alternativa seria para ganar los comicios en vez de teñir de “ilegítimo” el triunfo de un partido que no es el mio. No solo es de “mal perdedor” sino que también habla bastante mal de uno. Es una especie de “soy democrático cuando gano pero cuando pierdo, le serrucho el piso a quien está en el poder”.
Para finalizar, a mis amigos de las autoridades comunitarias, los felicito por la celeridad (cinco días!) que tuvo la DAIA para hacer una pequeña mención respecto a lo ocurrido, diciendo “reafirma la exhortación ya realizada en diversas oportunidades en el sentido de evitar referencias públicas a la mencionada tragedia y el régimen que la perpetró relacionándola a cuestiones políticas o de otra índole, ajenas a la misma, que no puede ni debe ser comparable”. Retomo lo dicho por los colegas de “CONVERGENCIA, por un Judaísmo Humanista y Pluralista”, es la primera vez en la historia que DAIA exhorta y no condena, aunque se arroga la representación política de la comunidad y que por sus estatutos tiene la obligación específica de actuar en estos casos. ¿Tendrá miedo la DAIA de criticar a Aguinis? Parece que si. Esto me hacer recordar que, en el último aniversario del atentado a la AMIA, y también por primera vez, no habló ningún familiar de las víctimas porque, en el aniversario anterior, (2011) hubo críticas al actual Jefe de Gobierno de Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri. ¿A quien representa la DAIA si calla a sus representados y mira para otro lado frente a circunstancias que se extenderían, hilando no tan fino, desde el atentado a la AMIA hasta su papel en la Dictadura Militar?
De más está decir que repudio lo dicho por Marcos Aguinis, pero también rechazo el silencio de las autoridades comunitarias. Me encantaría que la gente de “la cole” exija un pronunciamiento sobre lo dicho por Aguinis pero el tiempo me ha mostrado que el judaísmo parecería ser “culinario”, limitándose únicamente al traspaso de recetas de comida de generación en generación (sin contar con pasar algún finde en el country…). Lo demás –espíritu de lucha, identidad, pertenencia a un pueblo, debate con argumentos sólidos, intercambio de ideas-, quedó solo para que se lea y no se repita.
totalmente de acuerdo!