Dramaturga y directora de vasto talento, Susana Torres Molina está presentando dos obras (“Estática” y “Esa extraña forma de pasión”) simultáneamente al tiempo que le cuenta a ECDL los secretos de su teatro, porqué cree que los nuevos dramaturgos “no interpelan” y su visión sobre la designación de Darío Lopérfido para el FIBA.
– ¿Cómo surge “Estática”?
– Es un texto que fue escrito en el 2001. Tiene ya varios años. Fue una necesidad personal de contar, basado en la excusa de algunas situaciones familiares (ricas dramáticamente), explorar algo que tuviera que ver con los vínculos, con la existencia. Mi madre murió a los 94 años, al poco tiempo de escribir esa obra. Había una atmósfera en la que, sin ser 100% biográfica, contenía elementos autobiográficos de la historia familiar. Hechos en relación con mi madre anciana, que se fueron plasmando sin meditarlo demasiado, como una necesidad personal de internarme en esa zona tan íntima, por decirlo de algún modo. Surgió sin demasiada premeditación. Es una obra muy difícil para poner en escena porque son textos poéticos. Largos soliloquios que no cuentan con diálogos pero surgió asi y lo respeté de esa manera. Sabía que la iba a dirigir yo en algún momento y que iba a ser muy difícil el montaje de la obra.
– La construcción de imágenes, del primer boceto a la puesta en si, ¿tuvo muchos cambios?
– El texto no tenía ninguna indicación de puesta. No tiene ningún tipo de indicación. Eran textos de cada personaje. Después había que recrear ese mundo escénicamente, que en mi doble rol de directora, era muy complejo de llevar al escenario. Tuve que explorar con los actores hasta encontrar un código que sea satisfactorio. Mi desafío era que ese texto, que era muy potente y muy trabajado, muy intenso y muy poético, no quedara en primer plano. Que realmente fuera una experiencia teatral y no un oratorio donde los actores quedan como interpretes de un texto. Yo quería que los actores encarnaran ese texto y que la actuación fuera tan potente como el texto en si. Que lo encarnaran y que sus energías fueran tan potentes como el texto que estaban expresando. Ese era el desafío que yo quería. No quería que se transformara en algo en que lo literario se privilegiara por sobre otras cuestiones.
– ¿Cómo fue estrenar esta obra al mismo tiempo que tiene en cartel “Esa extraña forma de pasión”?
– Soy muy multifacetica. Trato de no repetirme cuando escribo ni cuando dirijo. Cada texto o cada idea me llevan a una forma. No es que tengo una forma a la cual después la relleno con un tema sino que cada proyecto viene con una forma implícita. Cuando escribí “Esa extraña forma de pasión”, las tres situaciones de la obra fueron escritas de manera muy realista porque sentía que no había otra forma de plantear un tema que tenía que ver con nuestra sociedad y nuestra historia. Sentía que era el medio más adecuado para decir aquellas cosas que quería decir. Tanto en los diálogos como en los vínculos y en lo formal porque después sabía que iba a venir el montaje, que iba a quitar cierto realismo, casi de visión cinematográfica. Como quería incursionar en varias temáticas, con puntos de vista que no había visto reflejados en el escenario, quería que fueran situaciones muy realistas, con mucha verosimilitud, para que ello que me proponía, tuviera una contundencia. Después si, lo que rompe con la linealidad es el montaje de las tres situaciones. La simultaneidad, las miradas, el que las tres escenas se empiecen a comentar entre ellas aunque una sea de la actualidad y dos de los años 70. Todo empieza a tener un diálogo, una circulación, entre las tres situaciones lo que propone entrar en un código, que sale de lo real. Cada situación que se protagoniza, tiene algo muy fuerte desde lo verosimil.
– Se estrenó en el 2010. ¿Qué recepción tiene hoy la obra después de ese año y medio?
– La recepción siempre fue muy interesante porque es una obra que te deja pensando. Te hace reflexionar. Todavía sigue viniendo mucha gente que le habían dicho. Vienen y descubren que los temas son tocados de una manera muy poco transitada. Se sorprenden y se quedan debatiendo. En agosto, vamos a estar en Teatro X la Identidad, ya que fuimos elegidos para ese ciclo. Seguirá generando muchas reacciones y en septiembre vamos a estar en el ciclo de Teatro y Transformaciones Sociales, que es otro festival en el que fuimos seleccionados. Siguen sucediendo muchas reacciones interesantes. La obra invita a la reflexión, al debate, conmueve. Tiene esta mirada en la que no se demoniza ni se hace una apología, se va más allá de eso. Se plantean las complejidades y contradicciones sin por eso, desvalorizar nada. Es un proceso complejo y contradictorio el poder incursionar en la subjetividad de aquello que rechazamos. Al ampliarlo desde lo subjetivo, adquiere una presencia muy inquietante. Uno podría decir “lo rechazo”, “lo niego” y no me contacto con ello pero creo que hay que contactarse con ello. Explorar la subjetividad de lo que nos produce desagrado y rechazo, planteandolo desde un lugar complejo y muy cerca nuestro. No son de otro planeta. Creo que eso generó y genera mucha inquietud en la forma en que está planteado. La relación de los represores con la secuestrada, la sobreviviente. Hay muchas personas que no vivieron esa época, que no leyeron o no les interesó, descubren varios datos. Inclusive gente de mi generación, que ha tenido que ver con algún tipo de militancia, no sabían que había un comunicado de Montoneros que hablaba de que usaran uniformes militares. Eso, en una época en que la militancia era clandestina. “Y eso es verdad?”. Si, es verdad. Lo leí!”. Creo que vienen bien esos datos.
– Cuando vi “Potestad”, hablé con Pavlovsky y me contó sobre las críticas que recibió por “humanizarlo” al apropiador. ¿A usted le pasó lo mismo?
– Yo también lo humanizo por llamarlo de esta manera. Es más, el torturador mira al público y dice “si al fin y al cabo, todos queremos lo mismo. Querer y que nos quieran”. Quiere lo mismo. No es un vampiro con colmillos que chupa sangre. El teatro de Pavlovsky, para mi, es un referente importante. Esto de trabajar desde la subjetividad del represor es algo que valoro mucho y que lo he visto en las obras de él. Ya sea en “Galíndez” o “Potestad”.
No tuve comentarios o críticas directas a mi obra. Si me han dicho que es muy inquietante ver a los represores retratados de esa manera. Tan cercanos a nosotros. Por eso los pongo jugando al Scrabel. Uno de ellos termina leyendo un texto de Kafka, de la Colonia Penitenciaria. Me inspiré más en los marinos de la ESMA que tenían una educación más elaborada que los del Ejército. Me pareció más interesante trabajar desde ahí. Lo más fácil es trabajar con todo, alejándolo y negar su existencia o transformarlo como algo extraterrestre, que no es asi. Además, nosotros tenemos que descubrir el aspecto que tenemos de “facho”, “autoritario”. En pequeñas dosis pero también las tenemos y más cercanos las ponemos, es mejor y eso inquieta. Nos cuestiona y nos interpela. Está bueno que el teatro nos interpele en nuestro pensar, nuestro sentir.
– El público que está yendo, es más de jóvenes o de grandes. Le hago esta pregunta, sumado al contexto de mucha militancia que hay hoy en día.
– Está mezclado. Hay de todo. Viene gente joven y también de la generación de los 70, que ahora tienen sesenta años. El año pasado, sobre todo al principio –por la difusión y la temática de la obra-, vino mucha gente de esa generación. Los chicos vienen con mayor curiosidad y más livianos de equipaje. En cambio, la generación que ahora tiene sesenta y pico, es diferente. Vi gente llorando, en la función. Una vez, una señora se desmayó. Le bajó la presión y nos enteramos que era la ex mujer de un militar. Gente que quedaba muy conmovida o impactada porque le había pasado directamente o algún conocido o amigo. Aunque no te pasara directamente, uno sabía que estaban pasando esos horrores. Las reacciones fueron de orden más emocional. Alguno se habrá enojado e ido pero a mi no me vinieron directamente a interpelar. Los jóvenes vienen más por una curiosidad pero más livianos en ese aspecto. Quizás más racional, sin estar tan “tocados” en ese aspecto a menos que sean hijos de desaparecidos. Ha pasado situaciones de alto impacto emocional tanto cuando se desarrollaba la obra como cuando terminaba la obra. Personas que no se podían levantar, que se quedaban sentadas.
– ¿Cual fue el personaje que más le costó realizar?
– El de la escritora.
– Me imaginé que me lo iba a decir!
– De una manera es el hilo conductor de la obra. No es como las otras situaciones que hay un vínculo claro sino que aca, ella recibe a un periodista que viene a hacer una nota. La situación no tenía tanto conflicto por lo que tuve generar un enfrentamiento entre los dos pero no tanto como para que no se sostenga la relación de los personajes en la casa de ella. Muchos pensaron que era yo la escritora. Algunos aspectos mios tiene pero yo nunca estuve ni secuestrada ni en un campo de detención. No viví esas experiencias pero algo de la que escribe y relata, por eso es la única que está en el escenario cuando entra el público, y la última que se va, cuando cierra la tapa de su notebook. Ahí, cuando termina el espectáculo, uno puede imaginar que ella está escribiendo estas situaciones y la está registrando en su imaginación. Es el personaje necesario, el hilo conductor pero al mismo tiempo, como era el pensamiento actual de lo que pasó, también el más difícil. Poco a poco fue encontrándole la vuelta y la tensión entre ella y el periodista que viene, también a averiguar sobre su papá que estuvo en el mismo lugar que ella y murió y ella no.
– Recién dijo que le interesa el teatro “que interpela”. ¿Piensa que las nuevas generaciones hacen un teatro que interpela?
– Muy poco. Por lo menos, gran porcentaje de las obras que fui a ver, no me interpelan. Tampoco me dejan reflexionando mucho. Quizás, uno tampoco debería pensar que todas las obras deberían generar debate o interpelar o reflexionar. Algunas solo buscan un entretenimiento y uno la pase bien. A mi, en general, como ir al teatro implica todo un movimiento, de ir y estar ahí por hora u hora y media, siendo espectadora, me gusta irme con algo más allá de haber visto buenas actuaciones y pasado bien. Pocas veces me interpelan, o salgo de una obra y sigo pensando y reflexionando sobre lo que acabo de ver. Poco de la nueva dramaturgia. Veo un clásico y me sucede pero poco de la nueva dramaturgia. Igual, cada uno hace el teatro que quiere ver. Hay muchos artistas que valorizan el entretenimiento y no está mal que asi sea. A mi me interesa que algo del arte me genere una nueva comprensión o conciencia, intento generarlo con mi teatro.
– Estamos en el 2011, a diez años del denominado “Argentinazo”. ¿Ese acontecimiento influyó al teatro argentino o el teatro está más aislado?
– No creo que el teatro sea autista. No se desde el lugar de las temáticas como nos puede haber influído. Creo que hubo algo endogámico, de concentrarse en los vínculos micro, de padres, hijos, familias disfuncionales y problemas de pareja. Algo muy cerrado en las cuatro paredes. No con mucho interés otra situación que estuvieran más comprometida con lo social. Trajo un cerramiento de concentrarse en los pequeños vínculos, sin que haya grandes situaciones ni grandes historias. Como un suceder, un devenir que se venía expresando. Me acuerdo también que hubo un tiempo que había un estilo de actuación que era, más bien, que tenía que ver con la impavidez, de no demostrar ninguna emoción. El actuar a través de la no-actuación. Eso significaba decir los textos con cara de nada y contar pequeñas situaciones de la cotidianeidad. Eso era un estilo. Todo esto está relacionado con esa época. Después se empezó a abrir un poco y en este momento, la diversidad de formas y contenidos, maneras y formas, es enorme en una ciudad que tiene 200 espectáculos por semana. Hay de todo para los gustos. Igual, vino un director de mucha trayectoria el miércoles pasado a “Esa extraña forma de pasión” y me dijo “Que bueno haber visto algo que me dejara pensando en los puntos de vista que ofreces. Estoy viendo mucho teatro y veo mucha vacuidad”. Me alabó mucho lo que dijo.
Después se ha ido potenciando la actuación, en textos bastante anémicos, que surgen generalmente, de los talleres teatrales. A partir de una improvisación, se ponen a trabajar y a arman un espectáculo en donde las actuaciones son muy atractivas. Se logran situaciones muy intensas pero con una sustancia y un material dramaturgico, un contenido olvidable, donde uno pasa un muy buen momento (teatro con mucho ritmo e intensidad y actuaciones llevadas a extremos) pero que después no queda absolutamente nada ¿Cómo equiparar esto de la sustancia y la actuación? Ahí volvemos a “Estática”. Tenía mucho para decir pero quería que los actores inmantaran con su energía. Fue mucho trabajo. Todo bien con el texto pero quiero generen algo muy potente con sus energías.
– No se. Es como que todo vuelve. No conozco mucho su trayectoria o porqué se fue. Se que estuvo en el grupo Sushi, con De la Rua. Se que cuando estuvo manejando ciertos aspectos de la cultura, era alguien interesado y que conocía. Pero bueno, son estos ghettos que se arman. La gente se va y vuelve después a ocupar el mismo lugar. No estoy muy de acuerdo, casi nada con el manejo que hace el Gobierno de Macri con la cultura. Tiene que ver con eso.
– Justamente, le iba a preguntar su opinión sobre el manejo del tema cultura a cargo del ingeniero Macri.
– No solo pasa con los Festivales. Tiene una mirada empresarial y la cultura no se puede manejar en esos términos. Hay una que si se puede “comercializar bien” en esos términos pero hay otra que tiene que ver con vanguardia, investigación y experimentación. Creo que esto no le interesa a él sino que solo lo que implica ir a lo seguro, a lo prestigioso, lo llamativo y que venga no se quien. Además, todo lo que tiene que ver con subsidios, premios municipales y demás, siempre intentó sacarlos. Es una lucha diaria para que no los saque porque, de alguna manera, funcionan como una pensión para artistas que no tienen algún otro ingreso o trabajo estable con el que pagar una jubilación. No estoy de acuerdo con esta gestión.
– Hace un mes, se armó una charla en el Payró, por el tema de Loperfido. Cinco panelistas y fueron cuarenta y cuatro personas. A la gente le interesa realmente lo que pasa o cuando hay que hacer algo, se quedan todos detrás?
– En mi caso, no puedo con la cantidad de movidas que hay. Es demasiado. Te dedicás a eso y dejás de producir. En algunas participo, y en otras no puedo. Supongo que a mucha gente le pasa lo mismo y otra con lo de siempre, opina y mover el cuerpo le cuesta mucho más. Es así, es una realidad. Es más fácil mandar cadenas de mails que hacer algo como la convocatoria que se hizo en las plazas y otros lugares para apoyar a Daniel Filmus. No se cuanta gente irá. A mi me tocó hacer una función de “Esa extraña forma de pasión” en el Haroldo Conti. Justo! Y no puedo ir. Igual es una ciudad que se moviliza mucho y está en permanente ebullición. A veces, hay convocatorias para diferentes situaciones. Veo también que cuando algunos se sienten desplazados, empiezan a convocar pero cuando no estaban desplazados, estaba todo bien. Esto también hay que tenerlo en cuenta. Es difícil pero reconozco que es más fácil hablar en una mesa de café o mandar cadenas de mails que ir un sábado a debatir ideas en el Payró.
“Estática, Oratoria para cuatro cuerpos”. Centro Cultural de la Cooperación. Av Corrientes 1543. Sábado, 21 hs y domingo, 20.15 hs.
“Esa extraña forma de pasión”. Bauen Hotel. Av. Callao 360. Lunes, 20.30 hs.