Valeria Edelsztein: “Quise contar la mitad de la historia, que queda oculta”

Las mujeres y la ciencia es un tópico que nunca fue muy abordado de manera exhaustiva, hasta que Valeria Edelsztein investigó el tema y publicó el excelente “Científicas, cocinan, limpian y ganan el Premio Nobel (y nadie se entera)” (Siglo XXI Editores). En una charla amena y sincera, da cuenta de los motivos que la impulsaron a escribir “Científicas” y su punto de vista sobre cuestiones de género y demás.

– Valeria, ¿cuando surgió “Cientificas”?

– En realidad es bastante curioso porque la idea original era comenzar a escribir la secuela de “Los remedios de la abuela”, mi primer libro. Quería hacer un breve recorrido por la historia de las mujeres en la ciencia contando los aportes más relevantes para luego conectarlo con las abuelas y sus consejos. Pero claro, en cuanto empecé a leer, explorar e investigar, me di cuenta que con unas pocas páginas no iba a alcanzar. Descubrí historias ocultas, maravillosas y también algunas indignantes de muchas mujeres que no conocía, que nunca había escuchado nombrar. Me pareció que las mujeres científicas se merecían más. Así nació la idea de escribir este libro.

– ¿Cómo surge el título?

– “Cocina, limpia y gana el premio Nobel” fueron las ocho palabras usadas por los editores de la revista «Family Health» para describir la concepción que el mundo tenía de las mujeres en la ciencia en 1977. Es cuando Rosalyn Yalow ganó el Premio Nobel de Medicina. Me pareció que eran ideales para el título y así fue como lo presenté en el concurso. Más tarde, desde la editorial sugirieron que se llamara “Científicas” y la bajada fuera “cocinan… (y nadie se entera)”. ¡Me encantó! Esas líneas resumen el libro. Las mujeres como personas completas, capaces de atacar varios flancos a la vez y hacerlo con entereza. Es abrirse paso ante la adversidad, a pesar de los obstáculos y la falta de reconocimiento. Científicas y mujeres con todas las letras.

– ¿Cuánto tiempo te llevó hacer el libro? La recolección de datos, metodológicamente hablando…

– Podríamos decir que enero, febrero y marzo de este año. Entre el trabajo y Tomi, mi bebé (que en ese momento no tenía ni un año) no tenía mucho tiempo disponible. Gracias a la ayuda de mi marido, mi suegra y mis papás, todos los días le dedicaba un ratito. Todas las noches destinaba un par de horas a la investigación y la escritura. Es un proceso absorbente pero que disfruto muchísimo.

– Contame como fue la presentación del libro en el concurso y demás….

– El presentar el libro en el concurso fue más que nada un desafío. Ya era autora de la Colección Ciencia que Ladra y se me ocurrió que era una linda manera de probarme a mí misma. Quería saber si realmente esto de escribir podía ser lo mío. Que “Los remedios…” no había sido solo una casualidad. Así, de incógnito, sin que nadie en la editorial supiera nada -por supuesto- lo presenté casi en la fecha de cierre. Después, fue cuestión de esperar con los dedos cruzados.

– ¿Hubo algún tipo de idea “reivindicatoria”?

– La idea fue contar la otra mitad de la historia, la que suele quedar oculta. Si, como se dice generalmente, la historia la escribe el que gana, en la historia de la ciencia, ganaron los hombres. Reivindicar pero, por sobre todas las cosas, conocer y descubrir a mujeres que contribuyeron a nuestra historia, nuestra vida y de las que no conocemos nada. Cómo tuvieron que luchar por un lugar, lo que resignaron, lo que les hicieron resignar y los obstáculos que superaron. En una palabra, sus historias de vida. Quería aportar un granito de arena para recordarlas por lo que fueron y lo que hicieron. Ellas también son responsables de lo que hoy somos y lo que seremos.

– Es muy interesante como desarrollaste el humor y la ironía en el libro…

– La Colección Ciencia que Ladra (que es de divulgación científica) tiene en el humor un sostén importante. Después de todo, la ciencia es muy divertida. Mi estilo también lo es ya sea dando clase, charlas y conferencias. Siempre trato de hablar desde un lugar personal y este libro, en particular, me resulta muy cercano y “desnuda” mi manera de ser. Muchas veces la ironía es la mejor manera que encuentro para acercarme a historias que duelen, indignan y te dejan un sabor amargo en la boca. ¡El humor siempre le pone sal (o azúcar) a la vida!

– ¿Cual fue la mujer que más te sorprendió de las que escribiste? ¿Fue una, varias?

– Descubrí más historias de las que hubiera imaginado. Algunas me sorprendieron por lo terrible como Mary Anning, la paleontóloga/fosilista que descubrió el primer esqueleto completo de ictiosaurio. Jamás fue reconocida por sus aportes. Incluso, en sus últimos días, fue acusada de alcohólica cuando tomaba láudano (una tintura alcohólica derivada del opio) por los dolores que le producía el cáncer que finalmente la venció. Otras me sorprendieron porque me demostraron cuánto ignoramos de algunos objetos tan cotidianos y sus historias. ¿Sabían que el limpiaparabrisas, la base de la tecnología wi-fi, el liquid paper y el primer lenguaje de computación fueron inventados por mujeres? En muchas hubo una deliberada omisión en la historia de sus protagonistas.

-¿Por ejemplo?

– Rosalind Franklin fue clave en el descubrimiento de la estructura del ADN. O Jocelyn Bell quien descubrió los púlsares pero el Nobel se lo dieron a su jefe. Después tenes a Lisa Meitner, Henrietta Leavitt y muchas más. Por supuesto, todas fueron inspiradoras.

– Sos investigadora científica, pero ¿siempre te gustó la literatura?

– Siempre me gustó la comunicación científica. Es fundamental contar ciencia no solo para despertar vocaciones o porque es divertido, asombroso e interesante. Nos permite entender un poco más el mundo que nos rodea y tomar decisiones informadas. Ser capaces de leer una noticia con mirada crítica, leer el prospecto de un medicamento y comprenderlo o entender por qué tenemos que completar un tratamiento con un antibiótico y no podemos tomarlo si tenemos un virus. Todos hacemos ciencia, todos los días. Solo es cuestión de descubrirla ya sea desde la literatura, la televisión, la radio, con talleres, charlas, conferencias, o un café con amigos.

– ¿Tenes idea de como se vendió el libro en cuanto si lo compraron más mujeres que hombres?

-No. Es una excelente pregunta pero no hay manera de saberlo.

-¿Cómo ves a la cuestión de género hoy en día? ¿Te consideras feminista, una luchadora por la igualdad de derechos?

-Hombres y mujeres son diferentes y esa diferencia es la que nos enriquece. Creo que lo que debe existir no es igualdad a secas sino igualdad de oportunidades. Si bien estamos mucho mejor que hace cientos de años, todavía hay que seguir creciendo y luchando contra los prejuicios. Muchas veces somos las mismas mujeres las que arrastramos esos prejuicios por comodidad, costumbre o porque no sabemos que existe otra visión. Lo importante es abrir la mirada y darnos cuenta que cada uno como ser humano tiene mucho que aportar, independientemente de si es hombre, mujer, pelado, peludo, flaco, gordo, alto o bajo. Después de todo, olvidar los aportes de las mujeres es olvidar a la mitad de la humanidad. Eso es un lujo que no podemos ni debemos darnos.

“Científicas, cocinan, limpian y ganan el Premio Nobel (y nadie se entera)”. Siglo XXI Ediciones

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