El diario del Peludo (Teatro)

Noticias de ayer

Dramaturgia y dirección: Gonzalo Demaria. Con Victorio D´Alessandro y Fito Yanelli. Diseño de vestuario: Sofía Di Nunzio. Diseño de escenografía y de luces: Gonzalo Córdova. Asistencia de dirección: Alba Castillo. Producción ejecutiva: Maximiliano Tamborini.

Camarín de las Musas. Mario Bravo 960. Jueves, 21 hs.



La historia se da una vuelta por el teatro a través de una leyenda. Cuenta la misma que el entonces Presidente de nuestro país, Hipólito Yrigoyen, recibía un diario lleno de buenas noticias que había sido previamente modificado para tal fin.


A partir de esta idea, Gonzalo Demaría crea una puesta para dos personajes. Quien realiza la lectura del diario y un canillita que le trae los diarios originales, con las noticias de lo que estaba pasando. Será esta relación la que lleve sobre sus espaldas la historia en si y sus respectivos correlatos. Ambos tendrán sus particularidades como un burócrata, miembro del Partido. Un cumplidor de órdenes que va desde la lectura del periódico apócrifo hasta una suerte de bufón del rey a quien entretenía con historias. El canillita es un joven del interior, rubio a pesar de ser criollo pero con ideas políticas personales aunque no discernibles en un primer instante.


La relación entre ambos oscilará entre la confianza y la confesión de las más profundas intimidades para establecer un vínculo afectivo, más allá de las profundas diferencias que los separan. Serán esas diferencias las que los ponga en veredas opuestas frente a la proximidad del fatídico 6 de septiembre de 1930. Es muy interesante y rico el manejo de la metáfora de los accidentes ferroviarios ocurridos en 1929 en el Riachuelo en relación con el declive del gobierno radical del “peludo” Yrigoyen.


Los diálogos entre los personajes son ricos y uno siempre está a la defensiva de los embates del otro aunque cada contragolpe es letal. “¿Ustedes piensan que los militares se van a ir enseguida?” es una de las tantas preguntas que atraviesa la puesta y que, hacia al final, castiga al inconsciente colectivo que hace caso omiso a cualquier alusión de una eventual “autocrítica” –algo que no ha cambiado sino que se ha incrementado-. No obstante, allí es donde las resignificaciones ubican a la puesta en la actualidad por más que no haya sido esa –creo- la idea madre. La forma en que el público dota de su propio contenido a la puesta, es asombrosamente tenebroso en tanto, le es útil a su pensamiento –por más que este sea de lo más criticable-. Igualmente, esto lo hace solamente en relación a la figura de poder pero sin tocar a cierta responsabilidad civil al respecto, de creer lo que se cree por “motus propio” aunque la realidad dicte lo contrario.


Con correctas actuaciones y un texto que da para analizar en tanto “efecto” que causa en el receptor –aunque suene muy conductista lo dicho-, “El diario del Peludo” abre el juego de la polémica en tanto la relación de los medios con el poder e incluso que hace la gente frente a la información recibida, independientemente del origen de la misma.

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