Roberto Zuccarino: “Hoy, la bandera del tango la llevan los bailarines”

Hijo de la gran Mónica Carranza, alma mater del hogar “Los Carasucias”, Roberto Zuccarino se abrió camino con tesón y talento en el mundo del Tango. Ahora presenta su show “Tango y nada más”. Nos juntamos con Roberto para charlar sobre el arte del 2×4, sus comienzos y sobre Mónica.
– ¿Cómo surge la posibilidad de hacer “Tango y nada más”?
– Era una idea que tenía de hace más de diez años. Como he trabajado mucho en casas de tango, viajé con distintas compañías a varias partes del mundo, siempre escuchaba en los camarines decir a todos los bailarines de escenario –yo también me considero bailarín de escenario pero empecé bailando en el salón, en la milonga. No empecé bailando coreografías, soy un poquito de los dos porque de chiquito, mi vieja me hizo escuchar mucho tango y me crié escuchando todo eso. Hasta bailaba tangos con la vieja. Después, de más grande, pude trabajar de esto-, “los bailarines de salón no pueden bailar arriba de un escenario.  Hay que tener otra preparación”. Siempre hubo como una rivalidad entre los bailarines de salón y de escenario. El de salón sería la milonga y el de escenario sería el que da show. La variante de escenario es que puede ser un bailarín de clásico o de folklore que se dedica al tango.  El de salón es bailarín solo de tango. Estuve analizando y yo, que admiro mucho el baile de salón –que es el tango más tradicional-, me decía “que bueno sería hacer una compañía con estos bailarines”. Entre las cuatro parejas que convoqué hay tres que son campeones del mundo y la otra salió segunda o tercera. Cuando les tiré mi idea, se engancharon de una. Dijeron “que bueno poder hacer lo nuestro, arriba de un escenario”. Esto sería algo distinto a los que todos veníamos haciendo.
– El tango, hoy por hoy, ¿solo está hecho para bailarlo?
– No. Es una buena pregunta pero creo que, hoy por hoy, los que llevan la bandera del tango son los bailarines. En otros años, los que llevaban las banderas eran las grandes orquestas y después fueron los cantantes como Rufino, Mauré o un montón de cantantes que eran de primera categoría. Si vos me preguntas por cantante número 1, te digo que no hay, salvo Gardel. Después empezamos a ver el gusto. En este momento, le tocó llevar la bandera a los bailarines. Por eso, parece que entra más por el lado del baile pero para mi, el tango te va a agarrar de algún lado. Si sos músico, te va a agarrar por la música o si sos bailarín por el baile  o el cantante que te gustó, pero te engancha seguro.
– Me dijiste que sos pianista. ¿Es difícil combinar al músico con el bailarín?
– Si pero yo lo combiné siempre. Primero trabajé como músico, como pianista en orquestas de salsa y demás.
– Se que es difícil saltar del instrumento para bailar o cantar.
– Igual nunca salí de la música. Soy compositor también y le hice las letras a muchos grupos tropicales muy conocidos o temas de ahora, son temas míos. Mi viejo representa grupos y yo me quedé por el lado más artístico. Si agarramos un grupo soy el que está metido con los arreglos, con los temas. En mi familia eran todos bailarines. Era natural que siguiese por esos lados. Mis abuelos eran brasileros y todos tienen sangre latina. Se bailaba salsa y demás ritmos. De chiquito ya bailaba. Después estudié música y me morí cuando metí la mano por primera vez en un piano. Igualmente lo del baile lo hacía solo como un hobby ya que era músico. A los 24, 25 años empecé a decidirme a bailar profesionalmente. Tuve suerte porque una chica me dijo que dedicara a bailar. No se porqué me pegó. Un día hablé con Estela Raval porque quería saber si conocía a alguien para ir a bailar a Canal 26 –ella es la madrina del canal-. Me pidió que le mande material y se lo llevé al Astros, que estaba haciendo un show. Ella ya me conocía de otros lados, y me dice “Bailate un tema”. Bailo una canción y cuando termino, me dice “¿Querés debutar mañana, conmigo, acá en el Astros? Yo te voy a amadrinar”. Ahí empecé a laburar con ella, en “El show de Estela Raval” e hicimos toda la gira. A Estelita la tengo ahí arriba. Fue mi hada madrina.
– ¿Qué escuchás de tango?
– Me encantan todas las orquestas de antes. Di Sarli, Rufino, D’Arienzo con Mauré me mata.
– ¿Y Piazzolla?
– Lo admiro como artista pero no lo estoy consumiendo tanto. Admiro todo lo que hizo, desde cuando estuvo con Troilo que era tremendo. Mucha gente dice “Piazzolla, lo moderno” pero se olvida de esta etapa. Tocó con cada nene y le hacía los arreglos. Era un tipo que sabía muchísimo de tango. Se pasó de rosca e hizo cosas que al tango le hizo muy bien porque gracias a Piazzolla, el tango llegó a muchísimas partes del mundo. Hay gente a la que no le gusta el tango pero si le gusta Piazzolla. Después, gracias a Piazzolla, mucha gente que escucha clásico, se empezó a acercar al tango. Y asi, se van enganchando. Además, no tiene la marca tradicional del 2×4. Vos hablás con un tanguero viejo y no le gusta por eso. A los jóvenes, les parte la cabeza. En mi caso, no se si me da tanto para bailarlo. En este espectáculo, hay de todo para bailar pero hay un instrumental de Piazzolla. Me gusta darle su lugar pero no todo un espectáculo. Puede haber un espectáculo todo de Pugliese o de D’Arienzo pero no de Piazzolla.
– Sino tendríamos que volver a la primera pregunta, de tango de salón o de escenario.
– Exacto. El tango de escenario….lo que ahora tiene, retomando lo que decís del sentimiento y la técnica, ahora la gente de salón se han ido preparando y tienen mucha técnica. No es que vas a ver en el show, bailarines como en una milonga sino gente muy profesional, que baila tango con mucho sentimiento, que improvisa y no hace tantas cosas aeróbicas for export. Agarrás cualquier bailarín contemporáneo de clásico, sin ninguna clase de tango, le das una coreografía y te la hace. Te levanta el pie dos metros pero no tiene “tango”. Preguntas “¿Y ahora?”. En nuestro espectáculo, queremos llegar al sentimiento.
Intermedio: Calor que derrite el de Buenos Aires. Roberto llega puntual al Margarita Xirgú. A pesar de todo, como buenos porteños, tomamos café y empezamos una charla cálida y emotiva, que llega hasta el grupo TKiero, de chicos carasucias. Charlamos de música y recuerdos pero también del presente. Roberto se hizo cargo de la tarea de Mónica, en el hogar “Los Carasucias”. Ahora nos cuenta los pormenores de esta tarea y el gran recuerdo que le dejó su mamá.
– ¿Si te pregunto por el grupo TKiero?
– Ah! Estuviste indagando…(risas). ¡Que buena historia! Estaba en un grupo llamado Angie y la diferencia. Angie era mi novia. Eramos muy chicos. Ella tenía 18 y yo 17. Bailábamos juntos y ganamos el concurso de Azucar. Asi y todo, hacía dos meses que salíamos y no sabía que ella cantaba ni ella que yo era pianista. Armamos un grupo bien de barrio. Ensayábamos en lo de mi vieja y hacíamos bingos para juntar plata para grabar. Lo mismo que hacen todos los grupos. Justo pasa que el papá de ella, que laburaba para Alcides y se muere Gilda. Justo habíamos grabado dos temas y llaman Magenta y Leader Music y firmamos con Leader. A los dos meses, mi vieja me tira la idea de armar un grupo con un par de chicos “carasucias”. Fue muy lindo….me emociono cuando lo recuerdo. Les enseñé a tocar y los llevamos a Leader. Mi vieja eligió el nombre.
– ¿Y la Fundación?
– Ahora me hice cargo de la Fundación. Es un tema difícil. Gracias a Dios estoy contento que se unió mucho mi familia para ayudarme sino era imposible. Siempre estuve al lado de mi vieja como hijo pero no estaba inmerso en la tarea que ella desarrollaba. No estaba en la Fundación. Estar con la vieja era mi cable a tierra. Terminaba la cena show y nos juntábamos a tomar mate hasta tarde. Me pedía que le cuente y después me la llevaba al show de Estela Raval. Lo poquito que podía, venía. Antes de que le pase lo que le pasó, me dijo que quería que yo me encargue de todo porque era el que más la conocía y sabía que era lo que ella quería. Fue difícil pasar el duelo (lo estoy pasando) y hacerme cargo de un hogar de setenta chicos, que viven ahí, de bebes recién nacidos hasta los doce años. Después tenemos otro hogar de madres con chicos que son noventa personas y después el comedor, al que vienen cientos de personas todos los días. Si no hubiese sido por la ayuda de mi familia, sería imposible. Estoy con todo ahora y mi prioridad uno es el hogar de chicos en el que mi vieja dejó de la vida, en Lisandro de la Torre 1948. Hay muchos que me dicen “en qué querés que te ayude?” y siempre les digo “Vení al hogar y hablamos”. Te puedo contar pero bueno, tenés que verlo. Quedate ahí, un rato con los chicos. No traigas nada. Se que la gente que entra ahí, se vuelve loca. Mi vieja fue una chica de la calle que sufrió mucho. Ella nunca quiso que fuera como un reformatorio ni nada sino un hogar. Acá no hay encargados ni nada. La única presidenta de la fundación fue mi vieja. Fue la vida de mi vieja y quiero que sea lo más transparente posible y que los chicos estén bien.
– Me encanta lo que decís de “venite al hogar”.
– Claro…realidad absoluta y fijate como me podés dar una mano. Si podés venir una vez por semana para leerle a los chicos, fantástico. Sos pianista y querés enseñarles, dale. Venite a ser un tío más. Si uno tiene problemas en una familia, imaginate con 70 chicos. Es una historia complicada. La otra vez, estuve con el padre Farinello y me decía “lo que te dejó tu vieja es muy jodido porque ya no hay hogares”. Los que hay son de tránsito nada más. El Gobierno tampoco tiene. Hay comedores que ayudan. Es una responsabilidad. Cuando me lo dijo, me agarró miedo. Igual siento que está mi vieja, velando. Es el lugar de ella.
– ¿Están recibiendo alguna ayuda del Gobierno de la Ciudad?
– No. Solo nos ayuda un poco el Ministerio de Desarrollo Social, con Alicia Kirchner. Siempre nos dieron una mano. Cuando pasó lo de mi vieja, se portaron de primera. Ciudad no se acerca. No se porqué pero no.
– Si por acá entrase el Roberto que empezaba a bailar, ¿qué le dirías?
– Que buena pregunta….Que no largue la música y se dedique a bailar tango. Le diría que haga lo que le gusta. Soy una persona que cree que no existe la suerte. No, creo mucho en el laburo. Si quiero ser bailarín, me dedico a bailar y practico seis horas por día. Son cosas que pasan bastante frecuentemente. Hay que empezar de abajo y aprender. Sé que acá es difícil y que no se valora lo que se merece. Pero hay que intentar, probar, estudiar o trabajar. 
Sábados 12, 19 y 26 de febrero. Margarita Xirgú. Chacabuco 875. A las 20 hs.

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