Pirucho (Teatro)

Joven argentino, orgullo nacional

Dramaturgia, investigación y dirección: Martín Seijo. Con José Escobar, Ernesto Fontes, Claudia Mac Auliffe y Daniel Miranda. Vestuario: Nora Iniesta. Fotografía: Jorge Marino. Asistencia de dirección: Rosario Iniesta.

Elefante Club de Teatro. Guardia Vieja 4257. Viernes, 21 hs.

El hall del Elefante Club de Teatro está lleno de gente. Se espera para el comienzo de la función. Lo que no saben los espectadores que la misma ha comenzado. Martín Seijó lo hizo de nuevo en esto de cambiar las formas preestablecidas para hacer teatro. Una mesa larga será la única escenografía –u objeto- destinado a una puesta llamada “Pirucho” que se inicia incluso antes de la usual entonación del Himno, con el cual se da comienzo a cada una de las puestas de la Compañía de Funciones Patrióticas.

Tres actores (¿lo son? ¿están “actuando”?) se sientan alrededor de la mesa y, gracias a los servicios de “La Patria”, comienzan a desglosar la correspondencia que hubo entre Pedro Soraire y su hijo Pirucho, en momentos que éste se encontraba cursando en la universidad. Las cartas y los objetos son absolutamente originales y son compartidos con el público el cual, al tiempo que presencia la obra, se sumerge en los elementos que conforman la dramaturgia de la misma.
Será en ese momento que se conformarán los dos personajes en cuestión, Pirucho y su padre a partir de las voces de los actores al tiempo que se constituirá una excelente radiografía con los momentos previos a la asunción del entonces coronel Perón al poder. Las cartas dan cuenta de cómo se vivían esos momentos de cambios tan frenéticos en los que, por ejemplo, aquellos que decían apoyar a quienes apoyaban, terminan en el bando contrario a quienes dicen apoyar. Esto que parece un trabalenguas, es un buen resumen de la conducta de la izquierda en Argentina. Más allá de las ideas esbozadas por Pirucho y don Pedro, el texto siempre estará matizado con la pluma de dos seres que se aman y respetan profundamente como un padre y un hijo en pleno desarrollo. Serán las etapas de la vida del joven las que se apreciaran en las cartas al tiempo que se descubre un mundo nuevo que no siempre es el deseado. Las vicisitudes con el dinero y la relación con el resto de la familia se mezclan con la sorpresa del despertar participativo de la mujer y del estudiantado en materia política. Los libros y las alpargatas, tanto como sus diversas pertenencias y las ideas acerca de la «lucha de clases» atraviesan el relato, con dinamismo pero sin caer nunca en la seriedad extrema. 

La voluntad de servicio y el respeto por el otro serán claves para entender la personalidad de un Pirucho tan querible como curioso de su propio tiempo aunque marcado por la férrea crianza que le había sido dispensada. Serán estos atributos los que lo llevarán al umbral del recuerdo popular y el reconocimiento de su pueblo aunque, lamentablemente, desconocido para el gran público.  La reivindicación de Pirucho será releyendo su historia pero a través de sus propias palabras y con un espectador que lo puede oir, ver y hasta tocar con los documentos y fotografías utilizados para la puesta.

Dicen que “el teatro….teatra”. ¡Por favor! ¡¿Con lo rico que es el idioma español, inventamos palabras para engordar nuestro ego?! El teatro conmueve, llama a la reflexión y brinda la posibilidad de pasar un momento agradable, entre tantas cosas. Dentro de lo dicho, la Compañía de Funciones Patrióticas va por su puesta n° 13 (¿qué te parece?) en un marco donde la coherencia, la seriedad y el humor se combinan para brindar otra punto de vista sobre diversos acontecimientos de la historia argentina. 

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