Suele decirse que “Dios está en todos lado pero atiende en Buenos Aires”. En tiempos de cuarentena y Covid-19, pareciera que lo que ocurre en CABA y alrededores –cortesía del monopolio de los medios de comunicación y el continuo bombardeo de noticias- es extensible a todo el país.
Desde ECDL consultamos con ciudadanos de diversas ciudades del interior del país acerca de cómo viven la pandemia y el aislamiento social.
La grilla de la televisión muestra todo lo que ocurre en la capital aunque estés en Ushuaia, Resistencia, Guaymallén o Santa Rosa. De la misma manera, los medios se hacen eco de la pandemia. Los contenidos son mayoritariamente producidos en la Ciudad de Buenos Aires extendiéndose a toda la Argentina. Más allá de las medidas tomadas por el Gobierno Nacional, Capital Federal, el conurbano bonaerense y la provincia de Buenos Aires, acaparan los contagiados y fallecidos por el Covid-19 en relación con el resto del país. Esto no quita que buena cantidad de provincias ha aligerado la cuarentena por los buenos resultados obtenidos aunque…el acento está puesto siempre en CABA. Por tal motivo, recabamos testimonios de distintos puntos del país respecto a como ven la cuarentena, la forma en que ha influido en su vida cotidiana y la recepción de las noticias.
Gabriel Maizel acababa de abrir un negocio hace poco en Salta capital y justo lo agarró el aislamiento social obligatorio. “Ahora estamos bien pero costó acostumbrarse. Al principio, era muy estricta la cuarentena en la ciudad pero han flexibilizado bastante”. En Mendoza, ocurre algo similar. Fabián Sepúlveda es periodista y cuenta que “estábamos bastante preocupados. Actualmente, estamos bien y se flexibilizó la cuarentena. El domingo se puede salir a hacer actividad física. Los comercios, dentro de todo, están abiertos menos los restaurants, como en todos lados. Hay mucho negocio de venta de ropa, calzado, etc. No se han registrado muchos casos positivos en los últimos tiempos”. Otro colega periodista como Ezequiel Piccoli, de Cañada de Gómez, provincia de Santa Fe, describe que “en la ciudad estuvo complicado en un principio. Esto debe haber sido común en las ciudades del interior con la imposición de no salir. Lo primero que nos pasa es sentir que estamos atrapados en nuestra propia ciudad, nuestra propia casa y a nadie le gusta que esto se lo impongan. Ese ha sido uno de los grandes problemas. Pero una vez que fueron pasando los días y se fue extendiendo el aislamiento. No sé si la gente comprendió si pero aceptó que hay que estar más tiempo en casa y menos en la calle así como a tomar distancia de las relaciones que tenía antes, como hablar con el vecino en la puerta de la casa, visitar a tus padres o llevar a tus hijos a la escuela”.
Desde Posadas, Julia Barrandeguy -comunicadora cultural y trabajadora en redes sociales para el ámbito artístico oficial y organizaciones de la sociedad civil- afirma que todo “pasó a ser más virtual que nunca. La computadora, internet y el celular son extensiones de mi vida. El trabajo que antes hacía part-time se transformó en full time y en modo “on line” sin salir de casa. Workhome o teletrabajo con escasa diferencia entre vida profesional y personal”.
Más cercana a Porteñolandia, Andrea Stolowicki –docente y pianista- desde La Plata, visibiliza su realidad. “En la ciudad en general, al principio, la gente no salió para nada, ahora bastante mas, pero todos respetan mucho las cuestiones del protocolo. En mi caso, estoy viviendo con mis dos hijxs de 8 y 13 años. Los comerciantes están intentando, a través de notas al intendente, de reactivar el comercio. En mi barrio, no han subido los precios terriblemente, por suerte. Soy de comprar a los comerciantes locales”.
Será Piccoli que ponga un “antes y un después en Cañada de Gómez -ciudad de treinta mil habitantes-“. Fue “el momento en que se dio a conocer que había un caso positivo de Coronavirus. Más allá de esto, y que la gente tuvo un poco de temor, todo fue llevado de la manera más rápida, con los protocolos correspondientes. Se aisló a esta persona que ya está recuperada y trabajando. No hubo ningún tipo de propagación más allá de este caso particular. Venía de un viaje al exterior y trabaja en el sector de la Salud por lo que, ante el primer síntoma, se dirigió a sus superiores que activaron el protocolo. Se pudo llevar –por la edad que tiene- el paso por la enfermedad. Barrandeguy no deja un tema candente por tocar. “Me preocupaba la relación con las fuerzas de seguridad y el excesivo control sobre las libertades individuales. Esas son, quizás, mis posibles críticas. Pero entiendo que nos deben cuidar lo cual agradezco”.
El cambio de hábitos que se realizó por la cuarentena fue fuerte. El impacto económico fue importante. Maizel afirma que “al principio el negocio cerrado producía gastos y deudas pero no entradas”. En el caso de Barrandeguy, fue “el no poder circular. Tenía planeado dictar clases y talleres en otras localidades de Misiones y en la frontera, especialmente con Paraguay y se suspendieron. Lo mismo con eventos culturales en los que participaba, producía u organizaba. Todo lo que pudimos, lo transformamos y llevamos a la virtualidad. La mayoría pasa por Whatsapp, Instagram, links de Mercado Libre, tarjetas y bancas de banco por internet”. Piccoli retoma este punto. “Muchas cosas que estaba haciendo las dejé de hacer. Buena parte de mi labor en la calle, no la puedo hacer, más allá que la cuestión periodística me permite seguir trabajando. La venta de publicidad es un gran problema si los negocios están cerrados. Lo mismo con otros trabajos como conducción y coordinación de eventos que se han parado”.
Todos estos cambios también tienen su correlato en la parte humana. Stolowicki afirma que “estuve algunos momentos angustiada, porque me sentía sola y con miedo al estar a cargo de mi familia. Pasamos por varias etapas. Momentos mejores y peores, de mas nervio o mayor alegría. Mis hábitos no cambiaron demasiado, solo que lxs chicxs no van al cole, ni yo al trabajo. Somos caseros asi que zafamos. Nos fuimos acostumbrando. Ahora estamos mejor, más organizados”.
Sepúlveda retoma la relación con los hijos. “Le hemos dedicamos tiempo a las clases de nuestra hija de siete años, que está en segundo grado. La maestra le pide una tarea diaria por lo que estamos con ella y le explicamos”. Piccoli reflexiona al respecto. “Ahora es convivir con dos personas más (mi esposa y mi hijo) las veinticuatro horas cuando antes cada uno tenía sus horarios de trabajo y estudio. El estar en el mismo espacio y coincidir en determinados momentos y actividades pasó a 24×7. Con un niño pequeño, las cosas han cambiado. No podes salir a la vereda a jugar o dar una vuelta en bicicleta genera algunos inconvenientes a lo que hay que ir encontrando la manera de pasar a estos nuevos hábitos asi como la cuarentena lo mejor posible”.
Un detalle que pasó desapercibido pero no por eso menos importante lo trae a la charla Sepúlveda al referirse a “los habitos de higiene que no teníamos”.
Las medidas tomadas por el Gobierno Nacional logran unanimidad en los consultados. “Si, estoy de acuerdo con las medidas que tomó el presidente. Fueron certeras y en el momento justo” afirma Piccoli. En sintonía, Sepúlveda ilustra que “el gobierno de Mendoza es radical. Tuvo que acoplarse a las medidas nacionales y lo ha hecho bastante bien. Acá, dentro de todo, la cuarentena es una obligación. Te la hace cumplir un policía aunque no me gusta. Ha habido algún que otro caso arbitrario de abuso de autoridad pero han sido pocos. Estoy de acuerdo con las medidas por más que me duela y afecte mi economía”. Piccoli vuelve sobre sus palabras para establecer algunas diferencias. “Más allá de las medidas a nivel nacional, en el interior del interior, tenemos algunas otras cuestiones. Si bien Santa Fé y Rosario tienen un alto número de contagiados, nosotros estamos a 70 kms y dependemos de las relaciones comerciales con Santa Fé. Cañada tiene otras libertades por ser una localidad pequeña. Tanto a nivel nacional, provincial y local, las medidas se tomaron en tiempo y forma”. Stolowicki afirma que “Es la primera vez en mucho tiempo que estoy de acuerdo con un gobierno. Por lo menos en este tema”.
La falsa dicotomía entre economía y cuarentena también forma parte del diálogo. Maizel recuerda que “al principio había que elegir en proteger a la gente. En las ciudades que están con menos casos ya se podría ver más la cuestión económica. Igual, el mayor problema es el contagio en las ciudades”. Stolowicki habla de este dilema. “Habría que ver una forma donde no se tenga que elegir. Que el gobierno pueda sacar fondos de las grandes empresas, los se llevan fondos nuestros al exterior y que se pueda cuidar a la gente y a las pequeñas pymes y empresas. Que el comercio local no se funda y pierda su trabajo. No tener ingresos es horrible y agarrarse el corona virus también…” Piccoli se sube a esta idea. “Entiendo la cuarentena y estoy contento con la decisión del aislamiento en aquél momento pero a partir de ese momento, empecé a pensar en la economía. Tenía asegurada la cuestión de la salud pero tenía que responder desde lo económico, en mi ciudad, a mi familia. Supongo que deberían ir de la mano y que el presidente lo debe haber pensado de esa manera: cuarentena y economía y no elegir, más alláque en su discurso puso a la salud por encima de la economía”. En cambio, Barrandeguy y Sepúlveda son contundentes. Sostiene la primera que “hay que seguir con los cambios necesarios para que se puedan hacer más intercambios y transacciones en lo virtual o digital. Armar protocolos y reglas claras para movernos en ese mundo y que nuestra moneda nacional también funcione”. Por su parte, Sepúlveda cierra diciendo que “Elegimos la vida por sobre la economía más allá que todos los proyectos que teníamos para hacer este año y el año que viene quedaron por el piso. Pero estamos vivos. Acá hay una movida en contra de la cuarentena. Un poco más leve pero existe. Obvio que, a medida que se pueda salir, hay que aprovechar esa apertura para que se mueva el comercio pero….si no hay gente viva, no hay comercio”.
Con respecto al tratamiento de los medios desde Buenos Aires, también hay cierta unanimidad. Será Maizel quien abra el juego diciendo que “Siempre es así. En todos los noticiero son más las noticias sobre allá que del interior”. Sepúlveda se refiere a que “cada vez nos acostumbramos más a decodificar los mensajes que vienen de Buenos Aires y los que vienen desde acá” mientras que Barrandeguy, si bien afirma que “es bueno en general aunque por ahí aparece el sensacionalismo o esa banalidad y tratamiento superficial de los acontecimientos”. Además, busca otros medios. “Trato de informarme por varios medios para variar las fuentes. Uso también las redes con fuerte arraigo local”. Stolowicki se muestra desconfiada. “La mayoría de los medios no me informan nada, y están a full con el conteo de los muertos. Creo que la información está vista desde un lugar poco objetivo”.
Piccoli es preciso en su visión. “La diferencia entre el interior –con todo lo que eso implica- y Capital Federal…Todo pasa en CABA pero cuando pasa algo malo en la capital, el resto del país parece que no existe. Te doy un ejemplo: quince días antes que sucedieran los infectados en los geriátricos, nosotros dimos la noticia que eso había ocurrido en una pequeña localidad de Córdoba. Pasó lo mismo que en Buenos Aires. Una persona que trabajaba en el área de Salud y en un geriátrico, contagió a un abuelo que a su vez lo hizo para con un par más. Así fue que terminan cerradas por quince días dos villas (no por ser de emergencia sino que, por su población, no llegan a ser ciudad) con acceso a una localidad de más de cincuenta mil habitantes. Nosotros lo dimos como información quince días antes que ocurra en Buenos Aires pero cuando sucedió en Buenos Aires fue ‘información para todo el país’. Entonces, hay dos realidades. Hoy, las noticias que nos venden los medios a nivel nacional y las noticias que consumimos en cada una de nuestras provincias.
Barrandeguy abre el juego hacia otros rumbos que sería para un debate que, hoy en día, se debe la sociedad. “El problema son los medios y su vínculo con los partidos y el gobierno de turno”.
Por su parte, Sepúlveda tira un dato importante. «En Mendoza, se llegó a garantizar la cosecha antes que se viniera la cuarentena. Entonces, los sectores más reaccionarios y conservadores de las empresas, que son los viñateros y los bodegueros no dicen nada. Dentro de todo, están tranquilos. Los que están más inquietos son los del microcentro pero, al ser de menor repercusión que un bodeguero, están calmos. Si la industria del turismo que hay algunas quejas por el tema de los subsidios pero por más que abran, saben que no hay gente”.
Una canción de los Redondos dice que “el futuro llegó, hace rato” lo cual abre el interrogante a las expectativas por el porvenir. Maizel espera “poder recuperar económicamente poder crecer y q todo esto pase pronto” al tiempo que Barrandeguy desea “retomar algunos hábitos de nocturnidad, como salidas gastronómicas y culturales. Obviamente las reuniones familiares”. Sepúlveda pide que “no haya contagios. De alguna forma, acá en Mendoza, con esta apertura que hay en lo económico, va a traer un poco de alivio. Habrá que esperar. El futuro, honestamente, es incierto”. Stolowicki tiene “expectativas buenas y malas. Hubo solidaridad acá, en La Plata. Compromiso social, por ejemplo, en los comedores, los barrios. Con respecto al tema “violencia de género”, se armó una página con varias mujeres y estamos activando desde ahí. Tema comunicaciones, videos, conferencias, educación a distancia, talleres, clases de todo tipo, cosas nuevas y muy piolas que van a quedar. En cambio, las malas son a nivel económico. Va a costar un montón al país, remontar, ya que a nivel mundial también la cosa esta para atrás. Salvo que cambie algo groso, se mueva, modifique o cambie el sistema capitalista, (que no va pasar seguro), mis expectativas en este punto, son bastante pesimistas”. En esta misma línea, Piccoli espera que “sirva para acomodarnos. Que los políticos se den cuenta de los grandes errores y falencias que tiene el sistema de salud, de educación, de justicia. El sistema político en todas sus aristas. Que puedan construirse nuevos modos de hacer política tanto oficialismo como oposición. Si de esta situación no sacamos algo positivo para crecer, vamos a estar verdaderamente mal. El futuro, en vez de sacar lo positivo, va a ser bastante oscuro”.
En tanto precisión, de cómo será “el día después de la cuarentena”, hay deseos que se repiten. Maizel piensa que “no me lo imagino pero sería espectacular poder estar sin barbijo como antes, para poder compartir con los que uno quiere”. La familia y las amistades ocupan un lugar preponderable. Barrandeguy se imagina “comiendo un asado en familia, con mis sobrinos y a la noche, un brindis con amigos del teatro, viendo una obra o asistiendo a una murga” mientras que Stolowicki afirma que “por un lado, felices de regresar a vernos en persona, a abrazarnos, a escucharnos, alegres de juntarnos para charlar como pasamos la cuarentena y contar anécdotas. Pero por otro lado, creo que va a quedar un miedo, un alejamiento de algunas costumbres. Va a quedar un resabio a nivel social”. Esta alerta es compartida por Sepúlveda. “En el caso hipotético que se termine la cuarentena…para siempre, creo que va a seguir siendo todo lo mismo. Lo único que se ha hecho acá es magnificar dos meses de vida como si fueran diez años. Ha sido poco tiempo pero creo que nos ha alterado todo. Más a través de la prensa que busca la noticia, el “que va a pasar”. Esto de ‘la angustia’…Se busca noticia donde no hay. Al haber cuarentena hay pocas noticias. Salvo las pymes que están mal, las grandes empresas no son tan así. Por eso digo de la “exageración” de todo eso. Por otra parte, se exacerbaron las miserias. No va a haber un cambio romántico ni nada. No creo que nos volvamos una mejor sociedad”.
Finalmente, Piccoli comparte estas impresiones. “Una cosa es el deseo y otra lo que puedo leer socialmente de mi ciudad. Cuando digan ‘a partir de mañana, salimos del aislamiento’, me da la impresión que mucha gente va a querer hacer el 99% de las cosas que hacía antes y eso no se va a poder. Las relaciones van a ser distintas. ¿Lo que quiero? Es la posibilidad de salir a caminar cinco cuadras y jugar a la pelota con mi hijo en el parque. A veces uno no se da cuenta de las cosas que tiene hasta que las pierde. Un ejemplo simple es ir a un parque con tu hijo y patear un rato. Cuando no lo tenes, te das cuenta de su importancia. Imagino que esto se repite con cada uno de las personas y sus deseos. Mucha gente ha dejado de ver a sus familiares porque no se pueden movilizar o porque las edades no permiten los traslados. Esperemos que el día después sea importante, positivo y feliz para todos. Que nos permita barajar y dar de nuevo.