Omitir no es mentir

Hace dos domingos, durante casi media mañana, llegando hasta las 15 hs, la señal de Todo Noticias daba una noticia en la que Baradero estaba «en llamas». Logrado el objetivo de captar la atención del espectador, se iban «ponchando» titulares en los que se iba deduciendo el motivo de esta situación en dicha ciudad. «Dos jóvenes habrían (sic) sido embestidos por un inspector municipal de tránsito que les quería hacer una multa». A partir de ahí, la furia de los vecinos y amigos que se canalizó en la agresión a un concejal de la Coalición Cívica, la quema de una radio y la municipalidad.
 
Lo que más me interesó de todo esto fue que todo lo referido a los jóvenes y su accionar era descripto con la utilización del «potencial», un tiempo verbal que no denota certeza sino una situación hipotética y probable. No fue así para el accionar de las autoridades municipales, con las que siempre hubo «certeza» en su accionar. Al respecto, con una placa que decía «llegaron los refuerzos» y un fondo con la imagen tomada de un celular, que mostraba un edificio quemándose, el espectador infiere una sensación de «seguridad» y «tranquilidad» que brindarían estos refuerzos que estaban llegando, trayendo «paz», alejando todo «conflicto».
Que este conflicto haya surgido porque la gente se cansó de tener una «autoridad autoritaria y represora», y que se haya llevado consigo a dos adolescentes, no importa. Lo que interesa es el cese del conflicto. Que no haya conflicto. Esta idea es muy de estos últimos tiempos en los que se vació el debate de ideas (fuente de toda política) por un «intercambio de propuestas» en las que todos son felices porque no hay «conflictividad».
En TN se hacía hincapié en la quema del edificio municipal, en la agresión al concejal de la CC pero nunca en lo que motivó la acción de la gente. La pueblada fue esa «chusma salvaje que solo entiende de violencia» y «nosotros, los medios «serios» buscamos la información y el mantenimiento del orden». Esta forma de mostrar la situación es muy maquiavélica ya que le quita toda motivación a una reacción (justificada o no) de lo que se denomina «la gente» (término mucho más pasteurizado que el de «pueblo»).
Por otra parte, da la pauta de un miedo a la reacción descontrolada y ahí hay un meollo importante en esta cuestión: la ausencia de control paraliza a quienes tienen todo «fríamente calculado».
El control no tiene nada que ver con el cambio. Los que controlan, son pocos y controlan a unos muchos. Si estos muchos quieren tomar el control, los pocos quedan en desventaja y dejan de percibir los beneficios que tenían al tener el poder y el …»control».
Veamos lo que decían los portales de los diarios más importantes del país.
La Nación: «Graves incidentes por la muerte de dos jóvenes tras un accidente».
Clarin: «Pueblada en Baradero por la muerte de dos adolescentes».
Infobae: «El edificio municipal de Baradero quedó destruido por completo tras los incidentes»
Pagina 12: «Baradero se transformó en la ciudad de la furia».

Cuando el intendente Aldo Carossi pidió «que impere la cordura y responsabilidad de la sociedad para calmar el tema y no se destruyan más inmuebles de la ciudad», omitió el accionar que provocó todo esto. A los oídos de la gente sonó como un «vayanse a casa, no jodan que después nos olvidamos todo y de todos«. De esta manera, solo quedará la familia de los damnificados, con su dolor a cuesta y el resto…»a dormir que mañana hay que laburar». De Justicia, bien gracias, ¿no?
Por otra parte, la situación va a quedar como el día que Baradero ardió y no como el día que murieron dos chicos porque chocaron con un móvil policial. Otra noticia trágica y con final repetido: el olvido.

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