La obra de Sarah Kane es interesante ya que cruza el drama de Fedra, Hipólito y Teseo a nuestros días, con un realismo crudo y feróz. No obstante, la puesta no logra este propósito porque insinua y no concreta. Si se va a ser transgresor, que lo sea de manera completa y no hasta la mitad porque a esta altura del partido, una masturbación para abrir una obra, no asombra a nadie. La puesta está separada por escenas y en los cortes aparecen los asistentes que tiran todo al piso para mostrar enseguida un video de la turba afuera. Entonces ¿Quién tiró todo y para qué? No se entienden estas licencias. Por otra parte, estos cortes son abruptos y cortan el clima logrado.
Los videos tienen una estética bizarra, de fuertes colores, similar a cierto cine de clase B. Así y todo, la obra es de paso ligero. Se hace corta y es digerible. En relación con las actuaciones, se destaca Pablo Cura como Hipólito dentro de un buen nivel que prima en el resto del elenco.
“Amor de Fedra” tiene como mérito el deseo de volver a releer a Sarah Kane pura y exclusivamente.