En el caso de “Cristal negro”, la utilización de los textos de Pizarnik en una mujer desdoblada, tienen sus momentos de onírica lucidez. En un ambiente blanco y luminoso, la decisión previa a una salida, con respecto al maquillaje y al calzado, deja de ser frívola al ser atravesada por la poética de Pizarnik.
Ese es el momento donde la decisión pasa a tener un contenido “ideológico”, por llamarlo de alguna manera. Ellas dialogan. Hablan, se inquieren e interrogan para llegar a respuestas que desencadenaran nuevos interrogantes. Las palabras atrapan por su vuelo poético que, a partir de las voces y el espacio creado, permiten una nueva lectura de textos que, de por si, ya tienen una “creación de sentido” propia.
La poética, no obstante, no pierde ningún viso de cotidianeidad. Tanto María Emilia Ladogana y Nadyn Sandrone despliegan sensualidad y sentimientos a la porción de mujer que le corresponde para llegar a la mixtura plena en un final obvio, aunque no por eso, deja de ser interesante.