El Don de la Palabra (Teatro)

Lo dicho y lo establecido


De Andrew Bovell. Versión: Alejandro Tantanian. Traducción: Mariana Sagasti. Con Gonzalo Heredia, Andrea Politti, Guillermo Arengo y Sofía Gala Castiglione. Vestuario: Pablo Battaglia. Escenografía: Graciela Galán. Iluminación y video: Jorge Pastorino. Musicalización y dirección: Alejandro Tantanian.

Teatro Picadilly. Av Corrientes 1524. Miércoles a viernes, 21 hs; sábado 20 y 22 hs y domingo, 20.30 hs.


La palabra como eje fundamental, será la constructora de las acciones que llevarán a cabo los protagonistas. El rompecabezas que se elabora, desde un comienzo, toma a los nueve personajes que darán vida los cuatro actores elegidos por Alejandro Tantanian, para el texto de Andrew Bovell. Relaciones entrecruzadas de parejas a las que el destino les quiso jugar una mala pasada -o no- de acuerdo a como se mire la situación. El texto es atrapante en sus palabras y con la exactitud marcada en su acontecer. 
En la puesta, pasan cosas (como decía Nico Repetto en “Fax”), suceden hechos, dejando de lado algo que está empezando a verse en algunas obras del “sugerir” tanto que, al final, no pasa nada, transformándose en una anécdota larga. No es el caso de “El Don de la Palabra” donde se busca algún otro horizonte. Desde el principio, con un relato dicho por el elenco que, a través de las palabras y la terminación de cada una de ellas (con el correr de las funciones, se aceitará la concreción de la idea), construirá un sentido que será disparador de lo que vendrá a continuación. Encuentros y malos entendidos, lo supuesto que no lo es tal, lo dicho y lo no comprendido, el deseo y lo real de cada una de las vidas de los personajes.


El texto exige atención a cada cosa que dicen los actores. Exige e inquiere al espectador desde el mismo comienzo de la puesta.
El marco donde se desarrollan los acontecimientos es etéreo y atrapante. Mediante la utilización de algunas estructuras móviles junto con un proyector que pone un fondo acorde cuando amerita la circunstancia, la puesta tiene un sello propio y personal. La utilización de estas estructuras y la iluminación crean un ambiente atemporal sin que esto implique frialdad. Por el contrario, en las imágenes se verán objetos que serán vitales en el desarrollo del relato. Desde un texto a un zapato, se logrará captar la atención inmediata, volviendo a atrapar al espectador en su telaraña de sentidos y palabras. La iluminación será fundamental para estos fines. La música acompaña con exactitud y no deja de sorprender la variedad de sonidos utilizados. Más aún cuando se incluye “No expectations”, un blues hermoso de los Rolling Stones, del disco “Beggars Banquest”.


Guillermo Arengo se lleva todas las palmas con la creación de personajes de los más disímiles, siempre con el talento que le es reconocido. A través de pequeños gestos y movimientos, construye mundos y personajes de gran riqueza. Por su parte, Andrea Politti es exacta aunque el vestuario no termina de convencer respecto si es el adecuado a cada a una de sus personajes. Sofía Gala Castiglione tiene a su cargo a dos mujeres muy diferentes (Juana y Rita) a las debe poner su talento a disposición de ellas. Con Juana logra un buen resultado que no se repite con Rita donde su fuerte presencia escénica sobrepasa al personaje. Finalmente, Gonzalo Heredia va de menor a mayor en una puesta donde obtiene sus mejores momentos cuando está sentado en la silla, hablando y reflexionando. Se destaca la voluntad de Heredia de profundizar su carrera actoral en teatro, lejos de las mieles de la televisión de las que supo beber.

“El Don de la Palabra” atrapa a través de un texto sólido y una puesta arriesgada.

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