Venganzas y remordimientos
Dramaturgia, dirección y producción: Mariana Levy. Con Macarena Albalustri, Conrado Busquier, Vanesa Butera y Sofia Wilhelmi. Diseño de vestuario: Ezequiel Galeano. Diseño de luces: Paula Fraga. Video: Natalia Devoto y Santiago Rivaldo. Fotografía: Akira Patiño. Diseño gráfico: Gastón Galvao. Asistencia de dirección: Sebastián Bahamonde. Pre-producción: Fernando Madedo.
Ofelia Casa de Teatro. Honduras 4761. Jueves, 21.30 hs.
Los hechos personales suelen ser disparadores para la creación artística. Tal es el caso de Mariana Levy que lleva a las tablas su venganza para con su ex, Francisco. Para tal propósito, trae a la ex de su ex, llamada Verónica con la excusa de una entrevista de trabajo. A partir de este momento, empieza el cruce de diversos géneros que irán desde el stand up hasta la comedia, siempre de la mano de Macarena Albalustri, su alter ego para este cometido. De más está decir que utilizará y manipulará todas las situaciones a gusto y «piaccere». Al fin y al cabo, Woody Allen hizo lo mismo en la última parte de Annie Hall, cuando representa a su pareja con un final feliz –contrario a lo que había ocurrido-, en un teatro, al tiempo que dice, “Bueno…ya saben, en el arte se procura siempre que las cosas salgan perfectas porque en la vida real resulta tan difícil….”.
Planteadas las cosas de esta manera, se desarrollará una puesta en la que el humor intentará mezclarse con la ironía a través de imágenes bizarras (Francisco -Conrado Busquier- es compuesto con acento español por un actor que dice constantemente que es actor) e idealizadas de los personajes en cuestión, salidos de la imaginación de la directora. De esta forma, se presentará a Verónica -Vanesa Butera-, la ex del ex, con un traje que recuerda al cartón de leche protagonista del video de Blur, “Coffee and TV”, o su propio futuro ideal -Sofia Wilhelmi-, en el que se ve casada y embarazada con un científico de renombre.
La mirada subjetiva de los acontecimientos da lugar a un texto en el que los actores encarnan las visiones y caprichos de Levy, con sapiencia. La verborragia catártica de las situaciones se enlaza una con otra, no siempre de la mejor manera, logrando un resultado desparejo. En algunos casos, despertará una sonrisa cómplice y en otros, una simple mirada contemplativa de los acontecimientos que se desarrollan. Reiterativa con algunos recursos dramatúrgicos, la puesta es fácilmente aprehensible y cómplice con el espectador, en tanto y en cuanto, el disfrute de un buen momento.
“La carne de tu ex, en el freezer” entretiene a través de la catarsis personal de su directora y dramaturga.