Tras su estreno en el 2013 y con una resignificación importante, cortesía del paso del tiempo, “La Sala Roja” de Victoria Hladilo retorna a los escenarios. En este caso, en el Teatro El Picadero, viernes y sábados a las 22 h. Vimos y recomendamos esta vuelta al tiempo que hablamos con la directora.
La vigencia de la que había sido –en su momento- el exitoso debut de Victoria Hladilo como dramaturga, gira en torno a las particularidades y características de hombres y mujeres en una reunión del colegio de su rol de padre/madre. Allí es donde la pluma de Hladilo toma la risa y la ironía para realizar una descripción certera que abre el juego al humor como al drama, con un ritmo frenético.
Padres reunidos en la sala roja para definir el futuro de sus hijos pero que, en realidad, están defendiendo algo más que los intereses de les niñes. Inclusive, éstos pasan a ser peones de una partida de ajedrez que va más allá de lo que ellos piensan. La necesidad de los adultos por sanar alguna herida narcisista se cuela en el temario a tocar.
Hladilo creó a unos progenitores bien reconocibles y, lo que es más destacable, la descripción pormenorizada de sus deseos y frustraciones asi como en la forma que intentan plasmarlos a través de los niños. Es la visibilización de la inmadurez de los que tienen que ser los maduros como cabezas de sus respectivas familias.
La escenografía permite ubicar al espectador dentro de una sala de jardín de infantes que le será familiar, independientemente de tener un/a hijo/a en dicha edad escolar. El elenco es por demás sólido con actuaciones acorde a lo requerido por la precisión de la dramaturgia.
Un gran punto a destacar es como la mención constante de los niños como sujetos aunque no se los vea nunca. Es el corolario de una puesta que dispara perdigonadas de corrosiva realidad que llama a la reflexión crítica de todos y todas los integrantes del tan mentado colectivo de “papis y mamis”. Ni hablar de sus propios pensamientos que bordean el conservadurismo más rancio o una moderna banalidad de sensibilidad exasperante.
De esta forma, “La sala roja” llama a la reflexión a través de una puesta que da pie a la risa ponzoñosa y meditabunda asi como a un serio replanteo de conductas más comunes de lo que uno cree
Tras la primera semana de funciones, Victoria Hladilo habló con ECDL sobre este retorno.
-¿Cómo viviste el reestreno de “La sala roja”?
– Lo viví con muchísima alegría y entusiasmo. Es una obra que transitamos hace 10 años de nuestras vidas y que me ha acompañado, atravesando aprendizajes y creciemientos. Volver a hacerla es reír, recordar y repensar un material que quiero muchísimo y que siempre parece tener más tela para cortar.
– ¿Fue difícil el trabajo de reescritura y/o aggiornamiento de algunos momentos?
– Dificil…no. A veces lleva a pensar un poco más de tiempo y no se resuelve en la inmediatez, pero siempre termina fluyendo y encontrando su nueva forma. El equipo de trabajo es parte ya de los procesos de reescritura del material, cuando lo necesita. Estamos los 6 activamente pensando el material, cada vez que volvemos a transitarlo en escenarios.
– ¿Ha cambiado tu visión del colectivo de “papis y mamis”?
– Si, claramente. Además, en lo personal, ya transité esa etapa. Sin embargo, creo que estos “papis y mamis”, conforman una pequeña sociedad, y ahí, en ese intento de convivencia social, la obra se resignifica y encuentra su reflejo en otros tipos de grupos también. Por otro lado, mi propio crecimiento hace que a lo largo de los años, me vaya sintiendo más cerca de uno u otro personaje. Ahí el juego y la mirada se me amplían.
– ¿Cómo se resignificó la obra, más aún que fue concebida antes del primer #NiUnaMenos y la explosión del movimiento feminista?
-La obra ha cambiado mucho desde su estreno y al mismo tiempo, muy poco. Nuestra sociedad también cambió, la tecnología, las formas de comunicación, etc. Sin embargo, la impaciencia, la intolerancia, la necesidad de imponen verdades propias por sobre la mirada del otro, la dificultad para consensuar y ceder, sigue vigente. «La Sala Roja» es naif y al mismo tiempo puede llegar a ser violenta. Creo que como sociedad, allí navegamos también. En la obra hay miradas y propuestas asi como desacuerdo. La grieta aparece como un abismo que separa a los bandos de un lado y del otro. Y eso nos pasa. En relación al movimiento feminista también, cuando por ejemplo se debatía por la ley de la interrupción voluntaria del embarazo, surgieron los pañuelos verdes y luego aparecieron los pañuelos celestes y en el medio, una distancia. En “La sala roja” ese tema decidimos abordarlo también, pero con sutileza. Uno de los personajes tiene una cinta verde atada a su mochila. No hace falta hablar de todo, pero nos va pasando como sociedad y la sala roja lo va incorporando. El lenguaje inclusivo, que también parece tener su propia grieta, decidí abordarlo con más claridad. La Sala roja juega con aquello con nos va sucediendo como sociedad. No con todo, por supuesto.
– ¿Qué te dijo el público al término de la función? ¿Cambió la devolución respecto de su estreno hace 10 años?
-Hay algo que parece estar intacto que es el entusiasmo con el que los espectadores se van de la sala. La obra siempre sorprende un poquito más y cuando cierra te deja con algo de ganas de seguir viendo qué pasa. La obra está más madura, los actores y actrices que la interpretamos también estamos más maduros y conocemos mejor al material y nos conocemos mejor entre nosotros. Eso creo que se transmite al público y que se ve en escena.
– ¿Cómo fueron tus cinco minutos después de bajar del escenario?
-Con el corazón lleno. Para mi, hacer La Sala Roja es felicidad pura. Estoy muy contenta y agradecida de estar haciendo esta temporada.
La Sala Roja.
Dramaturgia y dirección: Victoria Hladilo. Con Manuel Vignau (Martín), Carolina Marcovsky (Gabriela), Julieta Petruchi (Verónica), Victoria Marroquín (María Inés), Victoria Hladilo (Sandra), Axel Joswig (Diego). Diseño de escenografía e iluminación: Magali Acha. Diseño de vestuario: Susana Berrio. Diseño de sonido: Ignacio Viano. Diseño gráfico: Duoido. Fotografía: Luis Abadi, Alejandro Chaskielberg y Matias Roth. Colaboración artística: Catalina Auge y Mercedes Quinteros. Supervisión dramatúrgica: Joaquín Bonet. Asistencia de dirección: Laura River
Teatro El Picadero (Pasaje Santos Discépolo 1857 – CABA) Viernes y sábados, 22 h.