Florencia Davalos: Sangre nueva para el folklore.

Con un primer disco de gran calidad (“Memoria de la semilla”) y el reconocimiento a pleno, Florencia Davalos construye una carrera que busca mantener las tradiciones pero sin dejar de desconocer los tiempos modernos en los que vivimos. Hija del gran Jaime Davalos, encara sus proyectos con seriedad y curiosidad. Aquí, en una distendida charla, Florencia Davalos da cuenta del legado de su padre, el futuro del folklore y lo que implica ser “auténtico”


– Florencia, con qué nos vamos a encontrar en marzo, con tu presentación en Café Vinilo?

– La presentación en Vinilo será un recorrido por los clásicos de mi repertorio y nuevas canciones junto a músicos invitados. Estará atravesado por la diversidad de voces, texturas, colores.Será el 10 de marzo, fecha cercana al día de la mujer, por lo que la presencia de lo femenino en diversas formas será uno de los ejes del concierto.


– ¿Cómo ves ahora, en retrospectiva, al proyecto «Memoria de la semilla» en homenaje a tu padre?

– Es un trabajo que siento muy arraigado a mi raíz. Fue un punto de partida necesario y fundamental en lo personal. Pero al mismo tiempo necesario en cuanto a la difusión de obras no tan conocidas e incluso inéditas. Considero que, a pesar del tiempo transcurrido, las canciones renacen una y otra vez, se reinventan cada vez y nos convocan, nos llaman. Es una obra que no tiene caducidad, más allá de que sea mi padre el autor, puedo separarme de esa circunstancia y admirar cada verso, cada frase musical, y cantarlo cada vez como si fuese la primera.

El disco que grabé es un recorte del vasto universo de las creaciones de Jaime Dávalos que aún está abierto a ser descubierto.

Por otra parte, el proyecto continúa a través de talleres y conciertos didácticos que estoy desarrollando en escuelas. Considero que es allí donde uno puede tener un acercamiento a las nuevas generaciones que aún no han tenido la oportunidad de descubrir a este autor, y son nuestros posibles nuevos creadores.


– Tu primer disco recibió dos premios Gardel. Después de semejante comienzo, ¿cómo se sigue?

– El primer disco, como todo lo nuevo, representa un gran desafío. Allí convive el deseo con el miedo a lo desconocido. Fue un proceso largo y maravilloso, por momentos solitario y angustioso. Soy tremendamente perfeccionista y pienso todo demasiado, aunque llega un momento que me suelto y me entrego.

Los premios llegaron como resultado de un trabajo conjunto en el que estuvieron involucradas muchas personas valiosas. En primer lugar, mi hermano, pero también músicos, artistas y técnicos de gran sensibilidad y talento que se sumaron al trabajo.

Para mí siempre es seguir. Siempre estoy comenzando. Sigo buscando. Buscando me encontré con el canto, y allí con la posibilidad de decir, de comunicarme, de ser en un sentido casi insospechado. Hay un mundo dentro de una canción. Habitar cada uno de esos mundos representa un desafío, un juego que no tiene fin.


– ¿Estas preparando nuevo material?

– Sí. Hablando de desafíos, estoy en el umbral de un nuevo comienzo. La búsqueda de lo nuevo es angustiante, me llena de ansiedad, y al mismo tiempo de placer cuando me encuentro con algo que me hace vibrar, emocionarme. La emoción es movimiento. Y para mí el arte es movimiento, no es estático. Busco el movimiento.

Lo de Vinilo es una linda excusa para presentar algo de eso que está vibrando en mí.


– En géneros como el folklore se suele hablar de «autenticidad» pero ¿no se terminan cantando las mismas canciones en ese caso?

-“Autenticidad” tiene que ver con lo que es verdadero, original. Las canciones que forman parte de eso que llamamos folklore son auténticas, genuinas y originales. Las anónimas -que llegan a nosotros por transmisión oral- y las canciones de autor.Son aquellas canciones que forman parte de nuestra memoria cultural. Son un patrimonio insoslayable. Actualmente se cantan esas canciones,pero con una nueva mirada. Eso que aparece me hace preguntar sobre ese concepto estático del folklore, que hace que se vea a la tradición como una cosa fija, donde no existe la posibilidad de lo nuevo. Y la instancia de lo novedoso implica un movimiento, donde está la incorporación de elementos que se constituyen en el encuentro y también son parte de nuestra cultura. Cambian las temáticas, la instrumentación, la forma de interpretar porque cambian los modos de pensar y el rumbo de la música también. Se fusiona con otros géneros musicales. Es inevitable que suceda, de hecho, es lo que está pasando.

Alguna vez escribí: “Son las canciones de mi padre las que nos inspiran creando el espacio mágico de la reunión…renovándonos, reinventándonos (…) Todos somos herederos de su voz poética. Somos memoria. Somos semilla. Una comunión de almas entrelazadas alrededor del mismo fuego”.

El fuego de la tradición debe permanecer encendido, hay que avivar la llama. ¿Cómo sería? me pregunto. En la reunión de nuevas voces, nuevos sentires, nuevas miradas. Allí aparecería la renovación, la invención. Sino seríamos repetidores seriales de un mensaje mudo. Lo que lo hace dinámico es justamente el hecho de la incorporación de lo nuevo. No todo lo que se presenta como nuevo es vanguardia ni trascenderá el tiempo. La trascendencia tiene que ver con la profundidad del mensaje, que a veces es simple y llano.


– ¿Cómo ves al folklore y su relación con los jóvenes?

– El rol de los jóvenes es fundamental en este movimiento hacia lo que siempre está por venir. Lo interesante para mí es que sean las nuevas generaciones que -con conocimiento de las tradiciones- dan un soploa las brasas y el fuego vuelve a arder.


– ¿Cuándo sentiste que el canto era tu camino?

– Tenía 35 años cuando comencé a cantar. Me he dedicado durante dos décadas a otra actividad. Estudié diseño y trabajé como vestuarista en cine, teatro y tv. La música estuvo siempre en mí. Solo escuché ese deseo que volvía a nacer y seguí el impulso vital de hacerlo. Al día de hoy, yaa no puedo pensarme sin música y, sobre todo, sin el canto. Soy cantora de los pies a la cabeza, del derecho y del revés, al hilo y al viés. Además de cantar, me gusta escribir, pintar, dibujar y bailar. Junto todo, para poder integrar esas expresiones en un mismo discurso.

Sábado 10 de marzo. Florencia Davalos en Café Vinilo. Gorriti 3780. A las 21 hs.

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