Danza rota
¿Es posible decir que una película protagonizada por Ricardo Darín –el gancho de todo este pastiche- no satisfaga las expectativas que se depositaron en la misma? Si. Es lo que vamos a hacer a continuación.
“El baile de la victoria” es una película de Fernando Trueba y cuenta con un rico reparto: Ricardo Darín, Abel Ayala, Miranda Bodenhöfer y Ariadna Gil. El film se basó en la novela “El baile de la victoria” de Antonio Skármeta, que hace un pequeño papel como periodista y fue seleccionado por la Academia de Cine Española para representar a España en los Oscar 2010. Si esta película fue la elegida como representante española, no deseo saber cuales fueron aquellas que estuvieron debajo de este producto “for export”. La acción se desarrolla en Chile. Con la llegada de la democracia, el presidente trasandino decreta una amnistía general para los presos sin delitos de sangre. Entre ellos se encuentran el joven Ángel Santiago (Ayala) y el mítico Vergara Grey (Darín), un famoso ladrón de cajas fuertes. Como es lógico y respondiendo a sus respectivas edades, tienen planes disímiles para sus vidas apenas salen de la cárcel: Vergara Grey quiere recuperar a su mujer (Ariadna Gil) y a su hijo mientras que Ángel sueña con dar un gran golpe. De más está decir que cuando el joven le pregunta al veterano sobre dicho golpe, se niega. Como el nudo romántico no podía estar ausente, Angel se cruza la joven Victoria (Miranda Bodenhöfer), de quien se enamora.
La forma en que se llevó el libro a la pantalla denota que se privilegiaron algunas cuestiones en detrimento de otras. Que el encuentro entre los dos protagonistas sea inverosímil (uno le “pide trabajo” al otro) y que la relación entre ambos continué y se afiance con una base tan poco sólida, mientras que la acción se desarrolla vertiginosamente, con un ritmo atrayente, da la pauta que se priorizo la empatía que despiertan los personajes por encima de la coherencia de las situaciones. Imagino que una pareja de adolescentes cabalgando arriba de un caballo en una ciudad como Santiago de Chile, debe ser lo más normal del mundo. De la misma manera, mientras que a uno le van saliendo bien las cosas, al otro le va inversamente proporcional y como es “lógico”, unirán sus fuerzas en pos de la “reivindicación” personal de cada uno de ellos. “Pobres” y “perdedores” del mundo, todos unidos, triunfaremos después de haber sufrido lo suficiente como para levantarnos de nuestras cenizas, como el Ave Fenix. Si esto incluye a Darin cantando “El día que me quieras” como si fuera el cruce de Tom Waits con Django, no importa. El fín justifica los medios. Como no podía ser de otra manera, el tema de la Dictadura también está presente como en la no aceptación de los hijos de los desaparecidos.
La forma en que se concibieron los personajes no es convincente y peca de ser esquemática ya que los “malos” son malos, los buenos son buenos y si se equivocaron –obviamente- tendrán la chance de redimirse ante la sociedad. En algunos casos, quedan algunos puntos oscuros de porqué se comportan de determinada manera pero, como ya dijimos, eso no interesa en tanto producto que destaca otros ítems. El patchwork de cliches y lugares comunes para los personajes es asombroso. En ese sentido, el final no es tan previsible –por suerte- porque sino ya terminaba siendo una fábula. Igualmente, la película está muy bien filmada, con paisajes realmente bellos, que dotan de cierto lirismo a esta propuesta cinematográfica.
En lo que actuaciones se refiere, tanto Abel Ayala como Miranda Bodenhöfer llevan con mucha prestancia el peso de la película en cuanto a historia. Que sea ésta no sea realmente destacable, no les incumbe a ellos pero con simpatía y naturalidad, logran que se el espectador se enganche más allá de las falencias mencionadas con anterioridad. Ricardo Darín sería quien “legitima” con su presencia la seriedad de la película. Con su oficio, le basta y sobra para crear un Vergara Grey, bien argentino, con lo bueno y malo que esto implica. Ariadna Gil tiene tres escenas compartidas con Darin, muy poco para una actriz de valía. Una verdadera pena porque la historia esbozada de estos personajes y la relación con el hijo de ambos tenía tela para cortar pero, quizás, no “pagaba” tanto como la historia de amor adolescente.
Para aquellos que quieren que les cuente una historia en la que todo cierra –con Poxipol, pero cierra- y se puedan marchar a casa con una sonrisa, esta es la chance de pasar un buen momento. Nada más que eso. Cualquier otra búsqueda naufraga a los veinte minutos del comienzo de la película.
Ficha técnica
«El Baile de la Victoria». Una película de Fernando Trueba. Con Ricardo Darín, Abel Ayala, Miranda Bodenhöfer y Ariadna Gil. Dirección: Fernando Trueba. Producción Ejecutiva: Cristina Huete. Productora: Jessica Huppert Berman. Guión: Fernando Trueba, Jonás Trueba y Antonio Skármeta. Director de Fotografía: Julián Ledesma. Directora Artística: Verónica Astudillo.Vestuario: Lala Huete. Montaje: Carmen Frías. Sonido Directo: Pierre Gamet. Montaje de Sonido: Pelayo Gutiérrez. Maquillaje: Carolina Lizana.