Ulises Dumont: El último actor camaleónico

Hace un par de 29 de noviembre, se fue de gira Ulises Dumont. No vamos a repetir los elogios que se le han hecho a este gran actor argentino y de la huella imborrable que ha dejado entre sus pares. Vamos a recordarlo con una nota que tuve el placer de hacerle para volver a leer –y no olvidar- su legado.

– ¿Cómo empieza usted en el “arte de la actuación” para decirlo de alguna manera?

– De alguna manera…Era algo que no tenía pensado como hecho de vida. No tenía realmente una vocación ferrea ni mucho menos. No me canso de decirlo que fue casi de casualidad. Me anime a esto estando ya en él. No era eso de “me gustaría…”. Al subir de un escenario…me quedé pegado. No es que lo estaba construyendo aunque sí, lo estaba construyendo. Hacíamos lo decorados…todo dentro de la actividad de un club de barrio. Aca en barrio Parque General Belgrano…nunca supe porque se llamaba “Corrientes y Esmeralda”…Nunca lo sabré.
– ¿Qué recuerda de la primera vez que subió a hacer una obra de teatro?
– Fue en esa ocasión, y estaba con las bolas en el cuello, tal como afortunadamente me sigue pasando. Siempre con los sanos nervios de que las cosas salgan bien.
– ¿Y “Yepeto”?
– No fue hace tantos años…Yepeto es algo muy presente en mi memoria. Es el proyecto más importante de mi vida. No porque otros lo hayan sido menos sino pero quizás a ese proyecto se le agregó algo que lo hizo muy felíz. Algo que habitualmente no sucede en la gente como yo que se de la cabeza contra la pared (muy a menudo). Este proyecto estuvo rodeado de felicidad. Marcela, la mama de Julia, me animó a hacerlo. Yo venía de cuatro años de no hacer teatro y bueno, en menos de tres meses, ensayé, conseguimos los colegas, la plata para hacerlo, el teatro y estábamos frente a ese éxito enorme..No solo para nosotros…sino para el teatro argentino.
– ¿Cómo fue hacerlo primero con Darío Grandinetti y después con Nicolás Cabré?
– En el cine fue un proyecto totalmente nuevo. La condición que puso Tito Cossa para escribir el proyecto fue que no iba a adaptarla. Hizo todo un texto nuevo. Escribió las dos cosas: la película y la obra de teatro. Se advierte esto. Además la pasé bomba porque Nico Cabré es un pingazo y la pasamos muy bien haciendo esa película.
– Si le pregunto sobre la televisión…que me dice..?
– Bueno ya dije varias veces un chiste…”La televisión? Bien, gracias. Es un aparato en el que puedo ver más de ciento setenta canales. Esa es mi relación con la televisión. De vez en cuando hay una llamada pero difícilmente sea para un trabajo serio. Habitualmente no me interesan los proyectos que me arriman y difícilmente me paguen lo que pido. Entonces difícilmente se establezca una relación.
– Leyendo por ahí y respecto a la televisión, usted decía que “lo llaman para hacer un personaje serio y nada más”. ¿Es tan así?
– Últimamente, lo que he hecho en televisión es UN capítulo. No me llaman para hacer personajes de cinco o seis capítulos pero no hubo forma de ponernos de acuerdo en el trato directo con la gente de la televisión ni con el extipendio que pretendía cobrar teniendo en cuenta el trato que había recibido de las empresas.
Intermedio: El encuentro es un barcito chico, sobre Cabildo, a pocos metros de la estación Congreso de Tucumán. Ulises es un tipo de barrio. Juega con las palabras y con la ironía. Cuando estamos charlando llegan sus hijos. Es frontal. No da vueltas. Más aún cuando se enoja.
– Muchos periodistas dicen que usted siempre se caracterizó por sus diferentes personajes y una variedad extraordinaria ¿Eso qué le sugiere a usted?
– Fui un afortunado en no tener que someterme al encasillamiento y hacer personajes disímiles. Más aún que la persona que escribe y concibe proyectos piensa en mí para diferentes personajes. 

– Una vez le pregunté a Mauricio Kartún sobre un actor que él destaque y me dijo que era Ulises Dumont por todo lo que hace y lo podría llegar a hacer si se lo propusiese…
– (…). Mira vos…voy a hablar con él para que me de algunos consejos. Es cierto…con Mauricio hice cosas muy distantes unas con otras y lo considero un autor muy fuerte. Fue un placer trabajar con él.
– ¿En qué medida lo afecta la crítica?
– Depende. Hace cinco años que no hago teatro y en cine, depende. En general, no le doy mucha bola. Si bien es cierto que en líneas generales he sido beneficiado por la crítica, cuando esta es mala, me la banco como un duque. Cuando es mala y no apunta al meollo de la cosa, es injusta o estúpida, me cabreo mucho. Un periodista que es director de un notable teatro oficial. No hoy, una vez me hizo una crítica en la que lo único que podía distinguir es que estaba gordo para el personaje. El que hace la crítica en el diario La Nación criticó un trabajo mío en una película señalando que era “demasiado estridente”. Es algo que a esta altura del partido….¿Cómo “demasiado estridente”? Pedazo de hijo de puta, ¿¡ es lo único que se te ocurre decir,  estúpido!? Ya me lo encontraré. Seguramente la vitaminosis temprana lo tiene mal. En algún lado se le diría “muerto de hambre” pero vamos a decirle vitaminosis temprana.
– ¿Quedó alguna vez disconforme con los personajes que hizo?
– Si, si. A menudo. Cuando llega al momento del estreno, es cuando uno tiene la cosa terminada. Un mes después de haber estrenado uno dice “por aquí va la cosa”.

– ¿Y con las películas, respecto al producto final?
– No siempre. A veces, si y otras no. No solo para mi como actor sino para los directores de cine de este país que cumplen varios roles al mismo tiempo. Sobre todo aquellos que no trabajan con las grandes productoras. Llegar a hacer y terminar un producto bien, con las pilas puestas y respondiendo a toda exigencia que el medio les encaja. Los directores generalmente son autores y productores y asumen la responsabilidad de los créditos y los prestamos. Tienen que empeñar sus cosas para devolver el dinero, contratar actores exitosos para hacer un producto exitoso, hablar de sus apetencias, de sus convicciones políticas, de su visión de la vida. Es bastante, no?  Y hacen una película cada cinco años. Nosotros estamos más “sueltitos”. Si nos equivocamos hoy, mañana tenemos la chance de hacer una película más.

– ¿Como lo ve usted al cine argentino?
– Lo veo bien. Alguno dirá que se filma mucho o demasiado. De una forma u otra, y gracias a las políticas del Instituto de Cinematografía de préstamos y créditos, se está haciendo algo que en otros países no exige esto de los directores. Digo yo, supongo que en Alemania el chico que hace su primer largometraje y sale de la escuela no pasa directamente a competir con Spielberg en Hollywood. Acá hay películas buenas, regulares o malas. No adhiero con la adjetivación de “nuevo cine argentino”. En la Argentina hay un cine. ¿Nuevo cine? A lo sumo es distinto que se establece por algo. Por ejemplo, en el 83, se cayó la censura y se produjo un cambio. Es un cine sin censura. Eso es lo nuevo. Las cámaras son las mismas. Ha cambiado el tema de la digitalización. Hay otras formas. Hay quien todavía dice “me compro una cámara y salgo a filmar y lo demás que se vaya al carajo”. O quien piensa (con razón) que para filmar hay que munirse de ciertos elementos insoslayables.
– La persona con la que usted se enojo tanto e insultó, habló de un cine “costumbrista”…
– ¿Y qué tiene de malo? ¿Cómo se catalogaría lo de Burman con “Derecho de Familia”?
Esta persona puede decir cualquier cosa del momento que me dice que soy “demasiado estridente”. Con la experiencia que tengo y me dice esto, ¿qué le queda a los demás?
– Si a este bar, entrase el Ulises Dumont niño ¿qué le diría después de tanto camino recorrido?
– Le preguntaría “¿Cómo? ¿No era que a vos te gustaba la medicina y después que viste un accidente en la estación Belgrano y un poco de sangre, te echaste atrás? ¡Mirá para donde fuiste a agarrar!

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