La publicación del excelente libro “Las fuerzas del cielo. Argentina, Milei y los judíos” realizado por Raanan Rein y Pablo Mendez Shiff, analiza un vínculo por demás «sorpresivo» para propios y extraños. A través de una serie de ensayos de calidad, importantes pensadores de “la cole” reflexionan sobre la “devoción” del presidente por el judaísmo. En una rica charla, Mendez Shiff pone la lupa en este tema y abre el debate sobre cuestiones identitarias (“judeometro” de por medio), el sionismo y su propia relación con la religión.

-Pablo, ¿cómo surge “Las fuerzas del cielo”?
– Y…hace poco más de un año. Estoy haciendo el Doctorado en Historia en Tel Aviv, con la supervisión doctoral de Raanan Rein. Un día, estábamos conversando en su oficina sobre la asunción de Milei, cuando él dijo la frase que usó tantas veces: la de “las fuerzas del cielo”. Sabíamos que, poco tiempo después, en febrero del 2024, iba a viajar a Israel. Primero, tuvimos la idea de escribir un artículo de opinión para Haaretz, un diario progresista israelí. Lo escribimos en inglés en diciembre 2023. Después, cuando realizó el viaje, hicimos otra nota. Ahí vimos que había mucho material para seguir pensando. Valía la pena hacer un trabajo para un público en español en tanto había que explicar muchas cosas que en Argentina no hacían falta. Era «traducir» un fenómeno no solamente a nivel idiomático, sino cultural. Sentíamos que faltaba ese aspecto.
– Había (y hay) mucho interés en tanto curiosidad y perplejidad…
– Si. Se podía hacer una buena «puerta de entrada». Se habían publicado varios trabajos acerca de, por ejemplo, el vínculo de Milei con las redes sociales y demás. No obstante, la relación con la colectividad judía era un tema que estaba vacante. Pensamos que podíamos hacer un aporte. Me contacté con Milena Caserola que había editado mi primer libro, y surge la idea. No me acuerdo bien cómo fue, pero propusimos hacerlo de forma colectiva, tal como salió. Que no sólo seamos Raanan y yo sino convocar más gente siendo nosotros quienes coordinemos el trabajo. Matias Reck, el director de la editorial nos dijo que si y ahí empezamos.
– ¿Cuánto tiempo llevó hacer el libro?
– Fueron muchos meses porque primero había que pensar en la gente que iba a participar y en los temas. Después, fue editar teniendo en cuenta la cantidad de textos (25 en total) sobre la misma materia con diferentes ángulos, sin que sea redundante. Si alguien hablaba de, por ejemplo, el rabino amigo de Milei -ahora convertido en embajador en Israel-, no podíamos dejarlo como noticia o dato porque se iba a repetir demasiado. Era un laburo fino el editar y pulir los textos para que fuera más amena la lectura. Si bien se puede tomar cualquier escrito «suelto», la idea es que el libro se lea “de corrido” y no sea pesado.
– ¿Cómo fue la selección de autores en sí? Van de Ingrid Sarchman, Jordana Timerman (la nieta de Jacobo), Fabián Bosoer hasta Fortunato Mallimaci, Miriam Lewin o Alexandra Kohan, pasando por Nerina Visacovsky o Uriel Romano, que dice que votó a Milei…
-La búsqueda de autores fue más difícil. ¿Viste que hay una frase que es “estar en modo libro”? Cuando uno escribe un libro, está muy metido y un poco, todo lo que sucede está contagiado de eso. Cuando aparecía alguien que tenía algo que aportar, lo debatíamos y lo incorporamos. Obviamente con límites porque hubo gente que quedó afuera que nos hubiese gustado que estuviera, pero ya eran 25, un número enorme.
Por otro lado, estaba la idea de buscar un equilibrio de género. La mitad son autoras mujeres, algo que no suele suceder en estos libros. También queríamos que hubiera diferentes generaciones. Hay autores mayores y de 25 años. Nos interesaban ese diálogo intergeneracional como una forma de combinar gente que está establecida en sus campos y quienes están empezando.
– ¿Tuvieron que cortar mucho con respecto a lo que presentaron?
– No porque ya habíamos pautado la extensión de los textos. No podían ser más de cinco páginas de Word. Hay alguno que podrá ser un poco más largo pero no más.
-El libro cuenta con un lenguaje muy ameno (¡¡Felicitaciones!!). No es “académicamente” expulsivo ni te pide credenciales para leerlo.
– Esto era muy importante. Le pedimos a cada autor que no incluyan notas al pie (algo propio de un libro académico). Todo lo que se tiene que citar o explicar, debía estar dentro del texto. Desde otros libros o artículos hasta palabras en hebreo, todo aparece explicado ahí mismo. Habíamos barajado la opción de hacer un glosario al final, pero nos parecía expulsivo. Queríamos que fuera un texto de lectura amena. Es un libro intelectual, pero no expulsivo. Que pueda abrirse hacia diferentes lugares, porque son textos muy distintos.
– ¿Quien hizo la tapa del libro? ¡Está buenísima!
– La hizo Carolina Pernet. Es muy buena. Hay un juego en relación a esa figura que se ve que podría ser tanto Milei como Moises, tal como se autopercibe. En un momento, pensamos en hacer dos tapas distintas, algo que está medio de moda, pero a Raanan no le gustó la idea. Le parecía que iba a ser muy confuso.

Repercusiones internas
– ¿Cómo lo tomó la gente de “la cole”? ¿Cómo fue recibido el libro?
– Bien, aunque no se puede hablar de la comunidad judía como un todo. Hay muchas diferencias en tanto están las instituciones y las personas en si. Raanan suele decir – y lo plasma en su trabajo- en que el 51% de la gente de la colectividad no pertenece a ninguna institución comunitaria. Entonces, es un universo bastante amplio que puede quedar fuera. Igualmente, tuvimos bastante llegada a diferentes lugares. Hicimos una presentación grande en noviembre en la sede argentina de Meretz, el partido centro izquierda israelí. Hubo como 150 personas. Fue muy divertido porque dejamos un espacio para el intercambio con la gente y empezaron a discutir entre ellos en medio de comentarios.
– Además, presentaron el libro en otros lados….
– Si. Realizamos una en la Universidad Di Tella en la que nos pidieron que fuera con una persona ligada a la rama conservadora del judaísmo. La hicimos con Sabrina Ajmechet que tiene un foro llamado “Foro Argentino contra el Antisemitismo”. Comentó el libro -con sus diferencias- pero hablamos bien en un ámbito académico. En marzo, vamos a hacer una presentación en Madrid en el centro Sefarad que depende del Ministerio de Relaciones Exteriores español. Es como el puente entre España y el mundo judío.
– Imagino que será diferente presentarlo allá….
– ¡Va a estar bueno! Siento que -al menos, cuando estoy en Argentina- estamos permanentemente hablando entre nosotros. Muchas veces, nos perdemos en detalles que, para nosotros son muy importantes, pero sea medio inentendible para alguien de afuera. Va a ser un desafío ver si se entiende (o cuánto) de un fenómeno en curso. Es cierto que se habla mucho de Milei en medios de España, de Israel y en muchos países como un personaje exótico, pero no sé hasta qué punto se sabe lo que es su presidencia.
– En el caso de Ajmechet, es bastante cercana a Milei…
– Eso fue lo que permitió la presentación. No sabía que en las universidades tiene que haber alguien que comente que no haya escrito en el libro. Al no estar «adentro», calificaba como comentadora y así fue convocada. Cuando me preguntabas antes sobre los autores, habíamos pensado en gente que apoye a Milei para formar parte del libro. De hecho, hay un número importante de la comunidad judía que lo apoya. Contactamos un par de personas que nos dijeron que no, aunque está Uriel Romano, que tiene una visión interesante. Es una persona joven (tiene 25 años creo) que cuenta que lo votó, así como sus dudas ya que no estaba del todo convencido. Brinda una lectura de su lugar de rabino que nos pareció interesante
– ¿Lo sigue apoyando Uriel a Milei?
– Imagino que si, pero no lo sé.
-Una lástima que no hayan querido participar las «voces mileístas de la cole» del libro ante la convocatoria que les hicieron…¿Les daba “vergüenza” visibilizar ese apoyo?
-No estoy tan de acuerdo con eso porque hay bastantes personas que lo apoyan con ganas y con visibilidad. El que no hayamos conseguido gente que lo apoye para que participe del libro tiene que ver con otra cosa. Estamos en una Argentina muy polarizada y cuesta mucho sentarse en la misma mesa con gente que piensa distinto. Más aún, que quieran ser parte de la misma conversación, en este caso, el libro. No querían estar en un espacio que veían como “muy progresista”. Una pena. De todos modos, lo que hace un libro es abrir discusiones. Sabemos que después puede dar pie a más debates.
Haz lo que yo digo….
– ¿No es una contradicción apoyar a alguien que habla constantemente “la libertad” pero no participan de un libro que justamente, hace un culto a la misma al invitar gente de otra ideología? Si no, la libertad es cuando yo tengo la batuta, pero cuando vienen de otro lado, dejo de serlo. Es una gran contradicción que tienen tanto Milei como sus acólitos.
-Si, aunque el gobierno de Milei cree más en la libertad de mercado…
-…que no es lo mismo….
–Claro. En el libro hay varios textos al respecto. Recuerdo el que escribieron los hermanos Judith y Leo Naidorf, que toman el concepto de “libertad” en la festividad judía de Pesaj y destacan dos puntos. Primeramente, cómo se lo piensa en el judaísmo y, por otro lado, intenta entender cómo lo toma Milei, que es con una lógica propia del espectáculo, medio hollywoodense. Vio “Los diez mandamientos”, con Charlton Heston que hace de Moises y allí radica su visión de Moisés y su idea de libertad. Pesaj es una fiesta que tiene que ver con la libertad -en serio- en relación con la esclavitud y la dignidad humana.
Por otra parte, hay otro texto –de los mejores del libro- realizado por Agustín Marcoff que es estudiante rabínico. Habla de la “tzedaka”, una idea muy importante en el judaísmo que podría traducirse como “justicia social”. Tiene que ver con no dejar a nadie afuera y darle -de verdad- un lugar en la vida diaria. Esto se da de bruces con las ideas que tiene Milei sobre cómo se maneja el Estado. No es que el judaísmo dice “esta-es-la-única-manera”. No, pero cree que es importante pensar en “el otro” y en “lo más vulnerables” algo que, para él, está completamente afuera. Su visión del judaísmo está medio hecha a medida de como él ve el mundo. También se conecta con una rama muy conservadora como la de Jabad Lubavitch, que el texto de Ale Soifer resume bien su historia.
-El libro puede abordarse desde muchos lugares….
– Nos pareció muy importante, como compiladores del libro, explicar que hay muchas formas de ser judío. Aquella que Milei adopta como propia (más allá de que no es judío formalmente) es una visión muy particular y minoritaria. Esto puede generar desconcierto en el espacio público. Si hay gente que no sabe mucho de judaísmo y ve a este tipo con una kipá hablando de religión, es lógico que haya confusión. Inclusive, que se piense que lo que él está diciendo es lo que significa el judaísmo.
– Algo que no es así, en absoluto… .
– Claro. El judaísmo tiene una ventaja -para mí- que es tiene muchas visiones. No hay una figura central. No hay un Papa que diga “esto es así”. Hay mucha libertad en el seno de la comunidad en diferentes movimientos. En Argentina hay tres (ortodoxo, conservador y reformista), pero hay más en otros países. Dentro de los movimientos mencionados, hay debates y lecturas posibles sobre el mundo. Sería muy triste que se limite a lo que piensa Milei porque es un universo muy rico.

Un «judeometro» a la derecha, por favor….
– Soy de “la cole” y destaco –no para bien- la utilización de un “judeometro” para todo. En el caso de Milei, la colectividad es muy obsecuente. A algunos se les pide la “ketubá” de los padres y certificado de nacimiento para ser legitimado como judío y después aparece este tipo que hace recortes al libre albedrío del judaísmo, se declara como tal y nadie dice nada.
-Coincido con lo que decís. Además, hay algo más. Hace toda una exhibición, un “show off” al respecto. No recuerdo ningún político argentino judío que haya hecho eso antes. Esto es problemático. Me acuerdo cuando viajó a Israel. Fue al Kotel (N de R: El Muro de los Lamentos) y terminó montando un show saltando y bailando, sacándose fotos cuando no es un lugar para esto. O el año pasado cuando fue Yom Kippur. Recuerdo que estaba en un servicio y, al terminar todo, abro el teléfono y vi que estuvo insultando a opositores y a científicos en el CCK. Justo en ese día, que es de mucho recogimiento para el mundo judío. Entonces, se da de frente con lo que uno espera o asocia con una práctica religiosa judía.
– Si bien el libro habla de Milei, hay una crítica muy certera a la comunidad judía, en sus instituciones y al “judeometro” imaginario de reglas que la rigen.
-Hay muchos textos que son una crítica a las instituciones en tanto se arrogan la representatividad de toda la comunidad y no es así. La mayor parte de las voces que están en el libro no son voces que se escuchan en el «mainstream» comunitario. Son intelectuales judíos que tienen algo que decir, aunque hay un intento de hacer de cuenta que no existen ciertas posturas. En este caso, las miradas progresistas existen y no se las escucha. No son las voces “mimadas” del establishment pero nos parecen super interesantes en tanto su deseo de intervenir en el espacio público.
-Da la impresión que, más allá del “judeometro” selectivo que tienen instituciones como DAIA en sus pronunciamientos y repudios (nulos cuando son vinculados gente vinculada a Milei), hay un amplio espectro de la comunidad –algo que retoma Ingrid Sarchman- que va más allá del antiperonismo para construir un imaginario de “buen ciudadano”. Una creencia muy arraigada que niega algunos beneficios que, justamente, brindó el peronismo. El judaísmo es “usado” de acuerdo a quién.
– Está el mito de que no se puede ser “argentino, judío y peronista” como si eso nunca hubiera existido, cuando sabemos que hubo mucho apoyo judío al peronismo clásico. Eso sigue hasta ahora.
– Es cierto.
– Antes que me olvide, desde hace poco tiempo hay un nuevo presidente de la DAIA. Esperemos que pueda cambiar un poco el tono con respecto al último periodo. Por un lado, perdió el candidato de Milei, que era su amigo personal –es más, se presentó así-. Es un alivio porque hubiera sido una deriva bastante más problemática porque todo se habría partidizado aún más de lo que está. Ganó otro candidato que también viene de una derecha judía pero también está apoyada por Meretz. Tengo la esperanza de que pueda encontrar el camino de lo que tiene que ser la DAIA que se fundó hace casi 100 años para combatir el antisemitismo.
– …que hace muy selectivamente….
– …algo que hoy, en todo el mundo, ya sea por derecha o por izquierda, está creciendo. Para poder combatirlo, primero hay que poder definirlo bien y no perder el tiempo en cuestiones que no tienen que ver con eso. En la presentación en la Universidad Di Tella, tuvimos un día y vuelta, con Ajmechet. Dije que, en un momento de aumento de antisemitismo, las instituciones no tienen que perder tiempo arrogándose la potestad de decir quien es o no es judío (“un buen judío”) o vaya acusando a las voces críticas de un montón de cosas. Justo había sido el caso de Norman Briski a quien se lo acusó de “terrorista”. Se pierde mucha energía y tiempo con esas cosas cuando me parece, que no va por ahí.

El movimiento “maldito”
– ¿Cómo te llevas con el uso –hoy en día- constante del término “sionismo”?
– Esto es algo muy reciente. No lo veías hace cuatro años atrás…
-Ahora reapareció también lo del Plan Andinia, entre otras cuestiones….
– Justamente, Miriam Lewin, que forma parte de este libro, me mostró que, cuando asumió Werthein como ministro de Relaciones Exteriores, se hizo viral un video de cuando él había sido nominado como embajador de Estados Unidos. Estaba en el Senado y le preguntaron sobre el Plan Andinia. La pregunta se la hizo alguien con un micrófono que no tenía ningún logo. Ante la pregunta, queda muy perplejo. Creo que sigue siendo algo marginal, de círculos de extrema derecha que ahora se extendió a la extrema izquierda. Lo alarmante es que no se pueda entender qué es el sionismo y que hay muchísimas maneras de ser sionista. Gente que se dice “progresista” usa el término “sionismo” como un insulto y fuese racismo. Sabemos perfectamente que hay un sionismo racista pero también hay uno que es humanista, otro de centro. Es un movimiento muy amplio, tal como no hay una sola forma de nacionalismo argentino, alemán o español. Nos parece importante que no se pierda esto de vista y que no se use como insulto.
-Se ve mucho ahora…
– Me contaron que, cuando fue el abrazo al Haroldo Conti, había un cartel que decía “Milei sionista”, de forma despectiva. Hubo mucha gente que fue a esa marcha y se sintió bastante mal por eso. Eran sionistas y progresistas. Están en contra de Milei y no quieren ser expulsados por el tema “sionismo”.
– Ahí está la paradoja, en tanto del otro lado están las Ajmechet de la vida con las que no se tiene nada en común.
– Exacto. Igualmente, considero que hoy, en Argentina, estamos mejor que en otros países. No estamos tan en la cornisa de ser «invitados» al otro espacio. Todavía en el mundo del progresismo y del peronismo hay espacio para estas conversaciones. Es cierto que se está usando el término “sionismo” de forma no diferenciada o no muy informada, pero es algo más global. Igualmente, creo que Argentina está mucho mejor que Europa en ese sentido.
Judaísmo personalizado
– ¿Cómo es tu relación con el judaísmo?
– Es muy amplia pero intensa. Algo cuento en el libro. Vengo de una familia bastante mixta. Mi abuelo materno era judío y de grande, hice la conversión en el reformismo. La terminé hace dos o tres años. Fue un proceso muy largo, de formarme primero por mi cuenta, pensarlo y después, hablar con rabinos. Un día, estaba charlando con Uri Romano, creo que en el 2019. Fuimos a tomar un café y le conté que estaba pensando en hacer “giyur” (N de R: conversión al judaísmo). Me dijo que pensaba que ya lo había hecho. “¿Por qué no lo haces?”. Empecé el proceso con Uriel pero vino la pandemia, donde hicimos mucho por zoom. Después, hice un curso como oyente en la comunidad reformista de Tel Aviv, para terminar todo en Argentina. Ahora, en Madrid, estoy yendo a la comunidad reformista y al Centro Sefarad que realiza muchas actividades culturales.
–¿Hay muchas diferencias con Argentina?
– Si, aquí la comunidad es mucho más chica que en Argentina, pero me interesa mucho. Es una parte muy importante de mi vida. Justo estuve en Buenos Aires, en el acto de conmemoración del 7 de octubre y había muchísima gente. En cambio, acá en Madrid, no se hizo. Hay una forma distinta de vivir el judaísmo que estoy intentando conocer más y aprender más. En Argentina, a pesar de todo lo que conversábamos -de que la derecha judía quiera invisibilizar al progresismo judío y todo lo que genera Milei en términos de preguntas y problemas- hay muchas formas de vivir el judaísmo con orgullo y con visibilidad. Es algo que, me parece, pasa cada vez menos en la diáspora.
– ¿Sabes si le llegó el libro a Milei?
– No tengo idea, pero sí sé que le llegó a Cristina Kirchner.
– ¡Ah, mira! ¿Algún comentario al respecto?
– No, por ahora. También sé que le llegó a Horacio Rodríguez Larreta y a Pablo Avellutto.
-Te dan un formulario y te preguntan “profesión”. ¿Qué pones?
-Depende. Puedo poner “escritor” o “periodista”.
-Si no eras “escritor” o “periodista”, ¿qué hubiera sido de tu vida?
-Buena pregunta. Quizas tendría más dinero. (risas)
– Si por la puerta de donde estás ahora, en Madrid, apareciese el Pablo de los 14 años, ¿qué le dirías? ¿Algún consejo o recomendación?
– Le diría que confíe y que va a estar todo bien. Solamente eso.
“Las fuerzas del cielo. Argentina, Milei y los judíos” (compilado por Raanan Rein y Pablo Méndez Shiff) . Editorial Milena Caserola.