
Sentí que me robaron la ilusión sana de ver a mi equipo jugar con el clásico rival. Bronca, tristeza y dolor.
Me dolió como hincha de fútbol. Sufrí más allá del hecho de la suspensión del partido en si, sino por una serie de hechos que van más allá de esto.
Hace algunos años, colgué una nota que se titulaba “La gente no es el espectáculo” (http://elcaleidoscopiodelucy.blogspot.com.ar/2011/05/la-gente-no-es-el-espectaculo.html). Sigo pensando lo mismo. Pero cuando ese contexto se mete de lleno en el espectáculo, agrediendo de manera salvaje a varios de los protagonistas del mismo, estamos en otro terreno.
Destaco hechos aislados, como el acercamiento de Daniel Osvaldo (más allá de la chicana de muy baja calaña que hizo a Carlos Sanchez) al banco de suplentes para hablar con Leonardo Ponzio. Pero también digo, fue el único que se vio hacer esto. ¿Por qué? Los jugadores, además de ser los protagonistas del espectáculo, son colegas de trabajo. ¿Dónde está la solidaridad al respecto? En un momento, me hubiese encantado que los jugadores de Boca hubiesen acompañado al plantel de River a salir del césped de la Bombonera. Y no lo hicieron. Me duele la falta de solidaridad y compañerismo. Esto, sin contar que el equipo de Boca “saludó” a la hinchada cuando se fue. ¡Vergonzoso!
Lo peor es que ninguno de los periodistas le hace una repregunta al respecto en la improvisada conferencia de prensa que realizó. ¿Dónde está el oficio del periodismo de preguntar lo que corresponde? ¿Por qué no se definen como movileros que solo cuentan lo que ven y dejan la denominación “periodista” a alguien que pregunte lo que tiene que preguntar?
Hace tiempo que dejé de ir a la cancha por cuestión de los hinchas. Soy hincha de Boca pero eso no implica que tenga que ser hiriente con el rival ni tampoco considerarlo un enemigo. Disfruto del juego de mi equipo y de las victorias que obtiene pero nunca molestando al otro. Eso se llama respeto. En ese sentido, el tan mentado folklore del futbol ha pasado ser un concepto que avala cualquier cosa que se haga. El dron con “El fantasma de la B” al mismo tiempo que les habían tirado el gas pimienta a Ponzio, Funes Mori, Vangioni y Kranevitter es de muy mal gusto. La turba de bodoques cantando “Vos sos de la B”, cuando uno de los jugadores tenía los ojos inflamados y otro, quemaduras de primer grado, rozan esa pelotudez propia de cobardes que obran en el marco de la multitud. También harta el hecho que no se pueda decir nada en contra del colectivo denominado “gente”, “pueblo” o cualquiera que sume más de determinado número de personas. Porque, de esa manera, se avala todo desde ese gris que es “la gente” dotándolo de un carácter impoluto que no lo tiene en lo más mínimo. La gente se equivoca. ¿Por qué no decirlo?
En el aspecto puramente deportivo, se ve que la idiotez es tan grande que no vio que Boca tenía chances de dar vuelta el resultado a su favor en el segundo tiempo. El “sin seso” que tiró el gas pimienta, “quiso” tanto a su club y lo “ayudó” tanto que es probable que se quede sin llegar a cuartos de final por el “amor” de un hincha. ¡Basta de idioteces, por favor!
Con este papelón internacional, si a Boca le sacan los puntos ¿hay derecho a la queja con todo lo que pasó? Obvio que no. Recuerdo la sanción durísima que recibió el Liverpool en Europa, en los años 80 por los incidentes (muertes incluidas –recordar la tragedia de Heysel-). ¿Es necesario llegar a eso?
Dicen que en los momentos de alta tensión, aparecen los valientes. Asi como era la valentía de Román para pisar el balón o Martín para ir a buscar un cabezazo en un mar de defensores, es necesario tomar el toro por las astas. Solo falta voluntad y valentía, algo que cierto “aguante” dejó de lado hace mucho tiempo y que infestó a los clubes, en su caldo de política y barras.
Dolor, tristeza y bronca. Parafraseando al Más Grande, la pelota ya está manchada y están a punto, de pincharla definitivamente. El fútbol es un deporte y no una cuestión de vida o muerte.