Una de cal y una de arena
El pasado sábado, tuve el placer de ir a ver a uno de los padres fundadores de esto que se ha dado en llamar “rock nacional”, el señor Litto Nebbia. Era el ultimo concierto de una serie de cuatro que estuvo dando los primeros días de marzo en La Perla, en la esquina de Rivadavia y Pueyrredon, corazón del barrio de Once.
Artista prolífico si los hay, Litto Nebbia es una máquina de componer canciones, buscando nuevos ritmos y sonoridades. De esta manera, se presentó solo con su teclado para dar un concierto de muy buen nivel.
Todo comenzó a las 22.15 cuando subió al escenario e inició su show con “Cuando me transforme”, una hermosa canción que no cae en ninguna cursilería, seguida de “Me defiendo de ti”, una canción del disco “Soñando barcos” del 2009. El sonido de Litto era bueno y claro más no el del contexto del cual nos referiremos al final de esta nota.
Suena “Más que loca”, un tema de 1981, al cual sigue “La canción del mundo”, tema que da título al que será el nuevo material de Litto, próximo a salir en dos meses. De este nuevo disco, presentará varias canciones lo cual denota que la pluma de Litto sigue vigente.
No obstante, el rosarino cuenta con un arsenal importantísimo de canciones de calidad. Así, desempolva “Carne y uña”, que formó parte de su disco “Nebbia canta Cadicamo” y “Dos extraños” de Laurenz y Contursi que fue incluida en “A su aire”. De este disco, también suena la hermosa “Está en tus manos”.
Se lo nota a Nebbia de buen humor, con ganas de cantar y charlar con la gente a la que le cuenta algunas historias como que sacó un disco en España con Juan Mari Montes, en el cual el argentino le puso la música a las letras de Montes. Una de esas canciones se llamaba “Si te vas” la cual fue cantada por Ana Belén en su disco “Anatomía” e interpretada en Once por Nebbia con mucho sentimiento. Se acaba la primera parte del show con un clásico de Litto que es “Quien quiere oír que oiga”. Nada más que agregar para un himno de nuestra música.
Pasan treinta minutos y retorna Litto al escenario munido de una seis cuerdas con la cual cambia el concepto del show. Arranca con “Canción del horizonte” y “Madre escuchame” con lo cual el recital gana en emotividad a partir de la interpretación de Litto. Con “El bohemio” se dio el gusto de criticar a los “ortodoxos que nunca crecen ni buscan nada nuevo”. Después vienen pegados “Dias de conflicto”, “Mañana”, “Sueña y corre” y “Coplas del musiquero”. Este último tema formó parte de un disco de alta calidad llamado “Musiqueros” a cargo del trío Nebbia-Baraj-González, allá por el año 1988. A posteriori llega un homenaje a Lalo de los Santos con “No te caigas, campeón”. Para la recta final del recital, vuelve Litto al teclado y arremete con “Ayer nomás”, “Solo se trata de vivir” y “La Balsa”. Si, si, leyó bien, La Balsa, en una versión al estilo Rick Wakeman con la utilización de los teclados para este tema seminal de nuestro rock. Podía haber un bis después de esto? Si, y fue con un tema un tanto perdido de la discografía de Litto, llamado “Los chivos emisarios”, cuya letra habla de “jóvenes que se encuentran en la madrugada” a la cual le agrega fragmentos de “Isn’t she lovely” de Stevie Wonder. El tema fue grabado en el álbum Nº 2 con La Luz. Broche de oro para un recital de muy buen nivel.
Ahora vayamos a la “otra parte” del show. Primero, quiero destacar el pésimo comportamiento del público. La gente habló y comió mientras Litto Nebbia cantaba como si estuviesen en la tertulia de las 17 hs. Cuando se habla en medio de un recital en un recinto pequeño, se denota falta de educación y de respeto, no solo para con el artista sino con la gente que realmente quiere presenciar un show de primer nivel. Para colaborar con dicha conducta, tenemos la disposición del lugar parece un café concert. O sea, se comía, se tomaba y se escuchaba el ruido de cubiertos. Mi pregunta es ¿estamos en un concierto o en un restaurant con un cantante que ameniza la comida? Es perfectamente entendible que la gente del lugar quiera ganar dinero con las consumiciones pero ver como le traen un helado de tres pisos a la mesa 5 mientras Nebbia cantaba “Coplas de musiquero” da mucha bronca.
Por otra parte, siempre se escucha que va poca gente a los recitales, que no hay lugares para tocar y que los jóvenes no se acercan –o mejor dicho, se alejan- del rock. Nos tomamos el trabajo de cuanto es el dinero mínimo que tendría que tener un chico para ir a ver el recital de Litto Nebbia. El show: $ 70 + $ 35 de consumición mínima (eso lo dice el menú) + $ 4 de servicio de mesa, lo cual la cuenta da casi $ 110. ¿De esta manera quieren atraer a los chicos a los shows? Cuando Litto cantó “La Balsa”, había chicos mirando en la entrada de La Perla, mirando con curiosidad. ¡Ellos tenían que estar adentro, escuchando a un prócer del rock argentino y no los carcamanes que charlaban al ritmo de “Ayer nomás”!
Si me quedé en el tiempo con lo que significa ir a un recital, le pido disculpas a los lectores pero pagar $ 85 por una grande de muzza (o una prepizza recalentada) y dos gaseosas, es una barbaridad. También soy perfectamente conciente con respecto a los lugares para tocar y las condiciones de los mismos pero creo que hay que buscar un punto intermedio.
Pasó Litto Nebbia con un recital de calidad, para poner en un recuadro pero también habría que reconsiderar algunos puntos para no terminar con una sábana corta con respecto a los precios y la poca afluencia de público para ver a semejante gloria de nuestra música.