Démian Konfino: “Hay una construcción maligna del villero por parte de los medios”

¡¿Una novela sobre la Villa 31?! ¡Correcto! El abogado y escritor Demian Konfino editó “Villa 31 Historia de un amor invisible” (Editorial Punto de Encuentro), una novela histórica que transcurre en una villa emblemática de Buenos Aires. Konfino busca desestigmatizar la identidad villera asi como brindar otra vista de uno de los lugares de mayor conglomeración de la ciudad. Militante de larga data, cuenta en el libro lo que es la Villa hoy, sus particularidades y también se hace un tiempito para hablar de la película “Elefante blanco” y de como está la (no) urbanización de la villa
-Démian, ¿cómo surge la posibilidad de hacer este libro?
– Bueno, lo primero que pasó es que empecé a militar en la Villa 31, desde hace tiempo. Además, ya escribía. Estaba terminando mi primer libro. Asi fue que empecé a ver historias, diferentes anécdotas de la vida en Villa 31 que me parecía que había que comunicarlas. Eran muy literarias, con cosas para transmitir y sobre todo, para contraponer a la figura mitológica del villero violento y estigmatizado, mostrando historias de la cotidianeidad de la villa. Todas las cosas lindas y feas que pasan, pero con la idea de equilibrar un poco la balanza con todo lo malo que se muestra de la villa. Por eso me pareció que había que contar una historia de amor, que transcurre íntegramente en Villa 31, un barrio obrero. Además, literariamente, eso falta. No hay muchas novelas o historias de amor que transcurran íntegramente dentro de las clases populares. Siempre se remite al cliché de la chica pobre que se casa con el chico rico, el príncipe azul. Aca transcurre todo en el barrio y no se está intentando que la gente del barrio niegue su condición de oprimido sino que luchen para revertirla de manera mancomunada. Un poco lo que se va dando a partir de esta historia de amor.
-Es ficción entonces…
– Si. Es una novela que tiene como personaje principal a una mujer adulta, jujeña, que llega aquí, corrida por la privatización de los ferrocarriles en los años 90. Recalan en la 31, en un momento donde había un comedor comunitario. Más cerca de la actualidad, conoce a un señor peruano, que en su momento, fue un guerrillero del movimiento Tupac Amarú. Viene con su chiquito al comedor, en su autoexilio en Argentina, y ahí se conocen, creando esta historia de amor que transcurre en paralelo con todo el contexto de Villa 31, que es su historia, la reivindicación del padre Mugica y lo que es la actual lucha por la urbanización. La lucha por mejores condiciones de dignidad en la vida.
-O sea, tendría una parte novelada, de ficción y otra, más cercana a la realidad.
– Si, sería como una historia ficcionada, porque la parte que toca el tema de la urbanización, tiene personajes ficcionados. Si bien pude aprender muchas cosas del barrio y de gente que ha luchado, construí diferentes personajes a partir de experiencias vividas y otras imaginadas. Los nombres de los personajes difieren de la realidad. Sería una novela histórica-política.
– ¿Cuanto tardaste hacer todo el libro?
– Habré estado alrededor de tres años, desde el comienzo, pero escribí la mayor parte de un tirón, que fue de seis meses, en los que saqué el 70% del libro. Después me quedé colgado con el final. No podía cerrar la historia. Eso fue lo que me trabó. Es más, la dejé en suspenso a la novela. No tenía la inspiración para cerrarla. Eso fue a mediados del año pasado. Después te queda un proceso de corrección que es casi infinito. No terminás nunca. Si lo agarro ahora, cosa que no pude hacer de leer el libro completo publicado, seguro que encontraría cosas y empezaría a corregirlo de nuevo. Siempre hay cositas para corregir.
– Otra idea del libro es quitar el estigma al término “villero”, no?
– Si, desde ya. Es una de las ideas principales de la obra. Queremos contraponer la figura del “otro maligno”, que es el villero para la construcción mediática y contar la cotidianeidad de barrios en los que hay un gran intercambio cultural, riquísimo y enorme, con comidas y olorcitos que reflejan la cultura de la gente que vive allí. Se generan festividades, con varias culturas conviviendo, con alegría. Contraponer esto con la imagen de violencia, de la villa como aguantadero, del pibe chorro. Hay chicos que tienen un montón de proyectos, y de sufrimientos que pasan por otro lado que no tiene que ver con la droga. También abordo la cuestión de la marginalidad y la violencia pero quiero destacar que la villa es mucho más que eso y en su gran mayoría.
– Es reivindicar de la identidad villera…
– Si, la reivindico desde otro lugar diferente desde otro lugar del cual se identifica con lo villero. Lo que estamos haciendo es poner patas arriba a la identidad villera tal cual se la conoce. La damos vuelta. Los que conocemos la villa, que la venimos pateando desde hace muchos años, tenemos experiencias varias para contar, que tienen que ver con lazos de solidaridad, gestos de nobleza o luchas por condiciones de vida más dignas. Esto se contrapone a la imagen de violencia. Se reivindica la condición de opresión de una persona que vive en la villa, desde toda la potencialidad cultural y también desde la realidad.
-Los medios no ayudan en absoluto para esto.
– En absoluto. Hay una imagen hegemónica de los grandes medios, que se construyó a partir de programas como “Policías en acción” o “GPS” o como se llame, que estigmatizan al pibe chorro como que le gusta la merca, la cumbia, usa gorrito de marca y zapatillas a las que llaman “llantas”. Pero nadie se pregunta por la historia de este pibe, si va a la escuela y eso. La novela se pregunta al respecto. Dentro de las subhistorias que se van tejiendo, hay un amor adolescente en el que también pasan cosas como una chica que queda embarazada y como se ve ese embarazo no querido. Las inseguridades que sufren ellas y todas esas cosas. En general, la que se tiene, es sesgada y mentirosa, porque se la amplifica a una mayoría que no es tal. Se puede hacer un recorte de ese estigma, a través de un recorte muy menor que tampoco estaría contando todas las cosas que pasan estos chicos para que, llegado el caso, no tengan en cuenta lo que le ocurre al resto de la sociedad.
-También pone en jaque a la identidad a los que viven fuera de la villa porque les implicaría replantearse sus propios valores porque no los pueden sostener con la realidad.
– Si, seguro. A nosotros nos pasa mucho con diferentes chicos que van como voluntarios a la Villa. Muchos son de clase media, nunca habían entrado en una villa y se sorprenden con lo que ven. No se imaginaban lo que iban a ver. Muchos dicen “es un barrio más”. Y si, tiene ferretería, carnicería, dentista y locales de ropa. Por qué la gente, nunca se pone a pensar en esta situación? Yo interpelo al lector con el libro. Nunca te ponés a pensar a la villa como un barrio con su centro comercial, centro de divertimentos, plazas, espacios de encuentro y todo? El movimiento en el que participo, acaba de abrir un espacio, junto con los vecinos del barrio, para debatir sobre películas que hablan del padre Mugica. Ese tipo de situaciones son desconocidas por la clase media consumidora de los grandes medios. A mi me interesa contarle que hay otra realidad, a través de una forma literaria. Todo está basado en muchas de las cosas que pude construir de mi experiencia.
– ¿Cómo vivió la gente de la villa, la película “Elefante blanco”?
-Mirá, pude hablar con algunos vecinos que vieron la película y la opinión es que no era verosímil lo que es vivir en una villa y lo que transmite la película de lo que es vivir en una villa. Se muestra toda la violencia de los narcos, las armas, la cocina de las drogas y eso existe tanto en una villa como en otros barrios de Capital con otro nivel sociocultural, pero la villa sufre de otras cosas que deja aquello en un lugar residual, al costadito. Cuando se cuenta la historia de “Elefante blanco”, que se filmó un poco en la villa 31, se muestra eso y no todo lo bueno que puede tener. Entonces deja mal parado y refuerza el estigma y la imagen del pibe chorro.
– ¿Te sorprendió esto de la película?
– Si, porque tengo un buen concepto de lo que hace Trapero. Tiene una visión política interesante. Cuando la vi, incluso la gráfica en la que estaba Ricardo Darín –otro que se compromete con varias causas- esperaba otra cosa. La historia es entretenida pero la película no es verosímil. No lo es para aquél que conoce la villa pero si lo es para quien está afuera, que le refuerza todo preconcepto de villero-pibe chorro.
– Hay bastante militancia dentro de la villa…
– Si. De hecho, uno de los hechos principales de la novela –además de la historia de amor-, es la lucha de la Villa por la urbanización. En ese sentido, cuenta como los vecinos se van organizando. Esta ficcionalizado pero se basa en experiencias que hubo al respecto, como la Mesa por la Urbanización en la cual hubo una lucha muy importante. Allí fueron reprimidos y tuvieron causas en contra pero lograron la Ley de Urbanización que es la 3343. Se intenta graficar lo ocurrido sin ser la fotografía de esa organización sino que le di mis propias connotaciones. Trazo un paralelo entre lo que fue la Mesa por la Urbanización y el relato de este libro.
– ¿Cómo está este tema, hoy en día?
– En estos momentos, hay una ley aprobada por unanimidad en el 2009, que aún no se está cumpliendo porque tenía que darse por la misma ley la Mesa participativa con vecinos y el Gobierno de la Ciudad que, en lugar de tardar un año, tardó uno y medio para dar el dictamen. Este dictamen tiene que ser aprobado por la Legislatura y está medio trabado. En el medio, sigue teniendo mucha precariedad con respecto al tema de los servicios. Recordemos que este año murieron dos personas electrocutadas. En paralelo, está el surgimiento del Barrio San Martín, que es una toma del año 2007 y alberga a 3000 personas. Está mayormente fuera del perímetro de la villa con lo cual se está luchando por su reconocimiento con la villa 31.
– El PRO también tiene a sus representantes dentro de la villa, no?
– Si, correcto. El PRO tiene un armado muy intenso y extendido de cooptación de vecinos. Incluso, la mayoría de los delegados barriales tiene vínculos con el PRO, extensible al Gobierno de la Ciudad. No obstante no se ha logrado la urbanización todavía. Mirá, lo primero que se hizo apenas salió la Ley de Urbanización, es fácil de reconocer porque uno recuerda lo que era antes y lo que es ahora, cuando se ingresa a la Terminal de Omnibus, y es el haberle pintado los frentes. Hay varios sectores que no tienen cloaca, que no le llega agua corriente, por lo que lo primero que se haga es pintar los frentes es como poner la Z antes que la A en el abecedario. Es lo último y lo hicieron primero.
– ¿Cuando surge en vos la militancia dentro de la villa?
– Surge cursando la carrera de abogacía. Entro en la carrera creyendo que la justicia es la justicia social. Asi me empecé a vincular a distintos voluntariados que se hacían y lo primero que me tocó hacer fue apoyo escolar. Pronto, con algunos compañeros que nos fuimos conociendo, decidimos abrirnos a realizar una mayor cantidad de actividades en la villa. Empezamos a informar, asesoría jurídica gratuita y fundamos una agrupación llamada «Por los Invisibles». Esto fue para el año 2006 y desde esa época no ha pasado más de una semana sin que vaya para allá. Después, fundamos el centro cultural “La Casa Invisible”.
– Con el libro estarías “visibilizando” a la gente de la Villa
-Exacto, porque están fuera de la percepción óptica de la gran mayoría de la población. Obvio que hay una intencionalidad al respecto. No hay interés en que se vea esta dignidad y esta pelea que llevan a cabo. Por eso también, el título de “Un amor invisible”. Existir, existe, lo que pasa es que no se ve.

– Dijiste que no se quiere mostrar, pero  ¿la gente de clase media la quiere ver?
– Mirá, pienso que con una mirada distinta y otra óptica, se podría ver. No pienso mal ni creo que el hombre es el lobo del hombre. En general, hay muchas miradas, sobre todo lo que tiene que ver con los medios de comunicación que está dirigida desde la ideología del medio. En ese sentido, los medios tienen una ideología que va a contramano de los intereses populares. En mi caso, pongo el eje en la mirada que me importa. Además el sentido común se construye, con una cultura dominante que puede variar. De esto también habla el libro, el de revertir esa imagen y que todos pongamos un granito de arena por esto.

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