Lúcido (Teatro)

Reescribir a un clásico.
De Rafael Spregelburd. Con Armenia Martínez, Gustavo Pelato, Delfina Danelotti y Natan Skigin. Vestuario: Paz Agustina Perczyk y Rafael Perczyk. Escenografía: Ayelén Gravina y Rafael Perczyk. Música original: Tomás Lidejover. Asistencia de dirección: Luciana Martínez Bayón. Dirección: Aldana Contrera.
Teatro El Piccolino. Fitz Roy 2056. Viernes, 21 hs.
Las obras de Rafael Spregelburd se han caracterizado por la riqueza de sus textos y la forma en que se abordan diversos temas relacionados a la vida moderna y sus valores pero sin perder nunca la ironía y el guiño cómplice. 

En este caso, la directora Aldana Contrera retoma el texto de Spregelburd y realiza un trabajo similar al que hizo con Javier Daulte para su primera –e interesante- obra “Otras mujeres”. Contrera cortó la duración del original spregelburdiano, y lo redujo a una hora. La historia de los hermanos Lucrecia y Lucas, operados ambos de riñón, vuelve a la palestra con la vuelta de Lucrecia, después de quince años sin verse. 

El aspecto costumbrista de la obra se mantiene y se exacerba en tanto las relaciones madre-hijo/a, en el que la primera adopta una postura sarcásticamente exagerada para ilustrar una postura bien conocida pero que pocos quieren ver y/o apreciar. La forma en que Lucas busca evadir esta ominosa realidad es a través de la técnica de los sueños lúcidos; ejercicios que intentan hacer del durmiente un manipulador consciente de su propia producción onírica. Lo paradójico es que la familia cuenta con toda la disfuncionalidad posible y con la “lucidez” brillando por su ausencia. Hay un cambio constante en el eje de la mirada debido a que se intercalan los deseos no cumplidos y  las pretensiones de las personas de ser los protagonistas de su propia vida. Porque la que busca más, el salir de la chatura es la criticada (Lucia, que se va a vivir afuera) mientras que el mantenimiento del statu quo es lo ideal para que el tiempo pase y nos vayamos poniendo…de alguna manera. En el excelente disparate que es la dramaturgia, que entremezcla a Miami con Ramallo, operaciones de distinto calibre y formas no tradicionales de la medicina, Contrera recorta hace su propio patchwork dramatúrgico al que dota de su propia impronta pero sin perder la esencia del original.

El resultado es una puesta interesante en su texto y con actuaciones femeninas que llevan con mucha “potencia” la obra. La escenografía es pequeña pero afin a la requisitoria de la puesta al igual que la luz, fundamental para el cambio de climas.
“Lucido” es disfrutable en una personal visión de la joven directora Aldana Contrera.

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