
Por Cecilia Inés Villarreal
La primera vez que hojeé las páginas de “El Eternauta” fue en 6° grado, año 1992. Había quedado impactada con el dibujo de una nave espacial enorme. Esa impresión quedó grabada en la retina hasta que, con el correr de los años me pude comprar la novela. La lectura fue febril porque no podía despegarme. No podía dejar solo a Juan Salvo y a la resistencia. Necesitaba ver qué iba a pasar cuadro tras cuadro. Años después, me compré la parte 2 y la parte 3. Muchas personas no les dan entidad pero, en mi caso, le tengo afecto a estas continuaciones. Otro capítulo merecen las revistas El Eternauta, el regreso; Odio cósmico y El mundo arrepentido.
El 30 de abril se estrenó en la plataforma de la N roja, la obra maestra de la ciencia ficción argentina, pergeñada por el gran Héctor Germán Oesterheld y las ilustraciones de Francisco Solano López, allá por 1957. Tras varios meses de espera, expectativas y elucubraciones, la ansiedad había llegado a su fin. Habíamos tenido el placer de entrevistar a Marcelo Subiotto (Lucas) y nos contó que iba a participar de la serie. No obstante, no estaba autorizado a decir nada al respecto. El silencio sepulcral de los actores era sagrado. No se podía revelar nada de la obra. Todos cumplieron con creces ese precepto. ¡Y se agradece ese pacto maravilloso! Invitamos a los lectores que se sumerjan en la obra literaria, la puerta de acceso a historietistas como Breccia, Nine, Sábat y a toda una cohorte de artistas de la revista Fierro.
En el caso de la serie «El Eternauta», Bruno Stagnaro es el padre de la criatura. Este cineasta argentino tiene entre sus creaciones televisivas y del celuloide a “Okupas”, “Un gallo para Esculapio”, “Casas de Fuego”, “Pizza, birra, faso”. Lo acompaña un equipo colosal, entre quienes se cuenta a Martín Oesterheld, nieto de Héctor, como consultor creativo. Su abuelo estaría orgulloso de su participación.
Rescato del prólogo de la novela gráfica estas palabras: La soledad del hombre, rodeado,preso, no ya por el mar sino por la muerte. Hombre con familia, con amigos. Por eso la partida de truco, por eso la pequeña familia que duerme en el chalet de Vicente López, ajena a la invasión que se viene. El héroe verdadero de El Eternauta es un héroe colectivo, un grupo humano. Refleja así, aunque sin intención previa, mi sentir íntimo: el único héroe válido es el héroe «en grupo», nunca el héroe individual, el héroe solo. Engloban parte de lo que será la naturaleza de la serie.
Para los neófitos, el argumento es muy simple: Una noche de verano, tres amigos se reúnen a jugar al truco en la casa de Favalli (César Troncoso) cuando, de pronto, empieza a caer una nevada . Es el comienzo del fin. Hay un enemigo oculto en ciernes. Estos amigos son Juan Salvo (Ricardo Darín), el Tano (César Troncoso), el Ruso Lucas Polsky (Claudio Martínez Bel ) y Lucas Herbert (Marcelo Subiotto). En esta ocasión, se sumarán personajes que no existen en el original pero cumplen funciones importantes en el relato. Tales son los casos de Omar en el cuerpo de Ariel Staltari (quien además es el guionista) e Inga (Orianna Cárdenas), una joven repartidora venezolana.
Asimismo, la serie cuenta también con personajes míticos de la novela gráfica, como el periodista e historiador Ruperto Mosca (Leandro Sandonato). Codo a codo con Juan estarán Elena (Carla Peterson) y Ana (Andrea Pietra), ex esposa de Juan y pareja de Favalli, respectivamente. De cierta manera, se sortearon con éxito, las críticas a la edad y la fisonomía de Juan y los cambios de nombre de personajes como el de la hija (Mora Fisz como Clara).

Pasada la conmoción y el entusiasmo, la información decanta y se puede analizar con claridad. Más allá de que se trate de una adaptación, las comparaciones con el libro son inevitables. La acción se desarrolla en la actualidad y no en 1957 como en el original. Estas modificaciones son lógicas y tienen su razón de ser. Nada está por azar. Cada detalle conforma una construcción de sentido y el resultado es brillante.
La primera temporada de la serie consta de seis capítulos y tiene la esencia del libro. Podría compararse con el lado A de un disco. Los nombres de los episodios remiten a canciones de Billy Bond y la Pesada, Manal, la Misa Criolla de Ariel Ramírez, Gilda y El Mató a un policía motorizado. La selección musical es acertada. Los fragmentos de rock nacional, tango, cumbia y folklore muestran el mapa variado de la Argentina. La música en la diégesis es un elemento narrativo fundamental que amalgama todas las dimensiones: clima, personajes, fotografía. La fidelidad visual de los planos y la fotografía con la psicología del color logran las atmósferas perfectas para cada escena, ya sea en interiores como en exteriores. La casa como el refugio ante el horror y la incertidumbre, pero también “el afuera” como lugar de exposición y de desolación.
La historieta original de Héctor Germán Oesterhëld fue publicada en un formato serializado en la revista Hora Cero entre 1957 y 1959. Allí, Juan Salvo en su condición de viajero del tiempo, visita la casa de Oesterheld, quien lo mira estupefacto. Juan se materializa en un sillón y le cuenta esta historia que no sucederá sino hasta el año 1963. Es la soledad del héroe; un paria, en definitiva. Sus ojos-abismo han visto todo.
A su vez, no olvidemos el contexto de la época: el peronismo estaba proscripto por la Revolución Libertadora que tenía a Pedro Eugenio Aramburu como presidente de facto. Ya habían sucedido los bombardeos de la Plaza de Mayo y los fusilamientos de José León Suárez. Éstos últimos dan origen a “Operación Masacre”, de Rodolfo Walsh. Durante la sangrienta Dictadura cívico-militar de 1976, Walsh iba a ser otro desaparecido más, al igual que Oesterheld y sus cuatro hijas.
El hecho de situar a la historia de “El Eternauta” en la actualidad enriquece y le otorga verosimilitud, con la argentinidad al palo. El hecho de que las locaciones sean fácilmente reconocibles (iglesias, gomería, puente Saavedra, General Paz) y tengan esa cercanía barrial, hace que la identificación sea inmediata. El lunfardo, la picardía y el texto es disfrutable de principio a fin. La idea de comunidad y de unión se fortalece con el correr de los episodios. Inclusive, se logra un in crescendo del arco dramático. El sentido del humor, la ironía y los momentos de tensión y de alivio están armónicamente distribuidos.
El repertorio de planos utilizados estratégicamente es exacto, asi como también los chistes visuales en las publicidades gráficas que se ven en la vía pública. La soledad y la desolación de las calles nevadas se lograron porque el rodaje empezó en pandemia.

Las referencias argentas no descansan. La serie da cuenta de heterogeneidades socioculturales evidentes, además de las contradicciones y odios. Como en el castigo de Sísifo, empujamos una roca gigante cuesta arriba que cae y debemos volver a empezar. Nos caemos y nos levantamos mil veces por más que muchos despotriquen contra el país y miren hacia afuera con envidia y admiración. Tenemos nuestros laureles y coronas de gloria. Baluartes como la educación pública, la salud, la ciencia son marcas registradas por más que esos representantes del mal busquen hundirnos y quieran borrar la memoria. Ésta es uno de nuestros trofeos. Sin memoria se pierde la identidad de un pueblo lo cual es sumamente peligroso. Que no nos confundan y roben los derechos ganados. No permitamos que nos conviertan en hombres o mujeres robots manipulados. Que la nieve tóxica no nos enceguezca ni los cascarudos nos amedrenten.
Entretenida y atrapante, “El Eternauta” sale airoso del gran temor de las adaptaciones: que los creadores no tengan libertad creativa ni de decisión. O que el resultado sea una sombra y se traicione el espíritu de la obra. Nada de esto pasó. Creatividad, estética, atmósferas y talento argentino aunados. Es un sincero homenaje a Héctor Oesterheld y muestra de que en el país tenemos artistas de primer nivel.
Ficha técnica.
Dirección: Bruno Stagnaro. Guion : Bruno Stagnaro y Ariel Staltari. Guion original: Martín Oesterheld. Novela gráfica: Héctor Germán Oesterheld. Con Ricardo Darín, Carla Peterson, César Troncoso,Andrea Pietra, Ariel Staltari, Marcelo Subiotto, Claudio Martinez Bel, Oriana Cárdenas, Mora Fisz, Jorge Sesán. Música: Federico Jusid. Fotografía: Gaston Girod. Compañías K&S Films. Distribuidora: Netflix. Producción: Hugo Sigman, Matías Mosteirin, Leticia Cristi y Diego Copello. Año: 2025. Duración: 50 min aprox (cada capítulo). País: Argentina. Género Serie de TV. Ciencia ficción. Intriga | Futuro postapocalíptico. Supervivencia. Cómic.