Espejos Circulares (Teatro)

La vida y el curso

De Annie Baker. Versión: Federico González Del Pino y Fernando Masllorens. Con Soledad Silveyra, Jorge Suarez, Andrea Pietra, Boy Olmi y Victoria Almeida. Diseño de escenografía: Alicia Leloutre. Diseño sonoro: Eli Sirlin. Sonido: Pablo Abal. Diseño gráfico: Romina Juejati, Gabriela Kogan. Supervisión de vestuario: Mariana Polski. Asistencia de dirección: Laura Brangeri. Producción general: Pablo Kompel. Supervisión técnica: Jorge Pérez H. Mascali. Dirección: Javier Daulte.
Paseo La Plaza. Av Corrientes 1660. Domingo, miércoles y jueves  a las 20.30 hs; Viernes, a las 21 hs y Sábado, 20 hs y 22 hs
La sutil complejidad de la riqueza de lo simple. Todo un trabalenguas que sirve para dar cuenta del meollo de una puesta interesante y abarcativa de los diversos estadios de las personas.
Se apagan las luces y suenan los Kinks con “Everybody’s gonna be happy”, logrando ya una empatía con el público, por el ritmo de este excelente tema de la banda de los hermanos Davies. Se encienden las luces y aparece un salón grande, con sillas, pelotas, colchonetas y aros, donde se desarrollarán los acontecimientos. La excusa es una clase de teatro en un pueblo alejado de Buenos Aires. Allí, Susi tiene a cuatro alumnos, Teresa, Laura, Schultz y Jorge, que es su pareja. A partir de allí, se empiezan a desarrollar distintos ejercicios, propios de una clase de teatro, en los que buscaran ponerse en contacto con su interior. Ese es el momento en que empieza a transformarse la clase en un lugar de catarsis para las carencias afectivas y fracasos emocionales que cada uno de los participantes de la clase acarrea. La forma en que cada conflicto se desarrolla es sutil y muestra esbozos ilustrativos de cada situación, que serán completados con la interpretación de cada espectador. De esta manera, la sencillez de la puesta se va complejizando en la conjunción de sentimientos a punto de explotar en el momento que la inspiración y el trabajo interior de la clase, lo convoque. Los gags, siempre efectivos y risueños, van cambiando de tonalidad con un contexto fuerte e historias reconocibles, de la vida cotidiana.  De padres ausentes a parejas infieles, pasando por amores no correspondidos o descartables, todo es esboza. Se siente y se deja que late pero que no explote. Ahí es donde radica la fuerza del texto con muy buenas actuaciones. Sobrios Boy Olmi y Soledad Silveyra, Andrea Pietra es la mujer de la discordia mientras que Jorge Suarez y Victoria Almeida cuentan con personajes a los que les sacan el jugo tanto desde lo gestual y la comicidad (Almeida) como en aquello que implosiona en el cuerpo y apenas se ve hacia fuera (Suarez)
La escenografía es amplia y cuenta con una iluminación que determina el paso del tiempo hasta llegar a la última semana del curso con un final interesante y reflexivo.
“Espejos circulares” es de esas obras que tienen un trasfondo fuerte pero que con mucha sutileza y buen gusto, llega a buen puerto y encima, te dejan sonriendo.

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