Bafici 2024. Toma 6. Rock escocés y un clásico argentino.  

Seguimos dando vueltas por la edición número 25 del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente, más conocido como BAFICI.  Raro el ambiente que lo circunda. Se nota que los tiempos liberotarios en los que vivimos han hecho mella en el festival. Pareciera que no interesase que es la Ciudad de Buenos Aires –gobernada por otro signo político (jajajajajaja)- la encargada de su organización.

Vamos a varias películas y el oído atento escucha algunas cuestiones que son bastante conocidas. Por ejemplo, en la cola para ingresar, se escucha decir “¡Menos mal que me vine! Decían que estaba agotada la función y no es así”. Pasa más de lo que uno piensa.

Al ingreso a la sala, antes de que se apaguen las luces, se acercan dos trabajadores del BAFICI con micrófono en mano y leen el siguiente comunicado.

Los trabajadores del BAFICI que estamos llevando a cabo este festival, queremos acompañar a los trabajadores del INCAA y en especial del cine Gaumont, sede de este festival, ante el atropello y la violencia con los que, desde el Estado Nacional, están avanzando sobre los puestos de trabajo de muchos compañeros y compañeras.

Como trabajadores del cine y la cultura de este hermoso país, pensamos que es importante hablar y visibilizar la situación actual, que está siendo cada vez más crítica.

El acceso a la cultura y a su diversidad es un derecho conquistado. ¡Defendámoslo!

Viva el cine argentino y larga vida al BAFICI”.

Ponemos en negrita el texto del comunicado para que se lea bien y certificar nuestra solidaridad ante el ataque constante por parte de quien se encuentra en el sillón de Rivadavia. La gente que presencia la función, rompe en aplausos y se escucha algún grito en contra del liberotario máximo en ejercicio de sus funciones.

Se saluda con beneplácito este tipo de manifestaciones en contra de la motosierra desquiciada. Por más que a más de algún “artista” o parte del colectivo denominado “público” ponga cara de fastidio. Desclasados que votan a sus propios verdugos hay en todos lados. Al respecto, sostenemos lo que decía Brecht. “Cuando la verdad sea demasiado débil para defenderse , deberá pasar al ataque”.

Ahora si, vamos al cine.

“Mogwai. If the Stars had a sound”. Música para volar. 

El BAFICI siempre tuvo como marca de fábrica la excelente cantidad y calidad de documentales de música. Rock, en especial. Muchos sirven para homenajear artistas de renombre y otros, para visibilizar carreras de real valía. Tal es el caso del excelente documental de Antony Crook sobre Mogwai, banda escocesa de culto que busca llegar por primera vez al primer puesto del ranking británico con la edición de su disco “As the love continues”.

El rockumental va y viene a través del tiempo, desde los primeros años hasta la concepción del décimo álbum el cual se desarrolla durante la pandemia. Las grabaciones con barbijos de por medio, despiertan un sentimiento contradictorio respecto al azote del Covid sobre las sociedades del mundo. Parece lejos pero no es así, a menos que cuatro años sea considerado como un número corto.

Pero lo realmente interesante es la forma en que se encara el documental. Mogwai, es hablada y referida, mayormente, por otros que, en algunos casos, son gente próxima y fans. Entonces, hay siempre una conformación realizada por terceros de la influencia y el legado del combo integrado por Stuart Braithwaite (guitarra y voz), Barry Burns (guitarra, piano, sintetizadores y voces), Dominic Aitchison (bajo) y Martin Bulloch (batería). De más está decir que su propuesta dista de canciones pop, de estribillo pegadizo. Va por el lado más oscuro e introspectivo de la música con climas y melodías personales.

La música de Mogwai es tan enigmática como atrapante. Postpunk de pocas letras e instrumentalmente hipnótico, que establece un vínculo muy profundo con sus seguidores. Desde la platea del cine argentino, la recepción es variada. Algunos, con los ojos bien abiertos, buscan empaparse del sonido de los temas; pero también están los que cierran los ojos en un vuelo único y personal a partir de los climas creados por la música. Los gestos y mohínes que se realizan, denotan la forma en que cala en el viaje de cada uno.   

La fotografía del documental es cálida y profunda. Es fundamental para que se logre ese vínculo simbiótico entre Escocia y la banda. Las características propias de sus integrantes en tanto mantenerse firme con sus raíces y su forma de ver la vida, lejos de la parafernalia y la banalidad de los tiempos modernos. El recorrido por Glasgow y las rutas hacia las “highlands” es tan revelador como si la lente fuese la sangre que surca venas y arterias de un cuerpo que, en este caso, se llamaría Escocia. Amor a la tierra que los vio nacer y también a esos gustos tan terrenales y hermosos como el fútbol, Zinedine Zidane de por medio.  

El vínculo que tiene con Mogwai con el público es profundo y sólido. Ellos han creado su propio estilo con su gente en la que se manejan reglas propias. Por eso, los siguen a todos lados los fans. Ni hablar si hay una relación entre la música con algún hecho en particular. La emoción invade a quienes van a verlos, tras la pandemia. Pero también está quien destaca el momento exacto en que Mohwai, con su música, ayudo a paliar pérdidas de seres queridos, por ejemplo. O incluso, su patrocinio para vestir al equipo de futbol de chicos hipoacústicos.

Termina la película y la gente no se levanta. Se repite el mismo ritual propio de quienes amamos el cine: ver todo, hasta los créditos, mal que le pese a la industria del “todo rápido”. ¡Vade retro! Nos quedamos a ver todo y resistimos. Pero eso ya va por otro lado. Lo más inmediato es recomendar la escucha de Mogwai a todo aquél que no conozca a la banda para sumergirse en una propuesta absolutamente integral y diferente. Es escuchar, cerrar los ojos y volar en las alas de una banda que merece todo lo que tiene. Y más también….aunque quizas ellos digan «No, thanks» con su querible «scottish accent».

Ficha técnica.

Intérpretes: Stuart Braithwaite, Barry Burns, Dominic Aitchison, Martin Bulloch, John Cummings. Dirección, dirección de fotografía y montaje: Antony Crook. Producción: Kyrie MacTavish, Marco Colombo, Mattia Della Puppa. Música: Mogwai. Año de producción: 2024. Duración: 90′. País: Reino Unido.

“Las vidas posibles”. Qué sabe nadie

Por Cecilia Inés Villarreal

Muchas veces en las trayectorias de vida al momento de evaluarlas, realizamos una serie de ejercicios de causa y efecto. Por supuesto, no existe linealidad tal, pero a efectos de sintetizar, el cerebro deambula por operaciones mentales basadas en elecciones, omisiones, aciertos y desaciertos. Si hubiera hecho tal cosa, habría sucedido tal otra, son las elucubraciones que pueden surgir en algún recodo del pensamiento. No podemos ser varias personas simultáneamente. Las decisiones y las elecciones son las reinas del acontecer humano.

En este rescate cinematográfico del largometraje «Las vidas posibles» (2006) , su directora y guionista, Sandra Gugliotta nos sumerge en una dimensión poética. Jorge Luis Borges en su cuento El otro afirma que lo sobrenatural si ocurre dos veces deja de ser aterrador. En este filme podría tornarse en inquietante; más aun, en un enigma.

La Patagonia argentina con su geografía solitaria, inhóspita y espacio extenso es el escenario ideal para el desarrollo del relato. La fotografía con tonalidades frías y desaturadas tiñe el estado de ánimo general. Carla (Ana Celentano) está casada con Luciano (Germán Palacios). Su vínculo es apasionado e inquebrantable. Un día, Luciano viaja al sur para desempeñarse como geólogo. Lo extraño se desencadena cuando el esposo pierde contacto. Desde ese momento, Carla inicia un tour de force, una búsqueda detectivesca para hallar a su marido. Lo curioso radica en que conoce a un hombre idéntico al objeto de su amor, con otra vida, otra esposa. ¿Un espejo, una alucinación, un sueño?

Carla no se dará por vencida y como uno de los pasajeros del jardín de la novela de Silvina Bullrich, se aferrará a que el resultado de su empresa será exitoso, cueste lo que cueste. La elección cuidadosa de los planos y las miradas ahondan en la psicología compleja de los personajes, con contradicciones y grises. Asimismo, las interpretaciones de los protagonistas (Celentano y Palacios) marcan un contrapunto armónico con las participaciones de Natalia Oreiro (esposa de Luis, el doble de Luciano) y con la de Osmar Núñez (el recepcionista del hotel).

“Las vidas posibles” invita al espectador a sumergirse en la lírica visual. La introspección y los silencios del filme otorgan un clima de tensión que se mantiene de principio a fin. Un aura de misterio envuelve al relato: se pueden conjeturar varias hipótesis, amén de intentar desentrañar qué sucederá. Sin embargo, la revelación de la verdad y de la posibilidad de otra vida no queda en manos del espectador. El silencio patagónico conservará esa incógnita.

Ficha técnica.

Guión y dirección: Sandra Gugliotta. Con Germán Palacios, Ana Celentano, Natalia Oreiro, Osmar Núñez y Marina Glezer. Dirección de fotografía: Lucio Bonelli. Montaje: Juan Pablo Di Bitonto. Dirección de arte: Fabiana Piotti. Sonido: Leandro de Loredo y Vicente D’Elia. Música: Sebastián Escofet. Producción: Víctor Cruz, Clarens Grollman y Mario Stefan. Producción ejecutiva: Juan Pablo Gugliotta. Compañía productora / Production company: Ojo Blindado Films, Fieber.film, 16M, Magma Cine.

Viernes 26 de abril. Cinépolis 1. Av Cordoba 2135. A las 16.25 h.

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