Mirta Wons: “El humor no te da impunidad”

Con vasta experiencia en televisión y teatro, a este último género le está dedicando todo su tiempo. Acaba de presentar su unipersonal “Yo y mi Singer” al tiempo que participa de “La Novicia Rebelde”. Con lengua certera, Mirta Wons habla de teatro, del humor y la militancia de los actores.
– ¿Cómo surge “Yo y mi Singer”?
–  Surge de una anécdota. Me invitan al programa de Susana Gimenez, cuando era semanal al Karaoke, y gané un Home Theatre. Ya tenía uno y me dieron la orden para canjearlo. Fui a Fravega para ver por que cosa lo cambiaba. Vi una máquina de coser y dije “Si, es eso lo que quiero!” Además siempre quise tener una! Tenían dos modelos, el básico y el más avanzado y me fui a hacer un curso en Singer para aprender bien como se utiliza la máquina. Las alumnas eran la señora que tiene el último modelo, que tiene hasta caja de cambio, la salame como yo que quiere aprender como se hace un dobladillo, la que estudia diseño de indumentaria y la que no tiene nada que hacer en la vida. En la segunda clase ya te daban una consigna para que entiendas las funciones. La de al lado mio, que tenía una máquina que parecía una Ferrari, de repente, empezó a sacar cocodrilos bordados de todos los colores. Le pregunté ¿cómo se hace eso? Y ella me respondió “Tu máquina no tiene esa función”. ¡El veneno que me agarróo!  Me empecé a reir pensando que no puedo estar envidiando a una vieja porque esté sacando cocodrilos bordados de su máquina. Llegué a casa desnucada y escribí el primer monólogo donde relataba el hecho en si, como una especie de diario íntimo. Recortás un cacho de realidad, lo extrapolas a otra situación y ya tenés “un hecho teatral”. Esa fue la idea madre y asi nació la obra.
– ¿Y cómo siguió todo?
– Escribo mis monólogos pero no en el sentido de obra de teatro porque no soy dramaturga. Nos juntamos con Carlos Kasper y le encantó la idea de la Singer. Después se sumó Erika Halvorsen, una excelente dramaturga y guionista. A los de la fábrica Singer los corrí y me miraban con cara de “¿qué quiere ésta loca?”. Lo único que quería es que me dejaran usar el nombre. Nada más. Es obvio el deseo de ellos de cuidar ese nombre, que no se lo bastardeara con un espectáculo. No fuimos a manguearle nada, solo el nombre. Después terminamos con el nombre y con el apoyo pleno de la fábrica. Igual, me pasó en serio con la máquina que le das todo el tiempo. El primer sábado que tuve con la Singer me quedé hasta las seis de la mañana. Estaba fascinada y me dije “esto es mejor que salir con un tipo! Hasta tuve un orgasmo con la Singer!” Jajajjaa. Ahí entra la Singer como objeto de amor pero también hicimos paralelismos y metáforas. Teníamos la idea de los remiendos sobre el eje de las heridas, los desamores con sus cicatrices y el parche que le ponés.
– Que coser no es lo mismo cocer que zurcir….
– Exacto. A todo esto yo me había operado en un programa de televisión del que tengo una hermosa cicatriz y realmente pensé que cuando te operás, te va a sacar todas las heridas. Esa ilusión que tenés que si te operás, vas a ser felíz por siempre pero  la cicatriz siempre va a estar. La pregunta es ¿qué hacés con la nueva cicatriz? ¿Vas por la vida exhibiéndola descarnadamente, le ponés onda con un buen zurcido, las ignoras, o seguís para adelante? Yo quiero a alguien con parches. No quiero alguien al que no tenga una ruptura en su vida sino me busco un chico de diecisiete años al que no le pasó nada y listo. Quiero a alguien que se banque con dignidad sus cicatrices, que muestre un poco sus heridas, que, con un poco de lentejuelas y glamour cada tanto, no viene mal para nada. Obviamente no queríamos que sonara como algo ceremonioso o como una bajada de línea. Detesto que un espectáculo, que tiene risa, que tiene emoción y de repente, pafff, una bajada de línea que vos decís “uh ahora viene la moraleja”.
– Justo te iba a decir lo de la moraleja…
– Ni en la escuela me gustan las moralejas. Es subestimar al otro. Dejá que cada uno saque lo que tenga que sacar….si es que hay algo que sacar porque por ahí, es diversión y punto. Entonces, cada uno aprende lo que tiene ganas de aprender y se lleva lo que quiere, sino está todo bien. Me gusta ir a ver una obra de teatro que puede ser la más comprometida políticamente pero no me gusta el panfleto. Que hablemos del amor y después te digan qué y cómo sentir. ¡Eso no! Voy a sentir lo que tenga ganas de sentir ¿Por qué te ponés solemne si venías bárbaro? ¿Qué necesidad? ¿No te perdonás el no reírte? Hay momentos emotivos. No es la carcajada la única respuesta que te puede dar el público. A veces se te pone la piel de gallina y decís “guau”
– ¿Cómo ves el humor en televisión? Hay críticas de que hay un humor bastante cruel…
– Hay que ver a que nos remitimos, si es al de una tira o de un reality. Hoy no creo que haya programas de humor. Creo que hay diferentes programas….
– Hay quienes consideran que Showmatch es “humor”.
– ¿Quien es quién para decir que esto es humor y que no es humor? Yo tengo mi propia mirada sobre el humor que me gusta a mi. Me puede divertir tal o cual cosa. Hay cosas de Showmatch, pasitos de comedia de Tinelli que me gustan pero también te digo que la burla, para mi, no es humor. La pelea no me resulta graciosa. Son situaciones aparentemente reales que son ficticias porque sino se cagarían todos a trompadas. No miro los realitys porque no me generan el más mínimo interés. La verdad es que extraño a los programas de humor.
– ¿El último programa de humor no fue el de Capusotto?
– Me encanta Capusotto. Igual, si tenés que pensar mucho es que no hay. Hay que ver si es rentable un programa de humor o con que se divierte la mayoría de la gente….porque a veces no se divierte con el humor sino con otras cosas. Entonces, quien es uno para decir “la gente tiene que divertirse con..”.  Si el 70% de la población se rie con Showmatch, está mal?
– Que a uno le guste, es una cosa…
– Ah bueno. No me gustan las cámaras ocultas y eso. Soy más de Pepe Biondi y Niní Marshall y me pueden decir “¿esta quien es? ¿Donde se quedó?” pero me gusta eso. Será una porquería para mi pero si el 70% l o mira o tiene un rating muy alto, puede ser que no sea humor y la gente necesita ver eso para divertirse.  El tema está en la responsabilidad de quien decide entretener de cual o tal manera. Podés tener un buen producto que lo levanta el 50% de la programación como si fuera una repetición. También hay programas son recicladoras de programas viejo o que tienen, por ejemplo, las 15 perlitas de fulano de tal. Yo salgo porque hay algo supuestamente gracioso que es una caída mía de hace quince años. Te puede dar gracia una vez pero repetir esa caída hasta transformarla en un hecho gracioso…. Además, me da por las pelotas que no me paguen las repeticiones de esa caída y que están haciendo un programa con un hecho doloroso para mi. Nadie me preguntó “Cómo estás?”, “Te jode que lo pasemos esto como una gracia?” cuando terminé yendo al médico por ese golpe que me dí. El tergiversar un hecho y llevarlo a un lugar cómico y después decir “Mira que graciosa, como se cayó!”. Esas son cosas que me molestan profundamente.
– Por eso te decía lo de la crueldad.
– No es crueldad sino estupidez. Hacer esos programas es no exprimirte el cerebro. Es no ser creativo. Mirá, fui a trabajar con Marcela Feudale a una radio evangélica, la 99.3. Ella me llamó, con mucha generosidad, para hacer la parte de humor. La radio no tiene bajada de línea política ni nada. Lo único que nos pidieron fue que cuidáramos un poco el lenguaje. Después, que hagamos lo que quisiéramos. Fue genial porque tuvimos que ir a buscar otras cosas, lejos del remate del culo, teta, puto. Sacar personajes de la galera, crear más.
– ¿Hay límites para el humor?
– Si. Creo que hay límites en lo que sería para un medio. Hay que tener una responsabilidad. No podés hacer ni decir cualquier cosa bajo el rótulo del humor, porque lo digo “en joda”. El humor no te da impunidad. El que hace humor tiene que tener conciencia de que lo que hace gracia a uno, a otro le puede molestar. Hay temas con los que no se me ocurre hacer humor como con los desaparecidos o discapacidades. Más allá de una cuestión ética, tampoco creo que cause gracia. Si hay un personaje malvado, todo bien pero no puedo hacer humor con un pedófilo. Tampoco me gustan los chistes de “etnias”, sobre gallegos, tanos, judíos o lo que sea. Me da la impresión de que siempre estas jodiendo a alguien. El humor no da impunidad ni inmunidad. A veces hay que pedir perdón por un chiste desubicado.
 
– Si te pregunto por la tele
– De la tele, no es que me fui sino que no me volvieron a llamar. Al principio lo viví como algo personal, como esos bajones de laburo porque surgen caras nuevas todo el tiempo. Si te necesitan, te llaman. Tampoco me ocupé ir y golpear puertas. Me encanta la telecomedia como medio para actuar. No me interesa la pantallita por el simple hecho de estar. La ficción es un enorme desafío para un actor y no creo que se haga “de taquito”. Me encantaría hacer una tira todos los días porque te exige y te da entrenamiento. La tele no está pensada para que ensayes. A lo sumo, una pasada de letra y a grabar. Eso te exige una enorme eficiencia como actor. Tenés que ser muy creativo. No es mala palabra trabajar en la tele. Igual ahora estoy disfrutando de dos obras de teatro. No me quejo para nada.
– ¿Cómo ves este movimiento de la militancia de los actores?
– Me sorprende la enorme crítica. Por qué es criticable que un actor quiera expresar su opinión política? ¿No es un ciudadano más? ¿Por qué no podría decirla? Es preocupante eso de la televisión pública versus Clarin, de ring, de riña de gallos. Si estas en Canal 7, no podés estar en otro lado…Paren un poco! Acá hay una cuestión de fondo que excede a los actores. No jodamos. Un actor, al igual que un médico, un periodista, un abogado, tiene todo el derecho del mundo a expresar su opinión política. ¿Cuál es el problema de que Florencia Peña diga que apoye este modelo? ¿Por que tendría que tener si o si un sobre debajo de la mesa? Dentro de poco, te van a preguntar ¿de qué lado estás? Esto no es una pelea de séptimo grado. Corto mano, corto fierro. Hay cosas con las que comulgo con el gobierno de Kirchner y de Cristina Fernández y otras que no. Hay que ser más generoso con la mirada. En estas cosas me doy cuenta que nos la damos de democráticos y en realidad, no lo somos tanto.
“Yo y mi Singer”. Teatro Gargantúa. Jorge Newbery 3563. Sábado, 23.45 hs
“La novicia rebelde”. Teatro Opera. Corrientes 860. Viernes y Sábado, 20 hs; Sábado, 16 hs; Domingo, 15 y 19 hs.

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