Martín Ortíz: “El teatro también es un entretenimiento”

A caballo de la exitosa “La noche se está muriendo” (Teatro El Crisol, sábados 20 h), Martín Ortíz desmenuza la creación de uno de los éxitos de la temporada 2022. Pero también se hace un rato para hablar sobre la situación del teatro independiente y las luchas de un sector con necesidades específicas.

Fotos: Cecilia Inés Villarreal
 

-Martín, ya van seis meses de “La noche se está muriendo”.
– Si. Estrenamos el 14 de mayo. Ahora en noviembre entramos en el octavo mes.
 
– ¿Te sorprendió la repercusión que está teniendo?
– A ver…En realidad, hay una zona en la que uno hace un espectáculo, en que sabe que está bueno, que lo satisface y que tiene un nivel que nos interesa. Pero nunca sabes que puede pasar con el público. En ese punto si sorprende. Desde algún lado, la obra tocó a la gente ya sea desde su propuesta, lo que se habla o como se entrecruzan el arte y la política. Los personajes (Federico García Lorca y Margarita Xirgu) pegaron mucho y hacen que la obra funcione como uno lo desea. Se trabaja día por día, semana por semana, algo propio del teatro independiente, para que el público se entere de lo que estamos hacienda y venga. Fue así al principio y después empezó a funcionar solo. Venimos llenando las funciones, ya 26 al día de hoy. Nos gusta mucho hacerla. Vinieron colegas y críticos que la han recomendado lo cual agradecemos.
 
-Cómo fue la génesis de la obra?
-Como tantas obras que están en cartel, fue por la pandemia. Habíamos arrancado la segunda temporada de “Cisneros”, mi obra anterior, de la cual hicimos dos funciones y tuvimos que parar porque se cerró todo en el mes de marzo. Esto duró un año. Cuando empezó a abrirse un poco la actividad, al año siguiente, para marzo aproximadamente, hablé con Mario Petrosini y Lorena Szekely para “hacer algo que sea rápido y no lleve mucho tiempo”. Me gusta mucho Lorca, tal como a toda la gente de teatro por lo que les tiré el nombre para hacer algo con dos atriles, poesía…
 
-Tipo teatro leído…
-Claro…! Quizás con algún músico. Me sacaron a patadas diciendo que iba a ser un embole. Tenía una obra que se llamaba “Pájaro de papel” que habíamos hecho en el 2011, para la primera residencia que dirigí, en la Universidad del Salvador. Abarcaba diversas textualidades de Lorca en tanto prosa, poesía, cartas, charlas, entrevistas y fragmentos de escenas, junto con algunos textos míos que servían para articular todo. Les llevé eso y les gustó. Empezamos a trabajar sobre eso, junto con el percusionista Horacio Boransinga. Salieron cosas muy locas pero nos tuvimos que encerrar de nuevo porque cayo la segunda ola. Ahí saltamos al zoom, no tanto para ensayar sino para ver como seguíamos, porque era muy interesante lo que habíamos hecho. Cada uno tenía su texto de Lorca y empezamos a recabar información de su vida cotidiana. Era un personaje con muchas facetas. Después apareció Margarita Xirgu, de quien no conocíamos tanto, pero si sabíamos de su vínculo con Federico. Se admiraban mutuamente y tenían una muy profunda amistad. En 1945, se estrenó “La casa de Bernarda Alba” en Buenos Aires, con Margarita como protagonista.
Asi fue que empecé a escribir la obra y después íbamos al zoom a leerla. Se tiraban ideas, se agregaba información y volvía a escribir. Esto fue así hasta que decidimos encararla, con una primera versión que empezamos a ensayar a fines del 2021. La presentamos a algunos invitados y vimos que hubo una buena recepción. Volvimos a ensayar en febrero y le pegamos hasta el estreno que fue el 14 de mayo.
 
– ¿Había mucha diferencia entre esa primera versión a lo que se terminó estrenando?
– Como el origen de la obra fue otra que tenía mucha textualidad de Lorca, quedó mucho material suyo y poco de Margarita. Fuimos recortando y desarrollando más otras situaciones. Se ajustó más la dramaturgia para visibilizar el vínculo entre ambos y la necesidad de su vuelta, para advertirle o salvar a Margarita de algo. Me preocupaba como dramaturgo que no se convirtiese en ese tipo de obras, con dos personajes muy fuertes, tomando un whisky, compartiendo datos para el espectador.
 
-Una especie de teatro de living…
-Exacto. Que encima sea medio didáctica para que saber quiénes eran Federico García Lorca y Margarita Xirgu y llevarla a una escuela. Que todo suceda “para afuera” y la gente sepa. Eso es un embole y no queríamos que eso pase. Además, me preocupaba que los textos de Lorca no entrasen con naturalidad y pareciese un paracaidista. Por suerte, eso no pasa ya que se pudo ensamblar sus distintas textualidades sin que haga ruido. Por suerte, creo que eso está logrado. Trabajamos mucho con Mario, Lorena, Jorgelina Herrero Pons –codirectora- y Eduardo Safigueroa, que hizo las luces. Estuvo muy bueno el que pudiéramos trabajar todos juntos, mancomunados, desde el principio.  
 

-El texto fue escrito….
– Lo escribí yo y lo iba presentando por zoom. Ahí ellos tiraban ideas por lo que se hizo muy dinámico.
 
-La dirección fue compartida con Jorgelina Herrero Pons…
-Si. Es amiga y trabajamos juntos desde hace mucho tiempo. Creo que tenemos más de diez obras juntos. Cuando empezamos a realizar esta obra, ella había empezado a estudiar dirección con Ruben Szuchmacher. Me pareció interesante que se sume desde ese rol. Me ocupé más de la dirección de actores y ella aportó muchas ideas. También, en un punto, es raro porque estoy acostumbrado a laburar solo pero ahora tenía otra mirada que me encantó.
 
Hay alusiones a “Jorge Luis” y a la “innombrable” –Lola Membrives-. Fue muy buena la forma en que se los nombra y todo lo que hay alrededor, más que nada, por el contexto.
– Bueno, tanto Lorca como Margarita Xirgu tenían un peso político muy fuerte. Esto más allá que Federico no era un tipo afiliado a algún partido político, pero tenía La Barraca, esa camioneta itinerante con la que iba a la España profunda para hacer Lope de Vega o sus propias obras. Entonces, había que decir algo. Además, nuestro grupo tiene ideas en común en relación con lo que ellos mismos pensaban.
Con respecto a lo de Borges, se sabía que había cierta envidia a Lorca. Nos interesaba agregar las cosas que decía, más que nada porque está la imagen de Federico como amado por todos. Algo que no es así.
Hubo muchas cosas que fuimos descubriendo, como esa enemistad entre Margarita y Lola Membrives, que era más facha y conservadora, algo que Margarita no era precisamente. Además, Lola le había estrenado obras a Federico por lo que había un poco de celos también. El tema era encontrar el lugar donde eso pudiese entrar.
Por otra parte, encontramos información que, al día de hoy, no sabemos muy bien si es cierta pero sirvieron a la construcción dramatúrgica de la obra (risas). Tal como fue el encuentro con Perón. ¡Era algo muy divertido! Igual que hay una anécdota entre Lorca, Borges y Mickey Mouse. Es más, en un momento, casi lo sacamos.


– ¿Si?
– En un ensayo, Mario no la dijo. Pasó y medio que dijimos de sacarla, algo que Marito no quiso. Es el responsable de que haya quedado en el texto.
 
– ¿Cómo fue el laburo con los actores?
– Para mi, es un placer trabajar con ellos. Más allá de situaciones particulares que ocurren en un proceso creativo, de algún intercambio porque tiene todo a flor de piel, con Mario es la tercera vez que trabajo y con Lorena es la segunda. La pasamos bárbaro y nos divertimos mucho. Disfrutamos mucho el proceso. Me encanta como están ellos, algo que no siempre me pasa ya que se “sufre” desde el banco, como si fuera un DT. ¿Por qué pasa esto? y cosas así. Cuando estoy en escena actuando –cada vez menos, la puedo remar pero desde afuera, no. El arquero se equivoca, se come el gol y te querés matar. Pero bueno. Ahora disfruto muchísimo las funciones.
 
Cambio de hábito
 
-Recién dijiste que no estas actuando tanto. ¿Hoy sos más director que actor?
– Puede ser. Quiero actuar, aunque me di cuenta que escribir y dirigir me da más libertad. Hay alguna idea para actuar el año que viene. Hay una idea de hacer algo con Francisco Civit ya que se cumplen 20 años del grupo Crisol. En los festejos seguramente haremos una retrospectiva y ahí voy a actuar.
Pero hubo algo que pasó al respecto, cuando cumplí 50 años, momento en que uno se hace preguntas. Me acuerdo que cuando cumplí 40, me pregunté si iba a vivir otros 40 y me quería pegar un corchazo porque pasó todo muy rápido. Con los 50, me di cuenta que se pueden hacer dos vidas en una. Llegué a los 50 y fui actor y, de alguna manera lo estoy haciendo con la dirección.
 
-Además, ahora como dramaturgo y director, tenes una visibilidad importante.
-Creo que es mayor que como actor. (risas). Me gusta mucho dirigir y escribir por lo que termino dirigiendo lo que escribo. Pero también obras de otros como fue “Las mujeres de los nazis” (de Héctor Levy-Daniel, que vamos a hacerla de nuevo en el 2023) y los proyectos con Andrés Binetti. Justamente el año que viene voy a dirigir una de Andrés, “El guadal”, que es nueva y va a contar con un elenco de actores y actrices que estudiaron con nosotros en la Universidad del Salvador y ya están dedicándose al teatro. También será de la partida Daniela Catz y Mario Petrosini.
 
-Con Binetti ya son casi una dupla…
-… académica. Justamente “El guadal” la íbamos a dirigir juntos pero no va a poder. Igualmente, va a seguir de cerca el proceso. Con Andrés hicimos varias ya. Desde el “Sainete radifónico”, “Grotesco fabril”, y varias más. Habremos dirigido seis o siete residencias. Andrés se dedica a armar la parte dramatúrgica, para la que tiene una gran habilidad. Después dirigimos juntos e inclusive, a veces, nos vamos de gira juntos con los chicos.
 

-Esta dinámica de trabajo, ¿se podría llevar adelante con actores probados y de experiencia?
– La verdad, nunca se nos ocurrió. Igualmente las residencias son de graduados y graduadas de la Universidad del Salvador, de la carrera de Arte Dramático, el último año de Actuación consiste en una residencia en la que tienen que montar un espectáculo, lo hacemos a nivel profesional. Les decimos a los chicos que vamos a montar un espectáculo que esté a la altura no solo de lo que se estudió sino que pueda competir con otras obras de la cartelera porteña. Por ejemplo, que pueda formar parte de El Crisol y “no haga ruido”. Que estén a nivel.
 
-Qué buscan los chicos cuando estudian la carrera? ¿Ser actores o ser estrellas?
– Pasa una cosa que me tomo el trabajo de ir a Alternativa Teatral y ver a algunos alumnos/as que tuve. Muchos, lo único/último que hicieron fue eso. No siguen. En general, que uno ya descuenta que no va a seguir o que, en mitad de residencia, se baja. Pasa lo mismo que en cualquier carrera. Hay muchos actores y actrices que, por ejemplo, son psicólogos o psiquiatras y después se terminan dedicando a la actuación. Sucede. No nos pasa en el ámbito de la Universidad del Salvador, que sean pibes o pibas que quieran ir a Hollywood, ponele. Si tienen distintos intereses pero quieren actuar o dirigir. Siguen con carreras vinculadas que siguen estudiando, por ejemplo, comedia musical.
 
Actualidad teatral
 
-Vengo charlando en estas entrevistas que da la impresión que el teatro está muy “serio” y muy “políticamente correcto”. ¿Lo ves así?
– Depende….A veces veo cosas muy contenidas desde lo formal. Quizás esa sea uno de los datos por los que “La noche se está muriendo” está pegando. No es solemne y se divierte. No se regodea en el sufrimiento. Si entra en un lugar oscuro, siempre hay algo que permite salir. Cuando hay regodeo en el dolor y el sufrimiento… se logra el efecto contrario. Hay mucha obra determinada que gira sobre algunos temas. Eso me choca porque tiene que surgir. El teatro temático me choca. Surge de la acción que quieras contar. Cuando hay un interés temático, caes en algo solemne y didáctico, de explicar al público “lo que pasa” y del “deber ser”. Se inicia con algo muy poético y se transforma en “lo de siempre”. 

-No hay muchas obras para reir…Parece que hay una seriedad impostada muy poco creible.
-Si tengo que hablar de tal tema, “tengo que ser solemne”. El teatro también es un entretenimiento.
 
-Me estás tirando el título de la nota! (risas) El “también” es fundamental en la frase.
– Cuando el teatro es todo el tiempo entretenimiento o, desde otro lado, no quiere serlo y tiene una “formación social” de mantener un tema vivo, es una obviedad. Creo que lo que aburre es la obviedad.
 
-Recuerdo cuando nos cruzamos vos, yo y Rubén Szuchmacher en la marcha por los premios municipales. Eramos muy pocos y del teatro independiente, poca gente.
-Y eso que el teatro independiente era el interesado. No somos Francella que vive de su profesión, lo cual me parece bárbaro. La gente del arte independiente quiere ganarse su pan. Ganarse el Trinidad brinda un premio de por vida…
 
-¡Exacto..! Entonces, te pasas haciendo militancia desde las redes sociales –muchos que tienen teatros “serios”- pero cuando hay que poner el cuerpo, no va nadie. Van pocos contra el “Apagón cultural”.
-Es que, estaban haciendo teatro…o ensayando una obra. (risas)
 
-Terrible que pase eso. Ni hablar con los medios
– No tengo respuesta al respecto. Hay cosas que no se entienden. Por ejemplo, que haya mucha interna. El teatro independiente se transformó en un campo de batalla, en un territorio de lucha entre pobres. Estaba la Asociación Argentina de Actores, ARTEI, ESCENA, ahora están ADDET, APDEA y demás organizaciones. En vez de estar pidiendo que nos van a sacar el financiamiento a todos con una eventual caída del INT, tenes a ATIA que te manda una grilla respecto a cuanto tienen que cobrar los técnicos por función. Esto es innegable, más aún cuando se van modernizando las instalaciones o los equipos. Pero si te vienen a exigir que le tenes que pagar a un técnico $3500 por función, una sala para 30 espectadores. Los actores no quieren pagar pero la sala tampoco puede hacerse cargo de todo ya que se queda con el 30% y tampoco alcanza el subsidio del Instituto porque tendría que destinarlo en su totalidad a pagarle a los técnicos por todas las funciones de la sala.
 

-A todo estoy hay que ver si la sala se llena o no.
– El técnico cobra el 100% haya sala llena, diez espectadores o se suspenda a último momento. Los actores te dicen que ganan una misera (y yo soy actor, lo entiendo), mientras pareciera que los de la sala ganásemos mucha plata al respecto o viviéramos de eso cuando no ganamos plata de eso. Hay gente que cree que lo que ganamos en nuestras funciones en el teatro independiente, conforman el sueldo con el que vivimos. Quiero que me digan al respecto como se hace. Si todos empezamos a exigir un fijo, y a no pagar tal cosa, vamos a desaparecer. Mientras discutimos esto –que es importante-, al lado de lo otro, es una pequeñez. Es una discusión entre pobres. Hay un montón de variables en el medio. Si todos empiezan a demandar una suma fija por la actividad artística, va a desaparecer el teatro. Mientras discutimos esto, hubo una ley que estuvo en riesgo de caerse que tenía como consecuencia que desaparezca todo. Nos quedaríamos los que pudieron comprar la sala, haciendo el trabajo solos. 
 
-Cuando fue el tema de la pandamia, hablamos con vos y con Szuchmacher, que el teatro independiente iba a terminar siendo elitista.
– Si es elitista, ¿de que se hablaría?
 
-¿De la paja intelectual? ¿De las buenas costumbres?
– Es cierto.
 
-Tampoco habla de marginalidad o algo político. El teatro independiente habla siempre de lo mismo….
-Es muy difícil hablar de lo que uno no conoce. Somos todos burgueses (risas). Me costaría hacer algo al respecto pero no lo se porque no lo haya vivido. Pasa Quique por casa y me pregunta si tengo algo. Nos quedamos charlando varias veces. Es un tipo que se cayó del sistema hace rato, pero no se si podría escribir al respecto.
 
-El tema es cuando se habla de Quique desde un progrechetismo de una visión propia, sin interesarle lo que él piensa. Sabe lo que pasa en Berlín y no se sabe tomar un colectivo a Soldati.
– Puede ser. No importa lo que pasa en Soldati.
 
– ¿El teatro se volvió muy individual? No hay tantos grupos como había en otra época.
– No se. Habría que preguntarle al GETI pero hay menos grupalidades. Soy parte de un grupo que tiene una modalidad distinta de trabajo pero no somos “estables” en tanto trabajo cotidiano y colectivo. Grupos de entrenamiento y creación permanente como Catalinas o Periplo, no se si hay tanto. Me pasa que este tipo de trabajo da frutos interesantes, de solidez pero a veces está la mano de quien dirige. Ahí es donde está el riesgo de repetirse, sin que haya algún tipo de cambio y enriquecimiento. Es como una pareja, el que cree que en 20 años es igual, no entendió nada. Uno va cambiando y se va enriquciendo. Me interesa apuntar al teatro y trabajo colectivo en que podemos ser distintos que al trabajo de grupo estable. Está bueno, pero es necesario incorporar gente con otras miradas para que enriquezca y permita la creación. Por eso me gusta dirigir las obras de otros sino estamos trabajando siempre los mismos y se nos ocurre lo mismo. Está bueno que llegue otro dramaturgo, director u otros actores y actrices. Pero es una cuestión absolutamente personal. Veo a Los Internacionales y es un laburo buenísimo. Ves una obra y sabes que es de ellos, de Manuel. No tengo esa búsqueda, esa apuesta al trabajo colectivo no grupal que te aleja de la posibilidad de tener un lenguaje o estética reconocida permanentemente. Por eso es que voy haciendo cosas tan distintas.
 
“La noche se está muriendo”. Teatro El Crisol. Malabia 420. Sábados, 20 h

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