Dicen que un buen título es la primera impresión de un libro. Con “Soy un bravo piloto de la nueva China”, este primer paso está dado ya que no pasa desapercibido en lo más mínimo. Después, una historia de Rubén que corre por tres carriles diferentes en los que el tiempo va y viene para conformar una radiografía de lo que dejó los 70 y la Dictadura pero sin tener en cuenta ese propósito. Lo que grafica Semán de manera magistral es la búsqueda de Rubén por esa niñez perdida, como refugio ante la vuelta al país debido a la enfermedad terminal de su madre. Allí, aparecerá su hermano y la relación no resuelta con el padre, viejo militante de armas tomar en los 70.
El libro tiene un muy buen desarrollo ya que no se queda en la descripción de detalles superfluos para llenar hojas. Cada personaje tiene un motivo de estar, sobre todo Capitán, el torturador. Aquí, Semán retoma a un torturador en la línea de lo que había hecho Eduardo “Tato” Pavlovsky con “Galindez”, al que lo dotaba con características más reconocibles y amigables que la más común de una persona sádica, que se regodeaba con el poder que tenía. Nuevamente, el tema de “la humanidad” de los torturadores vuelve a quedar sobre el tapete pero Semán, lo que hace es describirlo, sin mayor ornamentación que las frases carentes de adjetivaciones. Al respecto, se aprecia que su forma de escribir tiene una distancia exacta, que le permite estar en contacto en las situaciones pero sin tomar partido alguno ni siquiera en la forma en que concibe y desarrolla la novela.
De esta manera se va conformando una maraña de situaciones en las que el lector logra poner los cinco sentidos para llegar a la finalización del libro con absoluta naturalidad y prestancia, sabiendo que ha leído una obra que lo llenó en todos los aspectos.
La presentación del libro es excelente, tanto en la calidad de sus hojas, tipografía y en la fotografía de tapa como interna.
Ernesto Semán, con su tercera novela, logra un mix exacto en su novela ya que combina política e historia sin que haya primacía de ninguna de ellas por encima de lo que sería una historia de vuelta al refugio de la infancia.