Con una vasta y fructífera carrera en el teatro, el 2012 lo puso a Martín Urbaneja en una doble nominación al ACE por “mejor actor en teatro alternativo” por dos obras, al tiempo que hizo cine y cortos para televisión. Urbaneja almuerza con EDCL y habla sobre teatro, cine y los subsidios para el teatro.
-¿Te sorprendieron las nominaciones al ACE por “Greek” y “La Tarantula”?
– Con “Greek” tuvimos muy buenas críticas por lo que podíamos esperar la nominación a la obra. En cambio, con “La Tarantula”, me sorprendió muchísimo. Parece que uno se va a olvidando de los trabajos que uno va haciendo. Fue raro lo que pasó con “La Tarantula” porque a la crítica le gustó mucho pero no fue mucha gente a verla. No nos fue bien. Uno sigue haciendo cosas y va para adelante. En cambio, con “Greek” teníamos expectativas porque la crítica fue favorable y los que votan son los que van a verla. Me sorprendió que me nominen como actor y no como revelación. Más que nada porque nunca estuve nominado para nada o que la nominen como revelación a Monina Bonelli, cuando hace muchos años que está laburando.
– ¿Se puede asociar “Tarantula” con “Chiquito”? Una obra chica, fuerte y una explosión con la nominación…
– Si, a mi también me pasó lo mismo. «Chiquito» era una obra pequeña, de pocos personajes, que después con el tiempo, empezó a tener repercusión. Con “Chiquito” pasó que nos invitaron a festivales, hubo alguna nominación y viajamos un montón.
-¿Y Eddy?
– Fue uno de los trabajos más difíciles que me tocó hacer. Fue muy difícil. Empezando desde el comienzo cuando Analía (Fedra García, directora de «Greek») me pasó la obra y lo primero que me pregunté fue “Como se hace esto?”. Me parecía dificilísimo. Esa fue la primera pregunta. Después, me pasa lo que me pasa siempre frente a algo que implica un desafío que es decir “Me voy a meter en esto” y le damos para adelante. Después, empezamos a ensayar. Se armó un grupo increíble en el que, además de ser grandes actores, son excelentes compañeros. Gente que conoce mucho del oficio. Todos, desde su lugar, me ayudaron mucho en mi laburo. Empezamos a ensayar y también fue difícil. Leí la versión de Edipo de Sofocles y me vi todas las versiones que hubo en cine como la de Pasolini. Todo lo que me ayudara. Después vi mucho sobre como era Londres en los 80 porque es una época que no tengo muy clara y toda la obra transcurre ahí. Mi personaje es un tanto punk por lo que vi muchos documentales al respecto. Me sirvió ver a Sid Vicious que fue como un aliado para mi, en este tema, para componer a Eddy.
-A mi me pegó bastante por ese lado. Además, me parece que Eddy va “in crescendo”, ¿puede ser?
– Sinceramente, la obra cambió y creció mucho. La estrené muy asustado, con mucho miedo. Durante los primeros cuatro meses hicimos dos funciones semanales lo cual la hizo crecer mucho. Si la ves a obra ahora, cambió mucho. «Greek» también tiene algo similar a «Chiquito» en tanto mi personaje es un poco el narrador de la historia y al mismo tiempo, se mete y actúa en la historia. Entra y sale todo el tiempo. No se si tiene algo de “in crescendo”….
– A lo que voy es que vos entrás, y va subiendo todo el tiempo…
– Ah, si si. Soy el encargado de presentar a los personajes y la situación para después da lugar a la tragedia. Esto se da en todos los actores. Estos padres que descubren a ese hijo, la relación de la madre con ese hombre al que ama y es su hijo. Está en la presentación de la obra y después se desatan los conflictos.
-Sentís que la obra –más allá de su origen pero en tanto las situaciones que plantea- ¿es muy “argentina”?
– Si. Eso fue un poco lo que me pasó con esta obra. La primera vez que la leí, no pero la segunda… La leí y nombraba cosas muy puntuales de Londres, el fútbol, las ciudades. Después, cuando empezamos a ensayar, se me empezó a venir encima lo que decía. Como toda gran obra, se resignifica y empecé a ver la relación con el lugar donde uno vive. Nosotros también salimos a la calle y vemos las bolsas de basura, el tema de la “peste contemporánea” de la que habla Berkoff. Somos también padecedores de la violencia en el fútbol, la explotación económica y laboral, la indiferencia entre los seres humanos. Hay algo que empezó a resignificarse y se me “argentinizó” muchísimo. Digo, argentinizó porque la estamos haciendo aca pero, al mismo tiempo, es universal. En cualquier lugar que se haga, va a ser muy del lugar porque habla de temas muy universales.
-Imagino, y esto lo digo por el laburo de Analía, que si bien tiene palabras muy contundentes, también cuenta con un lado espiritual….
– Si, la obra, como texto, es una genialidad. La verdad, es un placer trabajar en ella noche a noche. Sigo descubriendo cosas permanentemente. Berkoff es un gran dramaturgo y escritor y tuvo la capacidad de unir ese lenguaje tan procaz, soez y verborrágico con momentos de lirismo poético, en el que aparece lo que vos decís, cierta espiritualidad y se plantean temas de humanidad. Ahí también está esa vuelta de tuerca que plantea al final, cuando si por no hacer lo que no se debe hacer, estamos como estamos en esta mierda y sucede lo que sucede ¿por qué no responder a un amor genuino? Tal cual es el amor de ese hijo enamorado de esa madre. Desde ahí hay algo muy espiritual y, al mismo tiempo, desafiar a la cultura y a los mandatos ancestrales. Lo que se debe y lo que no.
-Me dio la sensación que había una especie de bombardeo de ideas y contenidos por sobre el público. ¿Qué te dice el público cuando sale y como toma todo esto?
– Cuando estrenamos, no sabíamos que iba a pasar con la obra. La respuesta de la crítica fue muy favorable y la del público también. La obra le gusta mucho a la gente. Tiene un humor muy negro que es más captado por una generación más joven probablemente. Es notorio cuando el público es más grande o más joven. Se nota mucho en la platea. A la gente le gusta mucho. Disfruta y recibe porque tiene tanto texto que la única manera de llevarlo a cabo es a través de este rítmo. Es lo que propone Berkoff también. Hay una escena que dice que a uno “lo pueden matar con las palabras”. De hecho, mi personaje es el de un pibe que sale al mundo a matar con sus palabras. Por eso, tiene que ser arrasador desde ese lugar, energéticamente y con esa velocidad en los textos.
Impasse 1: Mediodía semanal, ideal para comer una grande de muzza como excusa para una nota. El transito de Buenos Aires hace que lleguemos tanto Martín Urbaneja como este cronista tarde de la hora acordada. Se prende el grabador y Martín nos cuenta sobre su atareado y productivo 2012, que incluyó teatro, televisión y cine. Martín no olvida sus orígenes y colabora con producciones que se realizan en su ciudad natal, Trenque Lauquen. Asi fue que ganó el Premio Gaviota de Oro con la productora local NEP por “Al sur de la garganta”, un ciclo de cortos basados en textos de Gelman, Pizarnik, Bayer, Sarah Kane y Clarise Lispector entre otros.
– ¿Eddy le dejó alguna influencia a Martín Urbaneja?
– Ehhh, si, creo que si. Cuando uno se encuentra con estos grandes textos, hay un antes y después. Para mi, este es un trabajo que me hizo crecer muchísimo como actor. Me colocó en otro lugar. Tuve que apelar a otras herramientas que nunca había utilizado. Creo que, cuando uno presta el cuerpo a estos personajes, hay una mirada del mundo que empieza a cambiar. Este personaje es muy fuerte. Sale a desafiar mandatos y a transgredir, no por la transgresión misma sino por amor. Para mi, la verdad, nunca lo había pensado pero hay un antes y un después con este personaje y con esta obra.
-También estuviste haciendo cine…
– Si, se estrenó “Dormir al sol”, que la había filmado hace un tiempito y el año pasado, filmé un documental que se estrenó en el BAFICI de este año, que se llama “Ante la ley”, que toma el caso de un escritor, Carlos Correa, en los 70. A fin de año, creo, se va a estrenar en alguna sala. Es muy interesante esto.
-¿Cómo estuvo «Dormir al sol»?
– Tuve un lindo recuerdo de la filmación de esa película aunque, comercialmente, no funcionó. Hay un sistema muy cruel en relación con las películas de cine argentino. Si en los cuatro primeros días, no va determinada cantidad de gente, la sacan de todos lados y terminan en el Gaumont, al cual va bastante gente….
-Es como un fenómeno lo del Gaumont…
– Si. Todo tiene que ver con una cuestión puntual que es lo económico. Uno va a ver una película por diez pesos cuando en otros lugares, la entrada puede llegar a los cincuenta. Una locura! Era una película interesante pero no se si estuvo del todo acabada. Estuvo bueno el riesgo que tomó el director de llevar una novela de Bioy Casares al cine. Una película de época, de ficción. Creo que el riesgo siempre vale la pena.
-La otra vez, nos encontramos en la marcha por el teatro independiente. ¿Cómo ves al teatro independiente en si? Todo el mundo se queja y van veinte tipos.
– Me asombró mucho la poca gente que hubo en esa marcha. Me parece que era una movilización super legítima. Lo que está pasando con los subsidios, tanto en el INT como en Proteatro, de Nación y de Ciudad, es igual de grave. Estamos necesitando una política reguladora que no tenemos. Un sistema de distribución que se legítimo y genuino. Si se convoca a una selección, que haya una selección seria porque sino caemos en una cosa de repartija. Todo el mundo tiene derecho a hacer sus experiencias, tanto la gente con más trayectoria como la que recién empieza pero creo que debería ser más serio el criterio de selección y menos restringido a quienes se les da. Después termina siendo una especie de limonsna que no le alcanza a nadie para nada. Eso no está bueno. Después también hay que protestar un poco contra los recortes que se han hecho últimamente. Que las salas del Teatro San Martín se alquilen para funciones privadas…no corresponde y es vergonzoso pero después, a la hora de poner el cuerpo y que nos jactamos de “somos una ciudad en la que todos los fines de semana hay cuatrocientas obras de teatro”, aparece un grupo muy reducido en el que somos siempre los mismos. Entiendo que haya sido un día de semana y muy particular el horario pero igual, además de eso, hace falta un poco más de exposición en el sentido de decir “Quiero protestar por esto”. Esa es una forma de militancia y nuestra profesión tiene que ver con la militancia.
– Contame sobre “Al sur de la garganta”.
– Eso fue grandioso. Yo soy de Trenque Lauquen y tengo unos amigos allá que, hace dos años, abrieron NEP, una productora independiente, además de un diario digital que es el de la ciudad. Abrieron esta productora y tenían ganas de empezar a experimentar. Con ayuda de la Televisión Pública (en este caso, la regional que les brindó el espacio y les facilitó el equipo), se hizo este proyecto que se basaba en difundir a autores que nos gusten y poder ficcionalizar esto al estilo cortometraje. Son micros que salieron por la Televisión pública regional del interior, durante todo el año pasado. No duraban más de cinco minutos. Nos dimos una panzada de espectadores y por suerte, acta tuvo una muy buena repercusión. Se pudo ver en You Tube. La gente los veía y tenían muy buen comentario. Incluso hubo gente que mandó sus textos para que tengamos en cuenta. Este año, la situación se complicó un poco porque el canal está haciendo reformas y hay cambios de personal por lo que no pudimos continuar haciéndolo. La idea es seguir con ellos.
-Tuviste un premio, no?
– Hay un premio llamado “Gaviota de plata” que se entrega para la televisión del interior. Nuclea a una asociación de periodistas del interior. Tuvimos dos nominaciones junto con “El Viejo Trenque Lauquen”, que cuenta historias de la ciudad. Nosotros estábamos como “Microcultural y educativo”. Por suerte, ganamos los dos.
-Si no hubieses sido actor, ¿qué hubieses sido?
– Siempre digo algo que me sucede de verdad, que me gustaría tener una panadería. También me gustaría tener una librería o lugar de cine pero la panadería siempre me llamó la atención. Me parece que tiene que ver con lo familiar. Me gusta el olor del pan, como alimento básico del ser humano, pero siempre tuve algo con la panadería. Te sorprendi!
-Si!! ¿Cómo son los cinco minutos después de bajar del escenario de Greek?
– Me encanta hacer Greek. Es una de las obras que más alegría y placer me ha generado hacerla. Tengo una demanda tremenda de energía en las funciones por lo que termino contento y excitado al mismo tiempo que cansado. Experimento un estado muy cercano a la felicidad. Termino muy feliz después de la función. Me hace feliz actuar pero, en particular, con esta obra, me siento como levitando sobre una nube de felicidad.
-Si entrase por esta Banchero, el pequeño Martín Urbaneja que recién llegaba de Trenque, ¿qué le dirías?
– Me pasa algo curioso que, algunas cosas que pensaba o creía cuando llegué, cambiaron muchísimo. Otras siguen intactas. Rescataría de ese Martín Urbaneja que llegó hace catorce años a Buenos Aires la capacidad de seguir soñando y de mantener la ilusión de que siempre se puede. Aunque a veces uno flaquee, porque esta profesión tiene momentos que son ingratos. Creo que le diría que no estaba equivocado, que tenía razón.
“Greek”. Centro Cultural de la Cooperación. Sábados, 22.45 hs.