Hombres de Teatro 2024

En la tercera entrega de lo que fue el 2024 a nivel teatral, hoy corresponde el turno a los actores, que desarrollaron su actividad en el teatro independiente, comercial y oficial, mas allá de la precisión de estas denominaciones. La calidad de los trabajos trasciende todo esto.

Comenzamos con la que podríamos considerar una de las obras del año, situación que se mantiene, a lo largo del tiempo, con varios unipersonales. como si la presencia de un artista en el escenario, condensase toda una idea.

Tal es el caso de “Seré”, en que Lautaro Delgado Tymruk y Sofía Brito realizan un excepcional despliegue de creatividad, que termina llevando a cabo el propio Delgado Tymruk. Aquí, el texto es la declaración que realizó Guillermo Fernández en 1985 en el Juicio a las Juntas en tanto había sido secuestrado y mantenido prisionero en la Mansión Seré de que termina escapando junto con tres compañeros cautivos. Tras la escucha de la palabra de Fernández (en la voz de Delgado Tymruk), se lleva a cabo un trabajo minucioso y enriquecedor que potencia su alegato. Sensible y necesaria en estos tiempos liberotarios y negacionistas, «Seré» no solo alude al nombre de la horrible casona de Ituzaingó, devenida CCD (Centro Clandestino de Detención). Es también un tiempo verbal que apunta al futuro. Uno que se base en la idea de memoria, verdad y justicia por los crímenes de la dictadura.

Con una idea similar, Eduardo Misch puso cuerpo y alma al médico protagonista de «Potestad», el clásico de Eduardo «Tato» Pavlovsky. Misch trabajó durante mucho tiempo con Tato y ahora, sigue su línea al llevar adelante con su calidad interpretativa, una de sus obras más reconocidas.

Lautaro Delgado Tymruk se luce en «Seré»

El boxeo suele ser, en ocasiones, una metáfora descarnada de la vida. Mejor dicho, siendo parte de ésta, termina potenciando muchas de las situaciones que nos atraviesan como individuos. En “Se despide el campeón”, Cristian Thorsen da vida en una actuación magistral a Lopecito y el Bicho González, entrenador y boxeador que tienen una relación por demás cercana. La amistad va más allá del cuadrilátero para meterse en la vida de ambos, forjando una ligazón que continuará hasta que uno de ellos parta de la tierra de los vivos. Thorsen cautiva la atención con una performance única que potencia el texto pergeñado por Fernando Zabala. Al igual que en “Fajense”, aquí también hay una investigación seria respecto al mundo del pugilismo. Cerca de la realidad –por más dura o placentera que sea- y lejos del estereotipo y el prejuicio.

Marcelo Subiotto tuvo un año de bonanza teatral. Su trabajo en “La gran ilusión” en el TGSM y en “Los pájaros”, lo certifican. En el Teatro San Martín, fue ese mago Otto Marvuglia que combinaba verborragia y carisma, mientras que el Teatro del Pueblo, llevó a cabo un bucólico y sensible unipersonal. Ambos proyectos dan cuenta de su enorme versatilidad actoral y su capacidad para desarrollar dos personajes completamente diferentes con sensatez y sentimiento, con toda la calidad interpretativa que es su marca de fábrica.

En esta misma línea, al igual que el año pasado, Pablo Mariuzzi vuelve a crear un personaje con notables matices como es el malogrado Calogero en “La gran ilusión”, conformando con Subiotto, una dupla absolutamente sólida. Además, se llevó el ACE de Oro por su enorme trabajo en “Salvajada”.

«Se despide el campeón» tiene a un gran Cristian Thorsen en un doble rol

Algo similar puede decirse de Mario Petrosini. No conforme con haber encarnado con excelencia al mismísimo Federico García Lorca en “La noche se está muriendo”, en el 2024 encaró dos proyectos disímiles, pero de similar calidad. La comedia histórica y ácida de “Museo Beresford” se complementaba –literalmente hablando- con “Clase póstuma” en el TGSM. En la primera era un hombre de alcurnia, con todas las ideas propias de su clase social mientras que en la segunda era el discípulo de, nada mas y nada menos, que Juan Carlos Gené. Algo que había sido en la vida real. 

Otro gran trabajo fue el de Charly Velasco que brilló en la que fue uno de los trabajos del año como “Katy con K”. Allí, dentro de un elenco excelente, Velasco creó un personaje único a partir de su talento interpretativo. Miradas y gestos únicos, en el momento exacto, para potenciar un texto de fuerte anclaje en la realidad. ¡Ah! ¡Ese «malvado» que hace Fausto Guerra…..!

Si nos referimos a la coyuntura actual, David Gudiño con “El David Marrón”, mete el dedo en la llaga con una puesta corrosiva que tensiona los límites de lo políticamente correcto. La aceptación y el respeto tanto en relación a la identidad marrón como a la sexual, atravesado por el modelo heteronormativo y occidental de belleza dominante. La ironía ponzoñosa junto con esa sonrisa “de costado” que implica reflexión, se conjugan en una puesta tan imperdible como atrapante. Pero Gudiño, también mostró su talento en “Ha muerto un puto”, la obra de Gustavo Tarrío

David Gudiño y un año brillante con «El David marrón»

A lo largo del tiempo, con talento y constancia, Patricio Aramburu se convirtió en uno de los actores más versátiles de la escena porteña. Este 2024, lo tuvo en la excepcional “Los bienes visibles” y se destaca en “El trágico reinado de Eduardo II, la triste muerte de su amado Gaveston, las intrigas de la reina Isabel y el ascenso y caída del arrogante Mortimer”.

El año cierra con “Juan Vairoleto” que lo tiene a Juan Gil Navarro de vuelta al teatro independiente Su personificación del reconocido bandido con conciencia social, en una puesta diferente, lo muestra en un muy buen nivel actoral. Esto se da en consonancia con su “Subacuática”, otra puesta realizada en un contexto diferente al acostumbrado, con su respectiva intervención.

La próxima nota será sobre las «Damas de las tablas» del 2024.

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